Las condiciones infernales de opresión y explotación que hoy enfrentan las clases trabajadoras, tienen similitud con las que hace 40 años se vivían. Una situación de arremetida de la burguesía que en los años subsiguientes al Frente Nacional, estableció bajo el gobierno de López Michelsen el Mandato Claro, un programa de gobierno que arremetió con «despidos colectivos, trato militar a las huelgas, privatización de la salud, rebaja de salarios con la pretendida imposición del salario integral, salarios de hambre, cierre y militarización de universidades públicas, represión a los campesinos y estatuto docente para los maestros, largas jornadas de trabajo y salario por pasajero registrado para los conductores del transporte público». (Folleto Lecciones Históricas del Paro Cívico del 77). Una situación que le costó mucho al pueblo colombiano y por ello popularmente este programa de gobierno fue llamado el «Mandato Caro».
Ahora, 40 años después, las condiciones se han agudizado, imponiéndose la rebaja del salario en todo sentido: salarios integrales y rebaja anual decretada por los gobiernos de turno, la extensión e intensificación de la jornada de trabajo sin que ello se vea retribuido en tiempo de pensión, las reformas pensionales que alargan el tiempo de jubilación para la mayoría mientras entrega jugosas pensiones vitalicias en los puestos del Estado capitalista; y, no solo el salario se ha afectado, las condiciones laborales son cada vez peores pues se impuso el contrato por terceros y, en medio de la crisis económica han arreciado los despidos masivos. A ello se suma la situación de la salud con la Ley 100, la privatización de la educación con la imposición de colegios en convenio con el sector privado y, para colmo de males, la tan mentada paz de Santos, que deja sin presupuesto a la salud, educación y el deporte, entre otros, además que deja sin tierra a los millones de desplazados y no atiende a las víctimas de la guerra reaccionaria contra el pueblo.
Esta situación igual que hace 40 años, es enfrentada con la lucha directa de las clases trabajadoras; aunque son condiciones diferentes, las masas tanto en 1977, como ahora son las protagonistas, en un indetenible asenso, en el paro de 1977 se concretó el trabajo de propaganda y actividad revolucionaria que se desarrolló años atrás en medio de huelgas, paros, manifestaciones que se hicieron contra las medidas imperialistas y contra el Frente Nacional, con todo ello se abonó el terreno para esa gran cosecha que fue el Paro Cívico de 1977. Así mismo, hoy el movimiento de masas demuestra un ascenso, con memorables paros como el de los campesinos, maestros, trabajadores estatales, paros en Chocó y Buenaventura, innumerables huelgas en diferentes empresas contra los despidos masivos, por alza de salarios, por contratación directa; incontables manifestaciones contra la arremetida de los gobiernos de turno y en lucha por salud y educación, recuperación de tierras por parte de los indígenas en el suroccidente colombiano, tomas de desplazados exigiendo sus derechos, marchas de recicladores populares exigiendo el reconocimiento a su labor… cientos de luchas que de diferentes maneras han demostrado la tendencia a la Huelga Política de Masas o lo que llamaron los jefes oportunistas y reformistas hace 40 años como Paro Cívico. Lo cierto es que nada ha podido detener esta tendencia, ni siquiera las promesas de paz del gobierno Santos y la cúpula de las Farc.
Pero he ahí la gran enseñanza que deja el Paro Cívico de 1977 al pueblo colombiano, y es la necesaria unidad de las luchas y su generalización en cada rincón del país. El ascenso del movimiento refleja la tendencia a la Huelga Política de Masas, que es en esencia, un levantamiento muy similar e incluso de mayores proporciones al de hace 40 años; una Huelga que solo será posible si se logran aislar las posiciones que conciliación y concertación, si se quitan del camino las posiciones de esperanza en las elecciones y el Estado capitalista, pero sobre todo, una huelga que será posible si las masas luchadoras se unen, como un solo pueblo para lograr conquistas comunes y particulares por sector y, sobre todo para mejorar las condiciones de vida de las clases trabajadoras a través de la lucha directa y organizada contra el Estado capitalista, que es en últimas el que legisla a favor de burgueses y terratenientes y en contra del pueblo colombiano; y, para acumular fuerzas necesarias en nuevas batallas, todas encaminadas a la destrucción del Estado capitalista y erradicación de toda forma de explotación; fuerzas que se verán reflejadas en esas nuevas batallas, gracias a que se habrá aprendido al calor de la lucha cómo organizarse, cómo responder a la represión, cuáles son los aliados en la lucha para garantizar la conquista de sus derechos; pero sobre todo, se habrá aprendido a identificar cuál es el enemigo de las masas, porque así como hace 40 años, la lucha directa se abrió paso en medio y contra la maraña politiquera y oportunista, y hoy también lo está haciendo, creyendo cada vez menos en la farsa electoral y en las promesas de los politiqueros y gobernantes de turno; creyendo cada vez menos en el Estado capitalista, porque ni su justicia, ni sus leyes favorecen al pueblo y porque han hecho de las suyas con la plata del pueblo.
Conmemorar el Paro Cívico del 77, es parte de las enseñanzas que los obreros y las masas en general de esta generación deben conocer, para cualificar sus luchas y asestar un golpe mucho más fuerte y contundente que el de hace 40 años. Esa es la forma de conmemorar los 40 años del Paro Cívico, con lucha directa, organizada y en las calles.