CONTRA LA FARSA DE LA PAZ SE IMPONE LA LUCHA REVOLUCIONARIA DE MASAS

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En Colombia al proletariado y al campesinado pobre se les presentan dos caminos: por un lado, las Huelgas Políticas de Masas que tienden a extenderse y a convertirse de paros regionales como los recientes en el Chocó, Guajira, Caquetá, y Putumayo en un solo movimiento nacional contra el Estado.

Luchas cada vez más radicales y organizadas en respuesta a la arremetida estatal con medidas que atentan contra el salario, el trabajo, la vivienda, salud y educación de las masas laboriosas; todo ello en contraste con el otro camino que inunda al movimiento con ideas de conciliación bajo la promesa de prosperidad social y paz para el pueblo colombiano, ideas difundidas por todos los medios, que intentan apaciguar la lucha del pueblo desviándolo en estos momentos al camino de las urnas para ratificar los acuerdos entre el Estado burgués y la cúpula de las Farc en el plebiscito.

Es innegable que la lucha de clases es atizada segundo a segundo y los paros, huelgas, enfrentamientos y demás son el pan diario de las masas colombianas, porque no es un secreto que la crisis capitalista se agudizó en los últimos meses, por ello las masas se resisten a su degradación física y espiritual mediante Huelgas Políticas de Masas de carácter regional, con la lucha por aspectos particulares como: el acceso al agua, el empleo, la electricidad, contra los despidos, etc. Sin embargo, la burguesía y los terratenientes ocultan los hechos y disfrazan de anhelos de paz el sentimiento de rebeldía del pueblo, con la ayuda de los medios de comunicación y de sus amigos colaboradores oportunistas, reformistas y jefes de las centrales sindicales, quienes concentran todos los esfuerzos en la propaganda al acuerdo de La Habana, convenciendo a las bases de participar en el plebiscito y en últimas encubriendo que es la legalización de la usurpación de las mejores tierras del país para su entrega a los monopolios, lo que se respaldará el 2 de octubre.

Ante esta arremetida pacifista que busca desarmar el espíritu de lucha del pueblo, los obreros, los campesinos pobres, las comunidades negras, indígenas, todos los explotados y oprimidos, deben mantener la independencia en su lucha para no ser sacrificados en medio de los buitres explotadores que arrecian con la dominación y explotación y actúan como falsas palomas o corderos de paz, cuando en realidad arreciarán la guerra reaccionaria contra el pueblo, entregarán las mejores tierras a los monopolios y en nombre del desarrollo económico, seguirán perpetuando el despojo, la miseria, la explotación y opresión a las masas.

Por ello el acuerdo que se firma en La Habana, no es más que un pacto entre dos bandos, el de un sector de la burguesía y los terratenientes representados en el poder del Estado y, el de la cúpula de las Farc; un acuerdo para que unos dejen las armas y los capitalistas puedan tener el poder legal sobre las tierras arrebatadas a los campesinos pobres, para entregarlas no a quienes eran sus dueños, sino a los grandes monopolios con capacidad para explotarlas y sacarles toda la ganancia posible.

Un acuerdo en últimas dirigido por la O.N.U., el Banco Mundial, el Gobierno de los Estados Unidos, los monopolios de China, Europa, Brasil, México, etc. Además de los «compradores de buena fe», los financiadores de la guerra o los que adquirieron ilegalmente las tierras, como por ejemplo Argos y Manuelita, entre otros, quienes se han beneficiado directamente de las tierras arrebatadas violentamente a millones de campesinos.

Un acuerdo que con actos rimbombantes y grandes estruendos llamando a participar en el plebiscito, pretende adormecer la conciencia de las masas, adquirida durante todos estos años de acumulación de fuerzas y luchas desarrolladas cada vez con más frecuencia, con mayor independencia y radicalidad.

Un acuerdo que se firma en medio de la lucha incansable de las masas, a través de paros, bloqueos y enfrentamientos para obtener soluciones reales exigidas por las bases movilizadas, para evitar que las comunidades y niños se sigan muriendo de física hambre.

Algunas de esas luchas se destacan, tal es el caso del Chocó, donde entre el 16 y el 24 de agosto del 2016 se desarrolló una Huelga Política de Masas, en donde se paralizó el comercio y la producción; durante ocho días obreros, campesinos, estudiantes, pequeños comerciantes, profesores, amas de casa, etc. se movilizaron masivamente, tanto así que la marcha del 22 de agosto se registra como la más grande en la historia del departamento, con más de 100 mil participantes en la capital y respaldada por un sin número de movilizaciones simultáneas en los demás municipios.

