Esas fueron las palabras del senador Gustavo Bolívar al referirse a la marcha convocada por las centrales sindicales y el CNP el 28 de abril:
“Queridas centrales obreras y partidos afines: Apoyo marchas y cacerolazos, iré a ellas y acabaré otra sartén pero, con todo respeto: Eso no sirve para nada. No conozco una solo sociedad q haya provocado cambios con una marcha de 4 horas. Los invito a quedarnos, indefinidamente” — Gustavo Bolívar (@GustavoBolivar) April 16, 2021
El Senador tiene razón: un desfile de 4 horas, como los acostumbrados por las camarillas de las centrales sindicales con el nombre de “paro nacional” no provocará cambio alguno. Se necesita ahora del Paro General Indefinido para frenar la voracidad de los capitalistas, el atraco del régimen con la nueva reforma tributaria y la andanada de medidas antiobreras y antipopulares impuestas o en proceso con el pretexto de la pandemia.
Y si las marchas y desfiles no sirven para nada, quiere decir que mucho menos sirven los alegatos en el establo parlamentario como han dicho los proletarios revolucionarios quienes han puesto en evidencia que ellos solo sirven para distraer al pueblo y engañarlo sembrando confianza en las instituciones del Estado y en los politiqueros.
El llamado de Gustavo Bolívar sirve además para hacer otra reflexión, si las marchas no sirven para nada, si tampoco sirven los alegatos inútiles en el parlamento, la conclusión obligada es que tampoco sirven para nada los votos en la farsa electoral.
En efecto, tampoco se conoce una sola sociedad que haya provocado cambio alguno cambiando los gobernantes mediante las elecciones. Y no puede ser de otra forma porque el Estado en la sociedad capitalista es la máquina de dominación de la burguesía y en esta época del imperialismo, de los grandes monopolios. Es decir, la democracia actual es democracia para los ricos y dictadura contra los pobres; porque el Gobierno en esta sociedad es solamente la junta que administra los negocios comunes de los capitalistas; porque el parlamento es un mero adorno para darle la apariencia democrática a la dictadura de los monopolios; porque en las elecciones en la actualidad no es el pueblo quien elige sino quien tiene el poder del capital…
En resumen, si las elecciones no sirven para nada y con ellas no se logrará ningún cambió ¿Por qué entonces engañan al pueblo haciéndole creer que con el “Pacto Histórico” y llevando a Petro a la presidencia todo cambiará?
Los verdaderos cambios conocidos por la sociedad han sido producto de revoluciones. Es decir, de destronar por la fuerza a los antiguos gobernantes y en esta época solo pueden ser posibles siguiendo el camino de la Comuna de Paris en 1871 y de las revoluciones proletarias que el siglo XX entregaron el poder al pueblo armado y establecieron el gobierno de los obreros y los campesinos. El que el proletariado haya sido derrotado temporalmente no significa que ese camino sea incorrecto.
Hoy, cuando el mundo burgués se viene a pique y las clases dominantes están demostrando su incapacidad para seguir dirigiendo la sociedad, le corresponde a la clase obrera, en alianza con sus hermanos campesinos, prepararse para tomar las riendas de la sociedad, pues al final de cuentas, como diría Carlos Marx en el Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, por allá en 1852:
“…las revoluciones proletarias, …se critican constantemente en sí mismas, se interrumpen constantemente en su propia marcha, vuelven sobre lo que parecía terminado, para comenzarlo de nuevo, se burlan concienzuda y cruelmente de las indecisiones, de los lados flojos y de la mezquindad de sus primeros intentos, parece que sólo derriban a su adversario para que éste saque de la tierra nuevas fuerzas y vuelva a levantarse más gigantesco frente a ellas, retroceden constantemente aterradas ante la vaga enormidad de sus propios fines, hasta que se crea una situación que no permite volverse atrás y las circunstancias mismas gritan:
¡Hic Rhodus, hic salta!
¡Aquí está la rosa, baila aquí!”
He ahí el camino cierto para cambiarlo todo y de raíz.