En el Centenario de la Revolución de Octubre
En el Centenario de la Revolución de Octubre, el imperialismo muestra su decadencia y descomposición en medio de los estertores de la peor crisis económica del capitalismo mundial; y mientras el proletariado se prepara nuevamente a conquistar el poder, la burguesía y sus loros de los medios, interesados en perpetuar la esclavitud asalariada, pretenden convencer a los pueblos del mundo que la guerra y la violencia revolucionaria son cosas pasadas de moda; de ahí que mientras los imperialistas bombardean y exterminan países y someten por la fuerza de las armas a los pueblos, para defender sus privilegios, pregonan para los trabajadores la renuncia a los métodos revolucionarios de lucha.
A ese coro nauseabundo se han unido los partidos oportunistas y todos los reformistas, armados y desarmados que, particularmente en Colombia, hoy defienden la paz que se inventaron las clases dominantes para legalizar el despojo de los pobres del campo y desarmar ideológicamente a los obreros y campesinos, cuyas aspiraciones máximas solo pueden conquistarse con la Guerra Popular, con la insurrección armada siguiendo el camino de los proletarios en Rusia hace 100 años.
Ante ese coro reaccionario los legítimos herederos de la Revolución de Octubre enarbolamos las vigentes palabras de Marx y Engels en el Manifiesto del Partido Comunista:
Los comunistas consideran indigno ocultar sus ideas y propósitos. Proclaman abiertamente que sus objetivos sólo pueden ser alcanzados derrocando por la violencia todo el orden social existente. Las clases dominantes pueden temblar ante una Revolución Comunista. Los proletarios no tienen nada que perder en ella más que sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo que ganar.»
Con este motivo reproducimos apartes de la Propuesta de Formulación de una Línea General Para la Unidad del Movimiento Comunista Internacional presentada por la Unión Obrera Comunista (mlm) a discusión de los marxistas leninistas maoístas de todos los países.
Los extractos son una defensa de la violencia revolucionaria de las masas, de la Guerra Popular como camino inevitable del proletariado y las masas populares en su lucha por la liberación, como enseñaron los días que estremecieron y convulsionaron al mundo.
Allí se encuentra una defensa de las grandes enseñanzas de la gesta que inauguró la Era de la Revolución Proletaria Mundial en oposición de quienes alegan la existencia de un tal «ciclo de octubre» que ya se «cerró», lo cual no es más que una abjuración del marxismo y de la experiencia de la Revolución de Octubre.
En los fragmentos se muestra la vigencia de la Insurrección Armada, el Camino de Octubre que hoy sigue teniendo validez y es fuente de enseñanza para el proletariado de los países donde predominan las relaciones capitalistas de producción; deslindando con quienes hacen una separación mecanicista y subjetiva entre Guerra Popular e insurrección, demostrando que la Insurrección es una forma particular de la Guerra Popular.
Argumentar que la experiencia insurreccional del proletariado en Rusia no volverá a presentarse es subjetivismo y, en últimas, es oponerse a que las masas osen tomar el cielo por asalto, por cuanto desarma al Partido proletario de una correcta comprensión de la guerra. La idea de preparar una «guerra popular prolongada» como camino general para conquistar el poder en los países capitalistas, independiente de los deseos subjetivos, conduce inevitablemente a la aventura guerrillerista urbana; camino desastroso ya ensayado por sectores de la pequeña burguesía revolucionaria en Europa y América Latina en las décadas del 70 y 80 del siglo pasado.
La Vigencia de la Revolución de Octubre
El triunfo de la Revolución de Octubre de 1917 en la Rusia zarista, inauguró la nueva Era de la Revolución Proletaria Mundial; la Era de la derrota mundial del imperialismo. Con la ruptura en Rusia del frente imperialista mundial, comienza a cuartearse el sistema capitalista mundial.
En el fragor de la I Guerra Mundial imperialista y aprovechando la reserva indirecta de las contradicciones entre los enemigos, la clase obrera actuó como partido político independiente, al frente de la insurrección del pueblo armado que destruyó el viejo Estado e instauró el nuevo Estado de la Dictadura del Proletariado, siguiendo la enseñanza de La Comuna de París:
La clase obrera, dirigida por el Partido Bolchevique, aliada a los campesinos pobres y apoyada por los soldados y los marinos, derribó el Poder de la burguesía, instauró el Poder de los Soviets, creó un nuevo tipo de Estado, el Estado Soviético socialista, abolió la propiedad de los terratenientes sobre la tierra, entregó ésta en disfrute a los campesinos, nacionalizó toda la tierra del país, expropió a los capitalistas, puso término a la guerra conquistando la paz, obtuvo la necesaria tregua y creó con ello las condiciones para el desarrollo de la construcción socialista.
Historia del Partido Bolchevique de la URSS.
La Revolución de Octubre creó las condiciones materiales para construir la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas —URSS—, ligando la lucha del nuevo movimiento revolucionario antiimperialista contra toda opresión nacional, con la lucha de la clase obrera contra el poder del capital; resolviendo mediante el poder de la Dictadura del Proletariado el problema nacional de un Estado multinacional, sobre la base de la igualdad de las naciones antes sometidas por el imperio zarista de los rusos, de su plena libertad de unión o de separación con derecho a existir como Estados independientes.
La Revolución de Octubre difundió el Marxismo Leninismo por los países del mundo; dio un empuje enorme a la organización mundial del proletariado, la Internacional Comunista, avivando y apoyando ideológica y materialmente la construcción de Partidos Comunistas en los diversos países.
