A mediados de la década del 60, una camada de comunistas ex militantes del Partido Comunista de Colombia, así como otros revolucionarios provenientes de otras organizaciones de izquierda, decidieron unir esfuerzos en pro de la reestructuración del Partido Comunista Colombiano como una verdadera organización proletaria revolucionaria. Este esfuerzo hacía parte de la lucha a nivel internacional que se libraba entre marxistas-leninistas consecuentes en contra del revisionismo jruschovista.
Ricardo Torres, Carlos Alberto Morales y Francisco Garnica fueron parte de esa camada de comunistas que entregaron su vida para que la clase obrera y las masas populares en Colombia pudieran tener un partido propio, independiente y revolucionario, y no se conformasen con un partido conciliador, pacifista, electorero, reformista y seguidor de los liberales como en ese momento caracterizaba –y aún hoy caracteriza- al Partido Comunista Colombiano (PCC).
Es poco lo que se conoce de la vida de estos tres comunistas, en especial de Carlos Alberto Morales y Ricardo Torres. El camarada Alberto -quien fue militante del Partido Comunista Colombiano y luego del Partido Comunista de Colombia (m-l)-, cuenta en sus memorias que fueron publicadas en Revolución Obrera en 2004[1], que Carlos Alberto Morales fue un comunista que hacía su labor política en Manizales y Ricardo Torres fue un profesor comunista que militaba en el Departamento del Valle del Cauca.
Del que sí se conoce un poco más de su trayectoria es del camarada Francisco Garnica. Desde muy joven se vinculó a la Juventud Comunista (JUCO) en el Valle del Cauca, llegando a ser principal dirigente de la región e integrante del Comité Central de esta organización juvenil. Al igual que otros militantes de la JUCO o del PCC (como Pedro Vásquez Rendon) comenzaban a desarrollar la lucha ideológica en el seno de la JUCO y el PCC contra la línea revisionista encabezada por Gilberto Vieira y compañía, alrededor de los debates sobre la estrategia a seguir de la revolución colombiana.
En el V Pleno del Comité Central de la JUCO de febrero de 1964, el camarada Francisco Garnica expuso su posición en el documento Preparemos el asalto al poder, en este informe:
«sustentó una posición discrepante de la línea política establecida, con la propuesta de adoptar una estrategia revolucionaria de movilización popular e implementación de formas de lucha con perspectiva de la toma del poder político. El contenido de este documento que se correspondía con sus posiciones coincidentes con otros cuadros del Partido Comunista de Colombia (y de la JUCO) obedecía a un intenso debate desarrollado desde el año anterior. Argumentó que el régimen político del Frente Nacional tendía a la fascistización con uso de represión, violencia y terrorismo contra los comunistas y movimientos que abogaban por cambios políticos y beneficios sociales; que había descontento e importante ascenso de las protestas populares; y que la creciente abstención electoral respondía a creciente conciencia de la población que debía conducirse al boicot electoral, a la vez que potenciar las autodefensas campesinas en rechazo a la violencia institucional hacia la lucha armada revolucionaria para la toma del poder»[2].
En otras reuniones del PCC y de la JUCO, el camarada Garnica continúo difundiendo sus posiciones consecuentemente revolucionarias, a pesar de que la dirigencia mamerta se oponía, haciendo uso de los métodos burocráticos, a que se desarrollara la lucha ideológica en el seno del Partido y la Juventud. El camarada Alberto recuerda la ocasión donde pudo observar al «camarada Pacho» batiéndose contra los revisionistas colombianos:
«Fue convocada una Conferencia ampliada de la Juco y el PCC con delegados de varias regiones del país. Temario: próxima campaña electoral y la participación de los comunistas. El Salón de la Federación de Caldas (Fedecaldas) donde fue realizada, fue pequeña para tanta gente; había llegado del Valle el camarada Garnica con otros compañeros. Yo me encontraba al fondo del escenario, hubo varias intervenciones, pero defensoras de la línea del IX Congreso donde se hablaba de las alianzas para participar en las elecciones acorde con la Dirección del Comité Central.
