El Desarme de las Guerrillas no Acabará la Guerra Contra el Pueblo

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Muchos de los trabajadores que votaron por el sí, lo hicieron creyendo que en verdad el acuerdo de La Habana mejoraría la situación del pueblo; sobre todo, creen que con el desarme de las FARC aflojará la violencia y la guerra en el campo, pero esto no es cierto. El desarme de las guerrillas es algo que se presentará independiente de los resultados del plebiscito, porque los jefes de los grupos guerrilleros ya resolvieron dejar las armas para hacer causa común con los explotadores; pero esto no significa que disminuirá el sufrimiento para los trabajadores del campo y la ciudad, la guerra contra el pueblo continuará, porque persiste el interés de apoderarse de las mejores tierras, como atestigua el asesinato de dirigentes de reclamantes y los nuevos desplazamientos de los campesinos a quienes les han devuelto unas cuantas hectáreas de tierra. Acciones llevadas a cabo por los grupos paramilitares rebautizados como «Grupos Anti-restitución», «Autodefensas Gaitanistas» o las llamadas «Bacrim» que siguen actuando al amparo de las fuerzas militares. Es decir, el pilar central de la dominación de los ricos como es el Ejército y los grupos paramilitares, principales autores de masacres y desplazamientos, permanecen intactos.

Es un sueño y un engaño pensar que se va a moderar la cruenta dictadura de la burguesía y los terratenientes contra el pueblo fortaleciendo el monopolio de las armas por parte de las fuerzas militares del Estado. El presupuesto militar de 30 billones de pesos para el 2016 responde cualquier duda al respecto. El Estado es una máquina de fuerza que sostiene el poder económico de los capitalistas, es un instrumento para mantener la explotación del pueblo y cuando ésta se incremente con el llamado postconflicto, así mismo será la dictadura, por ello es que el presupuesto militar no se rebajará, ni disminuirán los asesinatos selectivos, ni cesarán los grupos paramilitares, ni las violentas incursiones militares contra el pueblo e incluso las desapariciones.

En una sociedad divida en clases sociales irreconciliables como la colombiana, la lucha, los choques, los enfrentamientos violentos y la guerra son inevitables; por eso el Estado y especialmente sus fuerzas militares se fortalecen cada vez más para imponer por la violencia los intereses de una cada vez más minoritaria clase explotadora sobre la inmensa mayoría oprimida y explotada.

¿Habrá posibilidades de paz entonces? ¿A caso los fusiles no garantizan el cuidado y la expropiación de las mejores tierras? ¿Entonces por qué creer que disminuirá la guerra con el desarme de las guerrillas?

Solo para ilustración, Estados Unidos, con más de 300 millones de habitantes, cuenta con cerca de 1 millón y medio de efectivos en las fuerzas armadas, mientras Colombia, con apenas 48 millones de habitantes, tiene más de 500.000 efectivos, proporcionalmente las fuerzas militares más grandes del continente; una fuerza que no disminuirá con el desarme de las guerrillas según el propio gobierno, por el contrario, ya se están incrementando no solo los efectivos del ejército sino el asesino ESMAD de la Policía. ¿Contra quién están y seguirán disparando?

La creencia en que garantizando el monopolio de las armas por parte del Estado se conseguirá la paz es un engaño para el pueblo. Solo una guerra justa puede acabar con la guerra injusta en el país y en el mundo. La Guerra Popular es la solución a la guerra contra el pueblo y único camino para alcanzar la paz. De ahí que el pueblo debe prepararse para la guerra justa ya conocida por la historia: la de los oprimidos y explotados contra sus explotadores y opresores, como la que libraron los indígenas contra los conquistadores, como la protagonizada por los insurrectos comuneros en 1781, como la librada por el pueblo por la independencia de España… o como la librada por los pueblos contra el fascismo en la segunda guerra mundial, o como la guerra que libran hoy los obreros y campesinos contra la burguesía, los terratenientes y sus socios imperialistas en la India.

Por eso es criminal la actitud de quienes se unen al imperialismo y la burguesía para desarmar ideológicamente a los obreros y campesinos, haciéndoles creer que puede existir paz entre ricos y pobres, entre explotados y explotadores, entre despojados y despojadores…

El poder nace del fusil, dijo alguna vez Mao Tse-tung, refutando la idea de los falsos amigos del pueblo patrocinadores de la paz entre ricos y pobres, que sueñan con ascender a los puestos en el Estado burgués y desde allí mejorar la situación del pueblo y garantizar la paz. Mientras los trabajadores no tengan el poder respaldado en sus fusiles, nada tendrán.

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