La paz burguesa no es un regalo para el pueblo sino guerra en su contra, así como negocios para la burguesía, ruina, superexplotación y miseria para los trabajadores.
Esta verdad, de que la paz del gobierno es guerra contra el pueblo, ha sido desmentida en mil y un eventos por todo el país, desde los hechos por los propiamente burgueses, hasta los replicados en universidades públicas y eventos del movimiento obrero. En el seno del movimiento sindical por ejemplo, los principales jefes sindicales se la juegan por el apoyo a la paz, desviando la atención del pueblo en una ilusión, pues mientras hablan de paz, ocultan el hecho real de que jamás habrá paz en una sociedad dividida en clases y mucho menos en la sociedad burguesa, donde en la época de agonía del sistema capitalista, están exacerbadas todas las contradicciones sociales al máximo, manifestándose con una violencia sin igual la acumulación y concentración de capital en unas pocas manos, a costa de arrinconar al pueblo en la más ultrajante condición de hacinamiento, despojo, hambruna, desempleo, superexplotación y muerte.
Pero dicen los jefes de las centrales obreras y algunos dirigentes intermedios del movimiento sindical en sus discursos, que la paz debe ser para los trabajadores, llamándolos a movilizarse en respaldo a los acuerdos con la guerrilla, condenándolos a ir a la cola de los enemigos de clase, a perder su independencia, a que sus intereses inmediatos como la defensa del salario, la estabilidad laboral y mejores condiciones de vida y trabajo, se abandonen por ayudar a dirimir las contradicciones entre los bandidos que se disputan el reparto de 10 millones de hectáreas despojadas a los pobres del campo en esta guerra.
Bien es sabido que la paz en un nuevo negocio, que representará anualmente unas ganancias adicionales de unos 5.800 millones de dólares para la burguesía, según la revista Dinero, equivalente al 2% del PIB (ver). Es apenas lógico que de esta tajada quieran comer todos los capitalistas y la burocracia estatal ladrona y corrupta empezando por el presidente y su familia. Pero tal es la rebatiña por esta enorme tajada, que el presidente de la Federación Nacional de Comerciantes (Fenalco) Guillermo Botero denunció en un trino: “…Pagaron 4500 millones a Sístole SA por PLANIFICACIÓN del evento de paz en Cartagena? Así no hay Reforma Tributaria que alcance. Desmientan”. La mencionada empresa tiene como socio a Felipe Santos, hermano menor del presidente.
Pero mientras esto es así, donde los de arriba se llevan la tajada del león en los contratos, en la repartición de la tierra y la explotación de las riquezas del suelo, la pequeña burguesía no va más allá de reclamar que este cuento de la paz beneficie a «todos». Un miserable ruego a los enemigos y del cual la clase obrera y los desplazados deben deslindarse completamente, porque jamás la burguesía compartirá con el pueblo la ganancia de la que vive, mucho menos con los ruegos pequeño burgueses.
El movimiento obrero no debe mendigar nada a los explotadores y mucho menos de un negocio infame que ha dejado como víctimas a millones de hermanos campesinos. Debe proclamar su independencia de clase, luchar por su salario, por mejorar sus condiciones de vida y de trabajo, por su organización independiente y revolucionaria unida a la aspiración de gobernar la sociedad ejerciendo su dictadura sobre las ruinas del putrefacto Estado capitalista.