Hace tres meses que las calles de Albania han venido siendo tomadas paulatinamente por las movilizaciones del pueblo que exige la renuncia del primer Ministro Edi Rama, un político corrupto y abierto defensor de la “democracia capitalista”, apadrinado por el “Partido Socialista de Albania”, un partido socialdemócrata disfrazado de “socialista” para confundir a las masas. En los dos últimos días las luchas se han intensificado al punto que los manifestantes han lanzado bombas molotov y ya van decenas de heridos y detenidos por la policía. La radicalidad de las masas crece por todo el país, “protestamos porque estamos desempleados, este es un gobierno de criminales, ladrones”, aseguró uno de los manifestantes ante cámaras.
Los albaneses son los europeos “ilegales” del continente; es decir, dentro de la “Comunidad Europea” no gozan de ningún derecho y son tratados como “delincuentes y vándalos” por los demás países europeos que les impiden su ingreso y tránsito. Son muchos albaneses los que engrosan las filas de los inmigrantes que arriban a Europa en busca de empleo. Albania es uno de los países más miserables de Europa, con mucho desempleo y precarización laboral; además, al igual que los países con una profunda crisis social, el lumpen es fuerte y gran parte del país está en manos de la mafia. Toda esta situación empuja a la lucha callejera al pueblo, y por el momento, en ausencia de un auténtico Partido de vanguardia de la clase obrera, toda la furia popular está siendo conducida por la tal “oposición parlamentaria”. La salida del parlamento en días pasados de la llamada “oposición” no es sino una maniobra de las clases dominantes para presionar y mover fichas en el gobierno usando los movimientos de masas como peones en su juego para que todo siga igual.
No siempre Albania ha padecido de las miserias que comparten todos los países del sistema mundial capitalista. Otrora Albania fue un país que experimentó el socialismo desarrollado después del triunfo sobre el fascismo, tras la Segunda Guerra Mundial, por el Partido del Trabajo de Albania, en su tiempo un auténtico partido marxista – leninista. Las masas albanesas experimentaron por al menos por tres décadas la construcción del socialismo. Y dicha experiencia nunca pasará en vano, históricamente el pueblo albanés ha gozado de una rica y fuerte tradición revolucionaria de resistencia y lucha, algo bastante notable para un país de casi 4 millones de habitantes.
A pesar de la radicalidad de las masas, su elemento consciente ha sido incapaz de superar el duro golpe de la restauración del capitalismo en Albania. Los trabajadores y campesinos hace mucho perdieron a su partido de vanguardia y Enver Hoxha tiene mucha responsabilidad al respecto, no solo de permitir la restauración del capitalismo en ese país, sino por negar la forma descubierta para combatir la restauración del capitalismo en los países socialistas. Hoxha fue incapaz de comprender las lecciones de la restauración del capitalismo en Rusia tras la muerte del camarada Stalin, hecho que simplemente señaló como un “golpe de Estado”. Pero el error más grave de Hoxha fue su oposición rotunda a las enseñanzas que la Gran Revolución Cultural Proletaria China, y vilipendiar a Mao Tse-tung como un antimarxista después de su muerte. Con ello, Hoxha selló su bancarrota ideológica y no tardó mucho para que su posición “izquierdista” girara a la derecha para permitir restaurar el capitalismo en Albania, aún en vida del mismo Hoxha.
Hoxha es sin dudas un líder innegable en Albania, pero el elemento consciente albanés debe racionalizar a la luz del marxismo sus errores y descubrir sus causas, colocar en su justo lugar a aquel líder, defendiendo sus aciertos y criticando implacablemente sus errores. Solo los comunistas guiados por el marxismo-leninismo-maoísmo pueden llevar adelante dicha tarea. De otra forma, es casi imposible que cualquier Partido se pueda erigir en Albania para liderar no solo la reciente radicalidad de las masas, sino las luchas futuras que preparen la retoma del poder por los obreros y campesinos albaneses.
