Tomado de Maoist Road, 13 de julio 2022
Proletari Comunisti es el blog del Partido Comunista maoísta Italia
Comenzamos con los últimos acontecimientos en Colombia, donde se vivieron importantes momentos de levantamiento social popular y luego la elección del Presidente
Las clases dominantes llegaron a un acuerdo para sofocar la revuelta social, el acuerdo consistió en destacar dos candidatos que proponían el cambio: uno, de la derecha, Rodolfo Hernández, que dijo no más corrupción, no más politiquería, mano dura con todos; el otro, Gustavo Petro, un ex guerrillero proveniente del M-19, que firmó un acuerdo de paz con el Estado en el siglo XX junto con otros movimientos pequeñoburgueses, que dio origen a la Constitución del 91. Este último acogió las exigencias del levantamiento del 21: solucionar la crisis social y sanitaria y respetar los acuerdos de paz de 2016 con las FARC. Otro candidato presidencial, que ahora es ministro de Petro, Alejandro Gaviria, encarna y expresa el acuerdo de las clases dominantes: controlar la revuelta social desde arriba. Ahora Petro propone un acuerdo nacional, de solidaridad nacional. Se puede decir que Petro gana con el apoyo de amplios sectores sociales, pero también con el apoyo de sectores de las clases dominantes. La diferencia de votos es de sólo 700.000: la abstención ha disminuido ligeramente, en tres puntos. Anteriormente estaba latente recurrir al fraude o al golpe de Estado, e incluso ahora existe la posibilidad de un golpe militar. Esta opción sigue abierta porque la mafia y los paramilitares siguen teniendo fuerza y poder, económico, político y militar. Colombia tiene el 70% de la producción mundial de cocaína, es el primer renglón de sus exportaciones, es un sector que representa entre el 3% y el 5% del PIB. Por lo tanto, esta es la base material de esos sectores.
La guerra contra el pueblo, que se ha intensificado en el último año, y que consiste en masacres, desplazamientos, asesinatos selectivos de dirigentes de las luchas sociales, no ha cesado y ha afectado también a los dirigentes de la coalición de Petro. Hacen parte de la coalición de Petro (Pacto Histórico), sectores de los Verdes y de todos los partidos revisionistas (pro-Urss, de los MLs, incluso de un partido autodenominado maoísta), lo apoyan hasta sectores del ELN, y aunque de manera no oficial de las propias FARC.
Antes de asumir el cargo, Petro ha sostenido reuniones con todos los demás sectores políticos, el ex presidente Uribe, el Partido Liberal, los partidos parlamentarios de Colombia para hacer tratos. Nuestro análisis es que Petro logró el apoyo de gran parte del descontento popular no por él, sino a través de Francia Márquez, y su figura de activista ambiental, negra, desplazada, amenazada por la reacción; gracias a esta figura logró el apoyo que lo obligó a proponerla como vicepresidenta, quien, sin embargo, tiene una función decorativa, pues tiene el Ministerio de la Igualdad.
Esta presidencia se asemeja a la de Castillo en Perú o a la de Boric en Chile, gobiernos nacidos en medio de una agitación social que no ha sido resuelta porque el hambre sigue existiendo y esos gobiernos no puedan dar solución a este problema.
¿Cuál es la situación actual de las masas? Cuáles son las formas de organización y levantamiento popular
Nuestro llamado a los campesinos, a las masas, es a prepararse para el próximo levantamiento popular, que se presentará con características diferentes a las del pasado; sacando lecciones de lo que apareció embrionariamente en el levantamiento social que apareció en 2019 bajo la forma del Primeras Líneas, que fue una forma de combate juvenil contra la policía, junto con la forma de las Asambleas Populares. Estas asambleas populares lograron desarrollarse como una Asamblea Nacional en 2020. En septiembre de 2020 hay un episodio que tiene un valor particular. Por primera vez en un periodo histórico, las masas realizan una acción ofensiva contra la fuerza policial, estas acciones en Bogotá logran atacar la mitad de las estaciones de policía. El 10 de septiembre de 2020 estas acciones se extendieron a las principales ciudades del país.
