Mentiras de la cumbre sobre el cambio climático

Desde el 30 de noviembre al 11 de diciembre, se desarrolla la Cumbre Mundial sobre el Cambio Climático con la participación de presidentes de 195 países. Allí procuran distraer con discursos sobre sus «buenas intenciones» de reducir la emisión de los gases causantes del efecto de invernadero, pero sin renunciar al crecimiento económico, es decir, sin poner en peligro la esencia del sistema capitalista, cual es la ganancia al mando.

Esto es hipócrita, más aún cuando todas las potencias imperialistas no renuncian a su disputa por Siria, que precisamente tiene la causa económica en el magnífico negocio que representa la circulación de petróleo y gas por su territorio para que llegue a todo el mundo occidental. ¿Si se comprometen a el uso de otras energías seriamente por qué no renuncian a la guerra en Siria?

Llama la atención las mentiras de representantes imperialistas como Obama, cuando relaciona los estragos del terrorismo y los daños por el cambio climático al manifestar que estos son los responsables de: «Ciudades abandonadas, campos que no pueden volver a crecer, disrupciones políticas, conflictos, gente desesperada buscando refugio en países que no son el suyo». ¡Mentiras y cinismo de estos bellacos! por cuanto son ellos los directos responsables de las guerras de rapiña en las diferentes regiones del mundo, como se presenta en Siria, Libia, Irak entre otras tantas; son los mayores terroristas del mundo al ocasionar no solo la muerte sino también la emigración de miles de víctimas hacia Europa. Y no puede ser mayor el cinismo, de los Obama, Putin, Jiping, Merkel… para lavarse las manos y colocar velos de altruismo prometiendo el apoyo económico a largo plazo de 100 mil millones de dólares para los países oprimidos (los que llaman en vías de desarrollo) con el fin de lidiar con los problemas ambientales; precisamente males causados por los grandes monopolios del capital que se desplazan allí en busca de salarios más ínfimos y fuentes de materias primas más baratas para devastar. Tratan de ocultar que el capitalismo en su fase imperialista dividió el mundo en un puñado de países opresores, explotadores, y una inmensa mayoría de países oprimidos, explotados.

El capitalismo es responsable de la destrucción acelerada de la naturaleza, contaminando el aire, ríos y mares no solo con sustancias químicas sino también con los ensayos nucleares, asuntos que ni se mencionan en estas «famosas cumbres del cambio climático», precisamente cuando acaban de hacer ensayos nucleares devastadores en países como EE.UU y Rusia desplazó armas termonucleares a Siria capaces de llegar a cualquier país del mundo y destruir regiones enteras. No es la primera vez que hacen falsas promesas, desde que en 1972 realizaron la primera Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Humano (conocida también como la Conferencia de Estocolmo) y en 1979 la Primera Conferencia Mundial sobre el Clima en Ginebra, u otra famosa por los compromisos concretos como la del protocolo de Kioto de 1997, en la que las potencias imperialistas establecieron acuerdos de reducir las emisiones de los seis gases que más potenciaban el efecto invernadero, pero que países como Estados Unidos, Canadá y Rusia, entre otros, se han tomado el derecho de cumplirlos o no, según su conveniencia económica y simplemente de apoyar los acuerdos de palabra. De ahí que las masas en muchos países hicieron sentir su voz de protesta incluida la misma Francia, manifestándole a este puñado de parásitos que no creen en sus falsa promesas y exigen que no sigan acabando con el planeta, a lo cual la respuesta del régimen fue militar.

Debe quedar claro que los imperialistas no están dispuestos a salvar el planeta si esto no les da réditos; que sus encuentros por la preservación de la vida, en realidad son los encuentros para mantener la dominación monopolista mundial; que los gobiernos imperialistas como el francés están para servir al interés burgués, no el de la sociedad que reclama transformaciones de fondo también en materia ambiental, los cuales solo pueden cristalizarse si hay un cambio del sistema económico social, porque la propiedad privada y la ganancia son obstáculos infranqueables para poner la vida sobre los costos económicos. El único sistema que pudo hacer esto fue el socialismo, garantizando el equilibrio entre la sociedad y la naturaleza,

«el capitalismo -en cambio- es un régimen social que sobrevive a cuenta de depredar las dos únicas fuentes de riqueza: la fuerza de trabajo y la naturaleza; su esperanza de vida depende de estrangular la sociedad y destruir la naturaleza. Ante esta hecatombe los proletarios no podemos ser indiferentes, porque somos parte de la naturaleza, porque conociendo sus leyes podemos servirnos de ella con acierto. Pero para salvar la naturaleza es indispensable acabar con el causante de su destrucción: el capitalismo imperialista.»1

Por esto no basta resistir para salvar el planeta, se necesita la revolución que acabe con el capitalismo imperialista antes de que este acabe con la vida misma.

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