El pasado 28 de febrero, FECODE y CUT, llamaron a un paro de 24 horas para la presentación de los pliegos de los trabajadores estatales. Entre los sectores más representativos estuvo el magisterio nacional, que atendió el llamado a parar, no porque confíe en los dirigentes que en otrora han vendido su lucha, sino porque mantiene su confianza en el camino de la lucha, como medio para mejorar las lamentables condiciones de trabajo a la que son sometidos especialmente los profesores del nuevo estatuto 1278.
Los trabajadores estatales y principalmente el magisterio marcharon en todo el país, y en Bogotá no menos de 5 mil maestros llenaron la Avenida 26 a la expectativa de la negociación de un pliego que pocas veces recoge las peticiones y reclamos de los maestros. A pesar de que en la plaza pública los dirigentes se rasgaron las vestiduras, anunciando el paro como único camino para conquistar las exigencias de los pliegos, un sin sabor quedó entre las bases, porque en la práctica parecía un paro convocado para revocar a Peñaloza y no para iniciar la negociación del pliego. A pesar de que a viva voz los dirigentes anunciaron el alza de salarios como punto principal del pliego, un descontento general recorre a las bases ante el congelamiento del salario de los maestros, pues nada se escuchó en cuanto a la nefasta evaluación de ascenso en el escalafón. A pesar de que nuevamente la dirigencia se presenta como consecuente con el camino de la lucha, la desconfianza de la base se hace sentir, pues los vientos electoreros para 2018 hacen que asomen sus narices los politiqueros tratando de aprovecharse de la lucha directa que los trabajadores emprenden por sus reivindicaciones más sentidas.
Y es que ya se empieza a sentir que el pliego, por lo menos del magisterio, está viciado; basta recordar que en el 2015 impusieron una nueva evaluación para ascender en el escalafón (es decir en la tabla salarial) peor de la que ya existía, condicionada al presupuesto que apruebe el gobierno, con video de grabación de clase y las evaluaciones anuales que a cada docente le hacen en sus instituciones educativas. Lo peor es que ahora más que antes el salario se congela, pues habían negociado: video con camarógrafos del Ministerio de Educación, curso pedagógico para quienes no alcanzaran el puntaje requerido y así poder pasar y, de eso ya no hay nada; para el segundo concurso de ascenso ya no garantizan camarógrafo, eso lo debe pagar cada docente y si no pasa, ya no hay posibilidad de hacer un curso pedagógico, condenando así al magisterio a quedarse sin la posibilidad de mejorar sus condiciones salariales. Esto muy calladito quedó en el paro y ni se menciona en el pliego, quieren embelesar a las bases con su supuesta lucha por el punto de salarios, escondiendo este adefesio que atenta justamente con ese punto principal que los dirigentes dicen defender.
De ahí que si bien el paro se hizo y se radicaron los respectivos pliegos, las bases no pueden simplemente esperar y confiar en que por arriba los negociadores (todos de la dirigencia que ha entregado la lucha) y el gobierno vayan a mejorar la situación de los trabajadores estatales, pues basta recordar que en otrora se han mostrado radicales y han terminado traicionando la lucha como sucedió en el 2015 con el paro nacional del magisterio.
Claro que las bases tomarán sus llamados a la lucha, porque esta es justa y porque es el camino que realmente garantiza victorias, pero es papel de los más conscientes, hacer ver que estos no pueden ser simples llamados y promesas de paro, para desviar el inconformismo y rabia de una base que ha sido engañada varias veces y que hoy paga las consecuencias de las traiciones perpetradas por el sindicalismo de tipo burgués como el que se ha impuesto en las centrales sindicales.
Por ello, es una necesidad la reestructuración del movimiento sindical, donde las bases se organicen en comités para la lucha, donde se eduque con prácticas sindicales que respondan a los intereses de la mayoría, erradicando las pretensiones de hacer carrera politiquera para la participación en el Estado burgués, como ha sucedido en las últimas décadas. La organización con independencia no solo de los métodos burgueses en el terreno sindical, sino de toda su burocracia y de sus instituciones podridas, es parte de esa reestructuración, porque no basta simplemente con reemplazar a unos malos dirigentes por otros buenos, pues esas instituciones ya tienen montada la maquinaria para decidir quiénes están al mando de acuerdo a los intereses de unos pocos.