Brenton Tarrant fue el perpetrador de la masacre que ha dejado hasta ahora 50 muertos en dos mezquitas en Christchurch, una ciudad de la “pacífica” Nueva Zelanda, donde “nunca pasa nada”. Usando armas largas transmitió en vivo la matanza en redes sociales, a sangre fría asesinó una a una las personas que, desarmadas e indefensas, se congregaban en la mezquita. Brenton Tarrant se definió como un racista que odia a los musulmanes, además aseguró ser un admirador de Donald Trump, algo que puede enmarcarse en lo que actualmente se conoce como movimientos neo-nazis, los cuales han tomado fuerza en los países imperialistas y se han convertido en victimarios y asesinos de inmigrantes, minorías étnicas y religiosas, entre ellos musulmanes. Algunos medios señalan que con esta masacre se ha iniciado una nueva era de terrorismo digital.
Son varias las masacres ocurridas en los últimos tiempos por los mismos motivos y causales; Brenton Tarrant dijo haberse inspirado en el asesino de la masacre de Noruega, perpetrado por otro terrorista neonazi llamado Anders Breivik; por lo tanto, se puede concluir que éste no fue un caso aislado, sino más bien una tendencia dentro de los grupos neonazis que comienzan a usar el terror y las matanzas en contra de las “personas no deseadas”. Poco antes de dirigirse a las mezquitas de Christchurch, Tarrant subió un texto titulado “El gran reemplazo”, un panfleto racista y nacionalista de 74 páginas, haciendo alusión a una teoría originada en los movimientos fascistas de Francia que va ganando terreno entre los círculos neo-nazis de los países imperialistas, según la cual los “pueblos europeos” son “reemplazados” por poblaciones no europeas inmigrantes y, por tal motivo, para “salvar a Europa” estas personas deben ser “eliminadas”. Tal teoría, abiertamente reaccionaria, terrorista, xenófoba y ejecutada contra las masas más oprimidas y explotadas de este sistema moribundo, se presenta hoy como la continuación de las ideas del fascismo del Siglo XX, y no es solo una teoría o un pensamiento de algunas sectas esporádicas y grupos aislados, sino que tales movimientos neo-nazis se acompañan y se fortalecen con las políticas y recetas imperialistas para atacar y perseguir los inmigrantes en los países de Europa y en Estados Unidos; por ejemplo, los movimientos neonazis en Francia, Turquía, Croacia, Italia, etc., operan conjuntamente con la policía como grupos de choque para contrarrestar las olas de inmigrantes que arriban a esos países.
Los movimientos neonazis y las recetas imperialistas en contra de los inmigrantes y minorías étnicas o religiosas no son distintos, sino parte del mismo menú de un sistema en avanzado estado de agonía, donde se impone la reacción en toda la línea y en todos los órdenes. Por ejemplo, algunas políticas imperialistas contra los musulmanes datan de mediados de los años ochenta, anticipándose a la barbarie e invasiones cometidas posteriormente por Estados Unidos en los países petroleros de oriente (musulmanes). Los intelectuales al servicio de los imperialistas estadounidenses diseñaron su teoría justificando las invasiones y el holocausto futuro, con la “doctrina del conflicto de civilizaciones”, encubriendo y argumentando las matanzas o guerras venideras; la doctrina imperialista hablaba de una lucha entre “occidente y oriente”, causante de futuros conflictos religiosos, justificando así las guerras de saqueo y el pillaje, como en realidad fueron. Los pueblos musulmanes de los ochenta para acá son “enemigos de occidente” por obra de la religión y no por la voracidad de los imperialistas; esa ha sido la justificación de la agresión, el bombardeo sistemático y la invasión a los países de Medio Oriente por parte de los imperialistas.
El mismo monigote de Donald Trump reiteradas veces se ha manifestado en contra de los inmigrantes en términos despectivos, manifestando que “los inmigrantes sin documentos no son personas; son animales”; nada distinto a lo manifestado por Hitler sobre los judíos en su momento: “los judíos no son personas, son animales”. La política de segregación y terror estatal contra los inmigrantes latinoamericanos que luchan por cruzar la frontera, por parte de Trump y la pandilla que gobierna Estados Unidos, ha llegado al extremo de crear cárceles para niños inmigrantes y separarlos de sus padres. Pero eso no es todo, allí también existen movimientos neonazis que en las fronteras han conformado grupos armados y operan como paramilitares persiguiendo y asesinando inmigrantes, es el mismo menú imperialista pero con distintos ingredientes.
El avance de la reacción política, como manifestación de la putrefacción del sistema llega incluso a los países oprimidos. En América Latina, por ejemplo, también existen grupos neonazis, y aunque son muy pequeños, no dejan de ser peligrosos, por cuanto algunos de ellos están dedicados a perseguir movimientos progresistas y personas que “no encajan” en la hipócrita moral de los oscurantistas de cavernarios como el exprocurador Alejandro Ordoñez: en meses pasados se conoció la noticia del apuñalamiento de tres mujeres que participaban en marchas por el derecho al aborto en Chile por parte de un neonazi; en Colombia existe un movimiento denominado “tercera fuerza” y otros con nombres parecidos que también han agredido físicamente a personas pertenecientes a movimientos sociales o de izquierda. En este país recientemente salió a flote una nueva organización de corte “militar” denominada “Brigada Nacional 18” y se dio a conocer por un vídeo mediante el cual un encapuchado, portando armas de fuego, amenazaba de muerte a los “estudiantes guerrilleros de las universidades públicas”; en la universidad de Antioquia repartieron panfletos amenazantes, que además estaban rubricados con esvásticas. Tales organizaciones terroristas de carácter neonazi también participan del terrorismo estatal y contribuyen a perseguir a las organizaciones de masas y luchadores populares.
En Francia el movimiento de los “Chalecos Amarillos” ha sacado por la fuerza, a golpes y palos, a los neonazis infiltrados en las marchas y protestas, quienes pretenden envenenar al movimiento con la idea de que la causa de las miserias del pueblo francés son los inmigrantes y no el imperialismo. También acá en Colombia, por la fuerza y como parte de la organización de las masas, se debe apalear a dichos movimientos neonazis que intentan infiltrar las movilizaciones, denunciar a sus integrantes y descubrirlos ante las masas para que sean ellas mismas las que actúen frente a este engendro del imperialismo moribundo.
Todos estos hechos solo confirman el avanzado estado de agonía del capitalismo imperialista y demuestran la urgencia de avanzar a un nuevo estadio social. El avance del neofascismo y sus crímenes, el mismo alboroto de los medios burgueses anunciando el inicio de una nueva era de terrorismo digital… corroboran las afirmaciones de los comunistas: la existencia de la burguesía es incompatible con la existencia de la sociedad; su sistema, hoy convertido en un infierno de explotación y opresión mundial, hacen necesaria la revolución proletaria y la instauración del socialismo en toda la tierra.