En abril del 2021 vemos que esas formas se desarrollaron, las asambleas populares se extendieron por todo el país, y las formas de «primera línea» pasaron de ser una forma de defensa a ser ofensivas contra la policía. Posteriormente, en mayo y julio de 2021 se celebran dos asambleas populares nacionales, la de julio se celebra en Cali, epicentro del levantamiento contra el régimen. En estas asambleas surgió el rechazo, la impugnación de la dirección de las centrales sindicales oficiales y sus acuerdos con las patronales, porque no fueron los sindicatos los que produjeron el movimiento, pero en cambio apelaron a los políticos de izquierda para que entraran en las asambleas populares. En estas dos asambleas, dos líneas surgieron del rechazo de las direcciones sindicales. Una que pretendía atraer a los políticos de izquierda a la asamblea, la otra línea que rechazaba a los políticos de izquierda y proponía una línea diferente, que no era sólo la de recoger reivindicaciones sino la de derrocar al régimen que las negaba.
¿Cuál fue el papel de su organización?
La UOC (Unión Obrera Comunista – mlm) esbozó un programa inmediato que respondía a las exigencias del movimiento: crisis económica, social y sanitaria, fin de la represión del pueblo y solución a los problemas de los campesinos.
La perspectiva era transformar las formas de la AP (Asamblea Popular) y de las PL (Primeras Líneas) en embriones del nuevo poder, con la perspectiva de un nuevo levantamiento social considerando cómo había respondido el régimen y cómo respondería teniendo en cuenta la experiencia de Cali.
Lo que ocurrió en Cali es que no sólo se declaró la militarización, el estado de excepción, sino que se dio libertad a la policía para disparar contra las masas, contra las manifestaciones, y no sólo a la policía, incluso a los paramilitares («gente de bien»), junto con torturas, desapariciones, cuerpos desmembrados de los líderes de la revuelta. Esto hizo que los trabajadores que habían participado en el movimiento, no como sindicatos, respondieran con «plomo contra plomo». Así, en Cali, en uno de los distritos más poblados se produjo la respuesta más dura pero también la reacción más eficaz de los amotinados.
Las AP se transformaron de ser una forma permanente que dirigía los bloqueos y las barricadas, en organismos que decidían, sobre todo: el tránsito, la salud, el sustento y la forma de tratar la contradicción con el lumpenproletariado. Todo esto ocurrió espontáneamente, las masas lo hicieron por sí mismas. Nos proponemos hacer consciente estos hechos.
En esta fase, por un lado la apertura de las campañas electorales, y por otro lado una fuerte campaña de represión, violaciones, lesiones, llevó a una situación de reflujo del movimiento. Pero como los problemas no se han resuelto, nuestro análisis es que volverán a estallar, sobre todo ante los esfuerzos de Petro por complacer a las clases dominantes.
Volviendo a la Asamblea de julio hubo un intento de manipularla por parte de los socialdemócratas y trotskistas, para convertirla en un apoyo a Petro, pero esto fue rechazado por la masa de esta asamblea; el rechazo impidió que los socialdemócratas pudieran imponer la politiquería en la asamblea. Pero como la AP estaba además muy afectada por la represión, fue disuelta sin tomar ningún tipo de resolución.
¿Cómo define la fase actual de Colombia?
Nuestro análisis de la situación objetiva actual es que estamos en una fase de transición, hemos asistido a flujos y reflujos, todo esto nos hace decir que lo que se avecina es una nueva fase de desarrollo en la que la revuelta social dará un salto, debido también a una situación objetiva a nivel mundial. En la última semana los mismos analistas burgueses hablan de una nueva recesión en los EE.UU. Que tiene repercusiones en todo el mundo. Y que en Colombia es evidente que agravarán la crisis social con la propagación del hambre, crecimiento del desempleo, crecimiento del ejército de emigrantes, la permanencia de la crisis sanitaria. A estos factores de crisis se suman los preparativos de la guerra imperialista y esto lleva a una exacerbación de la lucha de clases en todo el mundo. Al mismo tiempo, hay una crisis política por arriba en distintas partes y la posibilidad de nuevos levantamientos, nuevas revueltas sociales, nuevas luchas armadas, incluso de guerras civiles.
A nivel internacional, nos lleva a decir que se trata de una situación especial que nos obliga a los comunistas a dar un salto para preparar la nueva fase. No se puede avanzar en ningún país descuidando el trabajo de unidad de los comunistas a nivel internacional y las tareas internacionalistas.