La Revolución de Octubre se convirtió, por sus actos, en puente entre las dos corrientes históricas de la Revolución Proletaria Mundial, en su avanzada y base de apoyo, en la pionera de la construcción de la nueva sociedad socialista, en la demostración de cómo la derrota de la burguesía y el imperialismo exige y presupone la derrota del oportunismo internacional para el cual sólo es aceptable el marxismo y la revolución, si se les suprime la teoría y la práctica de la Dictadura del Proletariado.
Olvidar o menospreciar la experiencia histórica de la Revolución de Octubre, con el pretexto de ver un antagonismo entre la insurrección proletaria y la guerra popular prolongada, es abandonar el marxismo en cuanto a la teoría militar del proletariado. Renunciar a esa experiencia con el argumento de considerar la Revolución de Octubre parte de una etapa caduca de la Revolución Proletaria Mundial, es abjurar del leninismo —el marxismo de la época del imperialismo— para abrazar la teoría burguesa socialdemócrata de las “ventanas históricas” según la cual, ya el proletariado tuvo su oportunidad histórica de transformar el mundo y fracasó.
La Confusión Sobre Guerra Popular e Insurrección
Contraponer y separar con una «muralla china» la Guerra Popular y la Insurrección considerándolas «dos modelos opuestos estratégicos» y disparatando de la insurrección como «insurreccionalismo» —acto único de unos cuantos putchistas, sin preparación ni adiestramiento de las masas populares—, es ignorar la posición del marxismo sobre la insurrección, desconocer la experiencia histórica de la revolución proletaria y demostrar una crasa incomprensión de la violencia revolucionaria de las masas, como característica esencial común de la Revolución Proletaria, la Guerra Popular y la Insurrección.
La insurrección en masa, la guerra revolucionaria, los destacamentos de guerrilleros: estos son los únicos procedimientos con la ayuda de los cuales un pueblo pequeño puede vencer a uno grande; solo así un ejército más débil puede enfrentarse a otro más fuerte y mejor organizado.
La Guerra en Italia, Marx y Engels – 1849.
La Insurrección es una forma de lucha armada de las masas, una forma de guerra de las masas, una forma de Guerra Popular, como lo demuestra la historia de la revolución proletaria. La contraposición artificial entre la Guerra Popular y la Insurrección tiene su base ideológica en el idealismo subjetivo que se niega a reconocer la realidad objetiva tal cual es, y en el dogmatismo contrario al criterio materialista marxista de aceptar la verdad de la doctrina estrictamente por su conformidad con el proceso objetivo tal como fue aceptado en 1984:
El peso relativo de las ciudades en relación al campo, tanto política como militarmente, es una cuestión sumamente importante que plantea el creciente desarrollo capitalista de algunos países oprimidos. En algunos de estos países es correcto iniciar la lucha armada con insurrecciones en la ciudad, y no siguiendo el modelo de cercar las ciudades desde el campo. Además, incluso en los países donde la vía de la revolución es la de rodear las ciudades desde el campo, pueden ocurrir situaciones en las que un levantamiento de masas conduce a sublevaciones e insurrecciones en las ciudades y el partido debe estar preparado para aprovechar tales situaciones como parte de su estrategia de conjunto.
Declaración del Movimiento Revolucionario Internacionalista – 1984.
Proclamar la «fusión de la guerra popular prolongada y la insurrección armada» —como lo ha hecho el revisionismo pseudo-MLM prachandista— es en lo ideológico, una perversión de la correcta relación entre la Guerra Popular y la Insurrección y, en lo político, un ardid oportunista para renunciar a la Guerra Popular que seguramente, de no haber sido por la traición, hubiera alcanzado el triunfo, desencadenando una gran insurrección en Katmandú. La palabrería de Kiran & Cía., sobre la «insurrección popular», la «revuelta popular», la «lucha armada», no pasó de ser una frase hueca, una amenaza sumisa: «el partido tomará las armas si el poder del Estado no puede garantizar los derechos del pueblo», léase si la burguesía impide el camino parlamentarista de la transición pacífica.
"El acuerdo de 12 puntos y el acuerdo general de paz han fracasado. Hay que elaborar un nuevo convenio de acuerdo con la nueva situación", palabras de Baidya Mohan presidente del “nuevo” PCN(M), tras la celebración del 7º Congreso.
El que la Insurrección sea parte y una forma de la Guerra Popular, no niega que además de los principios generales comunes con la Guerra Popular, la experiencia del movimiento obrero y de la revolución proletaria, haya comprendido sus leyes particulares:
La primera es que jamás se debe jugar a la insurrección a menos se esté completamente preparada para afrontar las consecuencias del juego. […] La segunda es que, una vez comenzada la insurrección, hay que obrar con la mayor decisión y pasar a la ofensiva. La defensiva es la muerte de todo alzamiento armado, que está perdido antes aún de medir las fuerzas con el enemigo;
Revolución y contrarrevolución en Alemania, Engels – 1852.
Y sus condiciones especiales para asegurar el triunfo:
Para poder triunfar, la insurrección debe apoyarse no en una conjuración, no en un partido, sino en la clase más avanzada. Esto en primer lugar. La insurrección debe apoyarse en el auge revolucionario del pueblo. Esto en segundo lugar. La insurrección debe apoyarse en aquel momento de viraje en la historia de la revolución ascensional en que la actividad de la vanguardia del pueblo sea mayor, en que mayores sean las vacilaciones en las filas de los enemigos y en las filas de los amigos débiles, a medias, indecisos, de la revolución. Esto en tercer lugar.
El Marxismo y la Insurrección, Lenin – 1917.