Al Camarada Garnica no obstante pedir la palabra, se la iban relegando para darle paso a los incondicionales. Fue entonces cuando él saltó al escenario y entonó una enérgica oratoria que hizo temblar la audiencia: apasionadamente se refirió al electorerismo y al pacifismo como negativos para la lucha de las masas, proclamó la necesidad de la huelga para dirimir los conflictos obrero patronales, de encadenar estos conflictos hacia una huelga general (huelga política de masas). En ese momento, un mamerto pidió la palabra para rebatir a Garnica argumentando que el Partido también apoyaba la revolución, pero que no había condiciones, sustentando su interpelación al orador con las «famosas» autodefensas campesinas de Pato, Guayabero, Marquetalia y Rio-Chiquito. Lo cual Garnica denunció como una futura masacre, por su aislamiento de las masas, la falta de organización e independencia política, donde el Partido no tenía injerencia.
Para rematar su discurso, poniendo como ejemplo la Revolución Rusa de 1905, donde huelgas aisladas fueron ligadas por el Partido Bolchevique en una gran huelga política de masas, donde se creció la organización legal y hubo enfrentamientos armados en varias ciudades, destacando la actitud de los bolcheviques frente a mencheviques y oportunistas, como frente al renegado Plejánov quien dijo “no se debió haber empuñado las armas”.
Su discurso fue cortado y la mesa directiva cedió la palabra a otro mamerto, pero el camarada Garnica recibió aplausos de la mayoría de los asistentes. Los otros oradores mamertos continuaron sus arengas contra Pacho tildándolo de divisionista, chinista, etc. y de estar contribuyendo a la división del PCC y la Juco en el Valle y en el Departamento del Magdalena y otras regiones.
Como no le permitieron más el uso de la palabra, se retiró, no sin antes agitar consignas como: ¡Viva el Marxismo-Leninismo! ¡Viva la Revolución! ¡Abajo el pacifismo y las elecciones! Creo que fue la última intervención del camarada en este regional en un acto de masas».
Luego de su expulsión de la JUCO, junto a otros comunistas y revolucionarios, Francisco Garnica pudo asistir como delegado al X Congreso (fundacional) del Partido Comunista (m-l) en 1965. Allí pudo ser parte de la Mesa directiva del Congreso y fue elegido al Comité Ejecutivo Central del Partido.
Asesinato de tres grandes comunistas
En 1965, transcurría el gobierno de Frente Nacional del conservador Guillermo León Valencia, el Partido Comunista (m-l) había sido fundado y se emprendía a realizar su trabajo revolucionario. Una de estas tareas era iniciar la implantación de «zonas de guerra» en algunos territorios del país, las cuales ya venían en un proceso de conformación desde 1964. Las tres zonas escogidas fueron: la zona «Flor» que correspondía al noroeste del país, entre los ríos Alto Sinú y San Jorge; la zona «X» que agrupaba el Magdalena Medio; y la zona «H» en el norte del Valle con proyección a los Departamentos de Risaralda y Chocó. Fue a esta última zona donde fueron destinados los camaradas Ricardo Torres, Carlos Alberto Morales y Francisco Garnica[3].
El 15 de diciembre de 1965, los tres camaradas venían realizando trabajo político-militar en Guacarí cuando fueron capturados por un inspector de policía, el cual los entregó a la III Brigada del Ejército. En las instalaciones del Ejército fueron torturados brutalmente con el fin de sacarles información, en vista que no lograron su cometido y ya con los cuerpos de los camaradas bastante maltrechos por las incesantes torturas, fueron asesinados a bala, y sus cuerpos abandonados tres días después en una carretera.
