En el velorio de Michelle Dayana González
Rosa Elvira Cely fue violada y torturada por un compañero de su colegio en 2012. Yuliana Samboní, una niña de tan solo 7 años, fue secuestrada, violada y asesinada en 2016. Valentina Trespalacios fue asesinada en su casa en Bogotá en 2023. Michelle Dayana González, de 15 años de edad, fue asesinada y desmembrada, también en 2023. Estos son solo 4 de los muchos casos de feminicidio que se han destacado en Colombia dada su brutalidad.
Según la Procuraduría General de la Nación, entre el 1 de enero y el 3 de julio de 2023 (en 183 días) se registraron 320 casos de feminicidios en Colombia; es decir, hubo aproximadamente 2 feminicidios al día. Además, se registraron 1608 casos de violencia intrafamiliar, según cifras del ministerio público.
A nivel mundial, ONU Mujeres reportó alrededor de 87.000 mujeres y niñas asesinadas en 2022; 614 de ellas fueron asesinadas en Colombia.
Rosa, Yuliana, Valentina, Dayana… la causa directa de estos feminicidios es el machismo que no solo mata, sino que también asegura la impunidad. Machismo e impunidad respaldados y promovidos por el Estado burgués que se beneficia de perpetuar la violencia contra las mujeres, pues ni siquiera garantiza la justicia para las víctimas de feminicidio.
Aunque el Estado colombiano implementó leyes como la Rosa Elvira Cely (Ley 1761, del 1 de julio de 2015), que castiga el feminicidio con penas de 40 a 65 años y sin posibilidad de rebaja, según el reporte dinámico que brinda el Observatorio Colombiano de Feminicidios, entre 2017 y 2021 (es decir, en 5 años) se cometieron 2766 feminicidios en Colombia; en contraste, de acuerdo con las cifras de la Fiscalía General de la Nación, los primeros 5 años de la Ley 1761 dejó un balance de 705 sentencias condenatorias y en 461 casos hubo medidas de aseguramiento; es decir, aproximadamente solo 1 de cada 4 feminicidas fue condenado. Además, la impunidad en los casos de feminicidio guarda relación con la pobreza; es más prevalente en los sectores más pobres del país.
La Ley 1761 no fue sino un muy pequeño paso hacia las acciones que son necesarias para abordar la desigualdad de la mujer y la violencia machista. Muy pequeño, pues el enfoque punitivo es cuestionable, dado que la justicia penal no resuelve las raíces de la violencia contra la mujer, no aborda los problemas estructurales de desigualdad y opresión que generan esta violencia.
Aparte de la ineficiente ley, se supone que el Estado burgués ofrece a las mujeres víctimas de violencia machista líneas gratuitas y servicios de atención especializada para brindar apoyo inmediato a las víctimas, ofrecer orientación y ayuda profesional. Asimismo, existen las Comisarías de Familia, cuya función es proteger los derechos de las mujeres; no obstante, el alcance y la efectividad de estos servicios son muy limitados debido a las trabas burocráticas, la falta de recursos y los sesgos propios del Estado burgués.
La ley, las instituciones y los servicios no son más que parches para una problemática más profunda que está arraigada en la desigualdad social y económica intrínseca al sistema de explotación y opresión capitalista. La ley, las instituciones y los servicios solo tratan los efectos, no son más que «soluciones» individualizadas que brinda el Estado opresor porque el capitalismo no puede abordar las causas estructurales que generan la violencia contra las mujeres.
Federico Engels y Carlos Marx, los fundadores del socialismo científico, señalaron que la opresión de la mujer es consecuencia del surgimiento de la propiedad privada. La familia patriarcal y su necesidad de controlar la herencia y la propiedad privada dio como resultado la opresión de la mujer, pues la familia se convirtió en la unidad económica básica de la sociedad y las mujeres se convirtieron en propiedad de los hombres. Las mujeres quedaron reducidas al trabajo doméstico y reproductivo, mientras que los hombres se encargaron del trabajo productivo y público, lo que perpetuó la opresión de la mujer y a los hombres les permitió controlar la economía y la política.