En Colombia, creemos que el próximo periodo de algunos meses de relativa calma, que puede garantizar Petro, nos da la oportunidad de avanzar en lo que tenemos que hacer. Pronto celebraremos nuestro máximo evento democrático que resolverá cómo avanzar. Pero todo esto no puede hacerse por fuera o al margen de la lucha de clases, o al margen del trabajo de preparar a las masas para el nuevo levantamiento.
Los comunistas que no se vinculen a las masas, que no trabajen para elevar la conciencia de las masas, están destinados a ser rechazados, marginados y no podrán llamarse comunistas.
Un último aspecto de la situación en Colombia, el del problema agrario
Los camaradas de FR (Partido comunista de Colombia (fracción roja)) y PP (Poder Proletario) dicen que el principal problema es el de la semifeudalidad y la situación campesina, y en ello basan su orientación estratégica.
Los movimientos guerrilleros surgieron en Colombia a partir de los años 60, siendo las FARC el producto de la época llamada La Violencia; otras formaciones guerrilleras fueron el producto de la teoría del foco, como el ELN.
En el 65 se presenta la reconstitución del Partido Comunista (ml) en la lucha contra el revisionismo jruschoviano. En ese momento se señaló que en Colombia existían relaciones capitalistas, aunque persistían importantes remanentes de semifeudalidad; en consecuencia, los compañeros formularon la estrategia de la revolución como una revolución democrática, popular y antiimperialista en marcha hacia el socialismo, una revolución similar a la de la Nueva Democracia en China, pero con características especiales. La estrategia propuesta fue la guerra popular prolongada y rodear las ciudades desde el campo, construyendo bases de apoyo revolucionarias.
La violencia que dio origen a las FARC fue una respuesta de la clase campesina a la expropiación violenta que se produjo en las zonas productoras de café. Esta guerra no era la guerra de los campesinos por la democratización de la tierra, sino una guerra interburguesa, por la renta diferencial que surgía de este particular sector productivo. En ese momento, Colombia era el principal productor de café, a la par que Brasil.
En los años 80, los grupos guerrilleros que habían logrado sobrevivir en las zonas de nueva colonización agrícola se acercaron a las regiones donde existía la producción agrícola más desarrollada y a las zonas de producción petrolera y minera. Al mismo tiempo, comenzó a desarrollarse la producción de coca, tras la producción de marihuana.
Todas las formaciones guerrilleras se comprometieron con la burguesía agraria, con las capas de campesinos ricos, y comenzaron a vincularse con la naciente producción de coca, primero protegiendo los cultivos; las mismas acciones se dan en las zonas petroleras y mineras. Con el tiempo, se encuentran directamente implicados en la producción de coca y, más tarde, también en el proceso de refinado de la hoja de coca y, finalmente, se encuentran directamente vinculados al negocio del narcotráfico. A finales de los años ochenta, todo esto llevó a una lucha por este negocio, por los extraordinarios ingresos que produce el cultivo y refinado de la hoja de coca, así como los beneficios de la minería y la extracción de petróleo.
La burguesía, especialmente la vinculada al narcotráfico, desarrolla sus fuerzas paramilitares, vinculadas al Estado. En los años 90 hay una terrible guerra de expropiación de campesinos, en estos. años se expropian más de 10 millones de hectáreas a los campesinos pobres y medios y se expulsa del campo a más de 7 millones de campesinos. Algunas de estas tierras se siguen utilizando para el cultivo de coca, pero incluyendo en las mismas zonas laboratorios de refinado, otras para el cultivo de palma de aceite de origen africano, y otras para el cultivo de trigo y productos alimenticios.
En estos años actúan sectores de la gran burguesía, no terratenientes feudales, como es el caso del Grupo Empresarial Antioqueño, que tiene la empresa constructora ARGOS con plantas en EE.UU. La cual se apoderó de gran parte de la región donde ocurrieron 11 masacres (Montes de María) y donde actualmente se produce aceite de palma y madera de teca. En otra región (Llanos Orientales) el monopolio imperialista Cargill se apropió de tierras para la producción y comercialización de cereales, etc. Otros se apoderan de los territorios de los indígenas para la producción de caña de azúcar y combustibles derivados de ella.