Así recuerda el camarada Alberto la última vez que vio con vida a Francisco Garnica:
«Fui citado por un miembro del Comité Regional (yo militaba en un organismo de base) para que sirviera de “campanero” porque llegaba un importante camarada en una camioneta por la vía al Magdalena y el Comité Regional de aquí lo esperaba para una comida en un restaurante que en ese tiempo se ubicaba al frente del Instituto Universitario (creo que era La Fonda), pues el camarada viajaba con armamento para un sector del Valle del Cauca. Mi actividad era cuidar el vehículo e informar cualquier acto sospechoso, pues Pacho continuaría esa misma noche a su destino en el Valle.
Cuando llegó el vehículo, se bajaron dos camaradas, entre ellos, Pacho, me relacionaron como militante y de confianza. Me estrechó la mano y más o menos ocho personas ingresaron al restaurante. La sola entrada a ese sitio causó un gran alboroto que casi pone en riesgo la vida o la libertad de los camaradas. No sabíamos que los mamertos se encontraban esa noche en una gran parranda de comilonas y alcohol, pues festejaban “otro aniversario” de la fundación del partido originado en 1930.
Nuestros amigos trataron de retroceder para evitar estas malas y policiacas compañías, pero Pacho con ironía fue retenido por los mamertos, creo que fue así según me informaron: “no se devuelva ex-camarada, usted se avergüenza del aniversario del Partido” … alguien más dijo: “no, es que ya se sienta con los divisionistas chinos”. Pacho respondió verbalmente a la agresión, pero como trataron de retenerlo a la fuerza, se vio obligado a sacar un arma de fuego y los mamertos quedaron petrificados. Inmediatamente, sin comida, ni acompañantes, excepto quien viajaba con él, emprendieron la retirada sin probar un bocado y continuaron su marcha saliendo de Manizales. Fue la última vez que lo vi, pues en diciembre de ese año fue brutalmente torturado y asesinado en una brigada militar».
En abril de 1967, este hecho del asesinato y tortura de estos tres valientes comunistas fue denunciado por el congresista anapista Elías Salazar García como un caso de «homicidio político» sin ningún juicio. El ministro de defensa de ese entonces, general Ayerbe Chaux defendió el accionar del ejercito al argumentar que Carlos Alberto Morales, Ricardo Torres y Francisco Garnica se les había aplicado la ley de fuga y que eran culpables de crímenes debido a su militancia comunista. Un año después, el representante Elías Salazar García seria asesinado en Cali[4].
Ejemplo para la juventud revolucionaria
En un nuevo aniversario luctuoso de los camaradas Francisco Garnica, Carlos Alberto Morales y Ricardo Torres, les recordamos como mártires de la clase obrera y el pueblo oprimido en Colombia. Su entrega a la causa revolucionaria debe servir de ejemplo para las nuevas generaciones de comunistas. En este momento donde necesitamos nuevamente restaurar el Partido Comunista se hace necesaria la participación de la juventud en este proceso, al igual como hicieron aquellos jóvenes comunistas que nos precedieron y en los que se encontraban estos tres valerosos militantes revolucionarios.
¡Gloria eterna a los camaradas Ricardo Torres, Carlos Alberto Morales y Francisco Garnica!
¡Viva la Juventud Revolucionaria!
[1] Estas memorias fueron publicadas en 2004 en los números 123, 124 y 125 del periódico. Luego fueron reproducidas como un solo artículo el 20 de julio de 2020 con motivo del 55 aniversario de la fundación del Partido Comunista de Colombia (marxista-leninista). Disponible https://revolucionobrera.com/efemerides/memorias-de-militantes/
[2] Villarraga Sarmiento, Álvaro (2020), “Garnica Narváez, Francisco”, en Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en https://diccionario.cedinci.org/garnica-narvaez-francisco/
[3] Villarraga S Alvaro; Plazas Nelson. Para reconstruir los sueños (Una Historia del EPL). Bogotá: Fundación Cultura Democrática, 1994. p. 33
[4] Ayala Diago, César Augusto. (2014). “Del fascismo al socialismo (la evolución ideológica de Elías Salazar García)” En: Revista Historia y Espacio, No. 18, p. 115. Disponible https://historiayespacio.univalle.edu.co/index.php/historia_y_espacio/article/view/6993/9474