Así pues, la opresión de la mujer se vincula intrínsecamente a la estructura socioeconómica y a las relaciones de producción y de propiedad de la sociedad capitalista. Es la propiedad privada la que ha forjado las condiciones materiales de existencia, las ideas, los sentimientos y los valores morales que perpetúan la opresión de género, de allí que sea necesario luchar no solo contra las ideas reaccionarias heredadas del pasado acerca de la inferioridad de las mujeres, sino también, y principalmente, por transformar las bases materiales objetivas sobre las cuales reposa todavía esa inferioridad. La total emancipación femenina solo puede lograrse en el Comunismo.
Cuando las clases trabajadoras de Rusia y China conquistaron el Socialismo, la mujer —condenada en el capitalismo a la opresión y explotación del patrón y de sus esposos, padres y hermanos— pudo obtener los mismos derechos que el hombre. Durante el Socialismo las labores domésticas y la crianza de los hijos dejaron de ser responsabilidad exclusiva de las mujeres y pasaron a ser responsabilidad de toda la sociedad, lo que les brindó a las mujeres la igualdad real para acceder a la educación, al trabajo, al salario, a la participación en todos los aspectos de la vida social y política. El Socialismo permitió las condiciones ideológicas y materiales para que la sociedad, encabezada por las mujeres y hombres del proletariado, pudiera enfrentar las ideas y las prácticas machistas heredadas de los modos de producción anteriores.
Hoy, cuando la situación de la mujer es angustiante en todo el mundo, por cuenta del capitalismo, es preciso organizarse y luchar por instaurar en cada país la Dictadura del Proletariado como el primer paso para romper las ataduras que impiden a la mujer su plena participación en la sociedad. El proletariado y el campesinado en el poder:
- Prohibirá toda forma de discriminación contra la mujer: en su participación en los órganos de poder, en el trabajo, en los salarios y en los demás ámbitos de la vida social.
- Socializará las tareas del hogar; creará guarderías, restaurantes y lavanderías comunales, por zonas de producción, en cuya atención se vincularán por igual hombres y mujeres.
- Promoverá la socialización de la crianza.
- Atenderá con especial cuidado asuntos tales como el embarazo y otorgará derechos plenos a la atención médica y nutricional, y permiso remunerado de ocho semanas antes y ocho después del parto. Las salas cunas y guarderías estarán cerca a los centros de producción y las mamás podrán amamantar a sus hijos en el transcurso de la jornada laboral.
- Las relaciones socialistas de producción garantizarán las condiciones materiales para la reproducción y la crianza de los hijos, por lo cual no se promoverá el aborto, pero sí se favorecerá el derecho de la mujer a elegir; le garantizará, si así lo desea, el derecho a un aborto atendido adecuadamente; y se combatirá al mismo tiempo todas las prácticas y técnicas para la esterilización forzada.
- Impulsará una gran actividad ideológica y política para educar a hombres y mujeres, extirpar su punto de vista burgués —expreso o encubierto— sobre el «derecho» del hombre a dominar a la mujer. Comenzará por erradicar toda forma de maltrato físico, verbal y psicológico de los hombres sobre las mujeres.
Así pues, para garantizar la verdadera liberación de las mujeres es preciso abolir el capitalismo, implantar el Socialismo y conquistar el Comunismo, ya que el sistema capitalista conlleva la opresión de las mujeres, materializada en desigualdad económica, moral burguesa y relaciones sociales de opresión y explotación.
Para marchar hacia el Socialismo, como antesala del Comunismo, se necesita construir un Movimiento Femenino Revolucionario, cuya base organizativa sean los Comités de Mujeres. Comités de Mujeres que encabecen la lucha contra las causas estructurales de la opresión y la violencia machista, que organicen a las mujeres en las fábricas, empresas, escuelas, colegios, universidades, barrios, sindicatos… Comités de Mujeres que transformen la impotencia individual en fuerza grupal contra la miseria, el sufrimiento y la degradación que promueve la dictadura burguesa.
Nota:
1 La Proletaria - Rosa Luxemburgo