Como delincuente es tratado el pueblo cuando defiende sus viviendas. En Moravia- Medellín y Las Orquídeas en Cali, el Esmad de la Policía golpeó a mujeres, hombres, ancianos, niños, personas en condición de discapacidad y a todo el que se negó a abandonar los ranchos que han sido su vivienda durante años. Mientras el gobierno de Santos, habla de paz en La Habana, las masas en Colombia soportan el garrote, la represión y en este caso las medidas que las dejan en la calle.
Los desalojos hacen parte de los planes de las alcaldías: en Medellín obedece a los megaproyectos que tienen como fin mostrar la cara linda de la ciudad, donde Moravia, un cerro de basura que cientos de desplazados del campo y la ciudad convirtieron en su vivienda, soportaron inundaciones, incendios, enfermedades y hoy que le pone valor el monopolio, quieren desalojarlos. Un sitio que nunca le interesó a las alcaldías a lo largo de los años, pero que ahora, será convertido en parque, sin importar la suerte que corran sus habitantes, generaciones que han crecido en su barrio, huyendo de la violencia causada por la guerra contra el pueblo y, que hoy nuevamente son despojados de sus humildes viviendas.
Según Claudia Wilches, secretaria de Gobierno de Medellín, el desalojo se hizo garantizando los derechos de menores y de la población, además se prestaría servicio de transporte para los enseres de quienes desalojaran por voluntad propia, o se albergarían a los habitantes sin sitio a donde llegar en refugios de la unidad de víctimas. Sin embargo, los hechos demostraron lo contrario, pues la violencia se apoderó de Moravia: cercaron a las familias que se negaron a desalojar cerrando la Avenida Regional desde el puente El Mico, encerrando la zona, les quitaron el servicio de energía y e últimas arremetieron contra ellos dejando entre los heridos a un niño.
La misma suerte corrieron los habitantes del barrio las Orquídeas ubicado en la Comuna 14 al oriente de Cali; un comuna que concentra al 6.2 % de los habitantes de la ciudad, en apenas el 3.4 % del área total de Cali, es decir una comuna completamente hacinada. A ello se suma la deficiente atención en salud, pues esta zona ni siquiera cuenta con Hospitales públicos o Clínicas y en donde la violencia es parte de los problemas que afrontan sus habitantes. Pero ninguno de estos suplicios han sido solucionados por las administraciones caleñas, en cambio sí, consideran acabar con el barrio Las Orquídeas para garantizar la construcción de la terminal de Aguablanca del MÍO. Por eso, de manera violenta, fueron desalojadas 15 familias, atacando incluso a personas en condición de discapacidad.
El Estado de los capitalistas, defensor exclusivo de sus intereses, no discute la suerte de las víctimas del desplazamiento (como es el caso de las familias en Moravia), ni de los habitantes que sin oportunidades para resolver su problema de vivienda, deben asentarse en donde se pueda, para garantizar un techo a sus familias (como es el caso de las familias en Las Orquídeas), sino que vuelve a desplazarlas con el mismo desprecio y brutalidad, atentando incluso contra personas que si quiera pueden responder con sus manos y pies.
Así es que los ricos llevarán a cabo sus promesas de paz, porque su pretensión no es considerar a las víctimas de una guerra de la cual el mismo Estado ha sido protagonista. Al contrario, mantienen su política sistemática de desplazamiento, tanto del campo a la ciudad, como en la misma ciudad, y para ello dispone todas sus instituciones como alcaldías y fuerzas represivas para garantizar los planes de los ricos. Esa es la paz que promete Santos: arremeter contra el pueblo oprimido con más fuerza.
En lugar de solucionar el problema de vivienda para el pueblo, el gobierno de la paz, ofrece garrote, gases y bombas aturdidoras; defiende al asqueroso capital financiero que en Colombia ha desalojado a 1400 mil familias, es decir 300 familias por día, sin contar con las ceca de 800 mil de ellas que antes del 1999 perdieron sus viviendas bajo el régimen del UPAC, el cual durante 20 años actuó como mecanismo de financiación de vivienda en Colombia. Fueron más de 2.000 mil personas quienes se suicidaron por cuenta de la crisis que los obligó a entregar sus casas a los bancos como forma de pago para saldar sus obligaciones, pero esto no le importa a una institución que está para garantizar el interés monopolista de los poseedores. Esta es una verdad irrefutable, el Estado de los capitalistas ¡es de ellos! Y ¡nunca! será benefactor de las masas populares, ¡nunca! Solucionará sus problemas, ¡nunca! será piadoso cuando de arremeter contra el pueblo se trata.
Por eso la respuesta de estas víctimas de desalojo, debe traspasar la denuncia, y convertirse en organización nacional de viviendistas, donde su lucha, unida a las de todo el pueblo, logre garantizar una solución efectiva.
Las manifestaciones de solidaridad frente a este nuevo desplazamiento al rodar la noticia por las redes sociales, logró que el país se enterara de las «formas pacíficas» que usan los perros guardianes bajo el mando del gobierno de la paz y, que incluso los medios de comunicación burgueses, tuvieran que hacer eco de ello. Estos son los medios de comunicación que dicen estar con la gente, que les llaman a no quedarse callados y denunciar, mientras les aplican censura a estos atropellos.
El capitalismo es capaz de resolver el problema de vivienda, pero no lo hará, porque su interés es la ganancia, porque su sistema es de guerra contra el pueblo, al cual pretenden debilitar y someter incluso dejándolo en la calle. De ahí que la lucha sea de largo aliento; porque paz no habrá para los pobres.
Pero mientras el elemento consciente de la clase obrera logra organizarse en partido político independiente y revolucionario, la lucha debe continuar garantizando el techo, la salud, la educación y mejores condiciones de trabajo, no para acomodarse en este sistema que sin ninguna duda seguirá siempre arrebatando los derechos de los oprimidos, sino para prepararse y disponerse a la destrucción del capitalismo que concentra el poder en el Estado. Solo de esa manera será posible la paz para el pueblo.