Esa aseveración no es una frase para descalificar a los contradictores, sino una realidad de la lucha de clases en la sociedad colombiana. La crisis económica por la que atraviesa el capitalismo mundial, trae funestas consecuencias para un país oprimido como el nuestro, donde las clases explotadoras aliadas del imperialismo, y el gobierno de Santos que las representa, descargan la crisis sobre el pueblo trabajador: rebaja general del salario, generalización de la contratación por terceros, despidos masivos, cierres de empresas, nueva reforma pensional y tributaria, aumento de las tarifas de los servicios públicos, cierres de hospitales, mayores concesiones y entrega de los recursos naturales a las compañías imperialistas, privatización de las empresas estales, ruina de los pequeños y medianos campesinos, productores, transportadores, legalización de la usurpación a los desplazados… agudizando la crisis social y atizando la hoguera de la lucha de clases, en contravía de la «paz social» pregonada por el gobierno y sus cómplices de las camarillas de las centrales sindicales, y los jefes de los partidos reformistas y oportunistas.
A pesar de los esfuerzos de esos jefes comprometidos con la paz de los ricos, no han podido apagar el incendio; por el contrario, crece la indignación y lucha de las masas con la persistente confrontación de los proletarios, pequeños y medianos propietarios en campos y ciudades, con manifestaciones, tomas, mítines, bloqueos, huelgas políticas y económicas, con movilizaciones de estudiantes, ecologistas, de usuarios de la salud y el transporte… afianzándose la tendencia hacia un gran enfrentamiento del pueblo contra sus enemigos representados en el Estado.
La intervención de las camarillas de las centrales sindicales y de los partidos reformistas y oportunistas en la lucha de las masas ha sido para «tomarse la dirección» del movimiento, apaciguarlo y desviarlo: resucitaron el Comando Nacional Unitario para frenar el Paro Nacional Indefinido, reduciendo a una «jornada de protesta», el «Paro Cívico» anunciado para el 17 de marzo; «jornada» aprovechada por esos jefes para ratificar su apoyo a Santos y la falsa paz, presentando un pliego en defensa de los capitalistas y su «producción nacional», e incluyeron algunas reivindicaciones populares para bajar la presión de las bases. La creación de la «Coordinación Nacional de Movimientos y Organizaciones Sociales y Políticas» y las tareas posteriores «preparatorias del paro», como los encuentros regionales y el reciente encuentro de organizaciones sindicales, sociales y políticas en Bogotá, han seguido en la misma línea de apoyar la agenda del gobierno y tratar de apagar la lucha con baldados de agua fría. Es decir, apoyo irrestricto al plan burgués imperialista de la paz y amenazas de hacer un paro.
Es un hecho que ante el descontento general de las bases y la iniciativa de los revolucionarios, las camarillas de las centrales sindicales y los jefes de los partidos reformistas y oportunistas se vieron obligados a recoger importantes reivindicaciones como el alza general de salarios, no más impuestos y el cese a la gran minería; así como tomar de palabra los encuentros democráticos para impedir la preparación real del Paro Nacional Indefinido mediante las más burdas maniobras burocráticas y politiqueras.
Y si bien ese frente común entre los explotadores, el reformismo y sus lugartenientes en las filas del movimiento obrero ha servido para contener temporalmente la lucha, también esa actuación traidora y servil ha incentivado la rebelión de los verdaderos representantes de las masas e incluso de las bases de los partidos comprometidos con el plan de los explotadores. El surgimiento de expresiones como el E24 a principios de año, Pueblo Al Paro en Bogotá después del Primero de Mayo, o los Encuentros Alternos, con independencia de las camarillas de las centrales y los politiqueros, son manifestaciones de la búsqueda de la unidad por los activistas revolucionarios de diferentes tendencias y por los dirigentes de organizaciones de masas identificados en la necesidad de unir y generalizar los combates en un Paro Nacional Indefinido, adoptando las reivindicaciones generales inmediatas que unen al pueblo, los procedimientos revolucionarios para conquistarlas y los métodos democráticos para tomar las decisiones.
Tanto la creciente lucha de las masas, como la rebelión contra el plan burgués imperialista de la paz, tienen una base material objetiva; como dice la VII Reunión Plenaria del Comité de Dirección de la Unión Obrera Comunista (mlm) sobre «La Cuestión de la Guerra y la Paz en Colombia»:
…contrario a los planes de los reaccionarios y contra la voluntad de todos los opresores y explotadores, de todos sus acólitos y lugartenientes, la lucha de clases lejos de desaparecer, se seguirá fortaleciendo extraordinariamente porque no depende de la voluntad de las clases sino de la extrema desigualdad entre ellas, en cuya base está el mecanismo que mueve todo el sistema capitalista: unas clases producen y cada vez son más pobres, otras se apropian lo producido y cada vez son más ricas, profunda contradicción objetiva económica entre las clases, cada día más aguda y antagónica por la intensa superexplotación, por el calado anti-obrero y antipopular de las leyes y planes de desarrollo de los gobernantes, por la corrupción de todas las instituciones del Estado sirvientes políticos del poder económico de los capitalistas, por la política general del Gobierno de Santos al servicio de los explotadores, de la cual su plan de paz con las guerrillas, no ha resuelto ni resolverá ninguno de los problemas vitales de los desplazados y de las víctimas de la guerra, ni mucho menos de los demás trabajadores del campo y la ciudad.
He ahí por qué quienes apoyan la paz de los ricos se oponen a la lucha revolucionaria de las masas y en los hechos no defienden los intereses de los trabajadores. Unas muy buenas razones para que los compañeros engañados con la farsa de la paz, desechen la trampa de los explotadores y hagan causa común con quienes sí están interesados en conquistar las reivindicaciones del pueblo y en prepararlo para la revolución socialista que sienta las bases para alcanzar la verdadera paz.