Este no es el primer movimiento de este tipo, pues hace parte de una tradición de lucha del pueblo chocoano, en 1987 también se desarrolló un paro general exigiendo obras de infraestructura para mejorar las condiciones de vida de las masas; después se han realizado por lo menos 6 grandes paros en la región, conservando las formas de organización que han dado resultados.

Con esta lucha el pueblo chocoano logró la continuación de la pavimentación de las vías que conducen a Antioquía y Risaralda, gracias a la inyección de 720 mil millones de pesos para culminar estas obras, además de otros logros como la recuperación del acueducto de Quibdó, pago de deudas a hospitales del departamento y compromiso de la construcción de tres nuevos hospitales, entre otros. ¡Todo esto se logró con lucha!, no en las urnas, ni confiando en el Estado de los capitalistas.

Igualmente en La Guajira entre el 18 y 23 de agosto, 1000 indígenas Wayuu bloquearon la vía férrea en la carretera que de Cuatro Vías conduce a Uribía, por incumplimientos del gobierno nacional de Santos con las comunidades indígenas. Sus exigencias se centraron en el tema de educación, salud, gobierno propio, seguridad y alimentación, trasporte escolar, acceso al agua, entre otros; en últimas la lucha es por la vida y por la supervivencia en medio de un sistema capitalista en crisis y unas circunstancias como la sequía desde hace 4 años, que ha cobrado decenas de vidas principalmente de sus niños. En este caso la burguesía regional redujo su actuación a la solicitud de limosnas o la caridad social, descargando al Estado de su responsabilidad sobre la situación de los niños y los indígenas Wayuu.

La lucha que se extiende por todo el país, también se sintió en Putumayo y Caquetá, donde los paros se desarrollaron contra la explotación petrolera en procura de proteger las fuentes de agua, lo que obligó a las sísmicas de Ecopetrol a retirar la maquinaria ante la movilización masiva del proletariado y la comunidad. También se realizaron manifestaciones en el Caquetá por la sustitución de cultivos de coca, que obligó al gobierno nacional, departamental y local a comprometerse con la inversión en proyectos; sumado a ello, estuvo la movilización que en el Cauca los maestros de Asoinca desarrollaron por el derecho a la salud.

Estas movilizaciones llevan varios meses y en los últimos días se han agudizado llegando incluso a la respuesta armada de algunos de manifestantes, ante la agresión de las fuerzas militares, una demostración de que la lucha por los derechos del pueblo es ¡a muerte! Contra la burguesía y los terratenientes.

En todas estas manifestaciones se resalta la solidaridad del proletariado en diferentes regiones mediante mítines y manifestaciones de apoyo, lo cual da cuenta del estado del movimiento de masas; un movimiento vivo y alerta, porque aunque los ricos hablan de paz, los hechos demuestran guerra.
Este es el contraste de la ola de pacificación burguesa, secundada por los jefes de las centrales, los reformistas y oportunistas. Este es el camino del que los medios de comunicación al servicio de las clases dominantes no hablan.

Toda esta arremetida de pacificación que en sus entrañas trae más violencia, explotación y represión para las masas, debe ser rebatida, denunciada y rechazada por los explotados y oprimidos. La promesa de paz, amor y felicidad social en torno al acuerdo final de La Habana es una farsa, con la cual los poderosos tienen el aval de superexplotar, oprimir, asesinar y desaparecer, con la excusa de que quienes no quieren su paz, son guerreristas, terroristas y demás.

¡NO DEJARSE ENGAÑAR CON LAS ILUSIONES DE PAZ QUE PROMETEN LOS RICOS! ¡ABSTENERSE DE VOTAR EL PLEBISCITO Y DECIDIRSE A LUCHAR POR LOS DERECHOS . DEL PUEBLO! Ese es el camino. Por ello, aislar a los colaboradores del gobierno y su paz, es una de las tareas actuales de los luchadores consecuentes. Se debe denunciar a los personajes que convocan al proletariado a una nueva trampa adornada con lindos colores de paz mientras las masas muestran su vitalidad y lucha revolucionaria en contra de la guerra declarada de los ricos.

Así mismo, las masas colombianas deben trabajar por una paz real, sin desigualdades, sin explotados y oprimidos, la cual solo podrá conseguirse con la lucha directa, independiente y organizada como lo demuestran hoy las luchas en cada región, todos estos son pasos hacia la batalla definitiva, donde violentamente se logre arrebatar el poder a esta clase parasita llamada burguesía.

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