Con el tratado de paz firmado por los jefes de las FARC con el gobierno de Santos en 2016, la base económica del mismo fue legalizar el despojo que ya habían realizado. Lo único que el acuerdo concede a los expropiados es la promesa de un fondo de tierras, tres millones de hectáreas, pero no las tierras expropiadas por la burguesía, sino valdíos. El resultado fue que los reclamantes de las tierras que les habían sido arrebatadas recibieron esta respuesta: o bien la adjudicación de otras tierras en otro lugar o bien tenían que demostrar que habían sido engañados con el título legal de esas tierras y, solo podían acceder a una parte de las tierras que habían sido embargadas por el Estado por estar dedicadas al narcotráfico. Algunas de estas tierras fueron devueltas a los campesinos, pero poco después también les fueron nuevamente arrebatadas y éstos fueron asesinados. Los que habían sido víctimas de la guerra se convirtieron en víctimas por segunda vez. La información que recibía el Estado de los campesinos a los que se les había arrebatado la tierra la recibían los propios paramilitares para revictimazarlos.
El resultado de todo esto es que hoy en día, incluso varias zonas indígenas ya no tienen la característica de ser tierras comunes, algunas de esas tierras producen coca y marihuana. Esto también ha estrangulado las formas culturales de las comunidades indígenas y ocasionado la división dentro de esas mismas comunidades en función de quienes ejercen la violencia armada en esas zonas, bandas armadas que tienen relación con los cárteles mexicanos del narcotráfico.
Es decir, el tratado de paz firmado no era más que permitir la entrada de nuevos jugadores en las zonas donde antes estaban las FARC. Como resultado del desarrollo de formas científicas de cultivo de la hoja de coca, sí hay una reducción de las hectáreas cultivadas, hay sin embargo un aumento en la cantidad de producción.
Otro elemento grave es que se obliga a los campesinos medios y pobres a vincularse a los carteles, mientras se persigue a los que siguen vinculados al ELN o a los que no aceptaron los acuerdos de paz, y en violación de los mismos acuerdos firmados se les impone la destrucción forzosa de los cultivos.
El problema grave en Colombia no es de semifeudalidad sino de capitalismo, el problema para los campesinos no es la tierra quien la trabaja sino quien la compra. Por otro lado, los compañeros vinculados a las organizaciones campesinas dicen: la tierra no se puede comer, estamos ahogados por los bancos, estamos estrangulados por los problemas de las semillas, la comercialización (vías de comunicación, servicios, etc.) y la asistencia técnica.
El problema de la tierra en Colombia no es un problema de democratización de la propiedad de la tierra, sino la necesidad de la nacionalización de la tierra, dando tierra en usufructo a los campesinos pobres y medianos, y también asignar tierra a los semiproletarios (propietarios de pequeñas parcelas pero que también deben trabajar para otros), que requieren tierra.
El programa actual de Petro dice: acabar con el feudalismo para desarrollar el capitalismo; es decir, la causa de la enfermedad debe curar la enfermedad; porque el aspecto central de los acuerdos de paz era desarrollar el capitalismo en las áreas de desarrollo agrario empresarial.
A las propias empresas capitalistas les interesa dar a los campesinos un pequeño pedazo de tierra para atarlos a la tierra y mantenerlos cerca de las empresas agrícolas a las que luego tienen que vender su fuerza de trabajo; en el acuerdo de paz se prevén las unidades agrícolas familiares e implementar diferenciaciones salariales dependiendo de las zonas. Todo ello define unas condiciones de superexplotación; no se pueden conseguir más de dos salarios mínimos. Al mismo tiempo se desarrolla otra realidad de cientos de miles de proletarios agrícolas asalariados obligados a vender su fuerza de trabajo en las grandes plantaciones agroindustriales. No sólo hay una reducción de la población campesina, sino también el hecho de que algunos de ellos son asalariados. A propósito de las grandes empresas agroindustriales, algo similar ocurrió en Brasil, un gran productor y comerciante de carne y alimentos francés (Luis Dreyfus Company), vinculado a otras empresas capitalistas brasileñas. En muchos de los países oprimidos, la lucha de los campesinos no es contra el semifeudalismo sino contra el capitalismo, y el enfrentamiento no es con los señores feudales sino con los grandes terratenientes capitalistas. Es curioso que hasta la prestigiosa Universidad de Harvad haya comprado grandes extensiones de tierra en Argentina y Paraguay.