El Gran Campo Socialista
Tras la guerra, toda Europa debió ser reconstruida de las ruinas. La URSS, quien soportó las mayores penurias y atravesó las pruebas más difíciles en la guerra se recuperó rápidamente gracias a la economía socialista y a la dirección del Partido Bolchevique, fue insoslayable el increíble arrojo de las masas por levantar de las ruinas a su país. Algunos estimaron que la URSS tendría necesidad de varias décadas para curar las heridas que le habían infringido a su tejido industrial. No obstante, gracias a tres años de esfuerzos titánicos, la producción industrial de 1948 sobrepasó la de 1940. Respecto a 1940, año base, la producción de carbón llegó al índice 123, la electricidad al 130, los laminados al 120, los automóviles y camiones al 161, las máquinas e instrumentos al 154, y el cemento al 114. (Charles Bettelheim, L’economie soviétique, Ed. Recueil Sirey, Paris, 1950, pp. 148, 151). En 1950, a finales del 4° plan quinquenal, la producción industrial era un 73% más elevada que la de 1940. La producción de bienes de producción se duplicó, la de los bienes de consumo se elevó en un 23%.
El 9 de febrero de 1946, Stalin presentó un balance de la guerra, en el cual concluyó: «La guerra fue una gran escuela en donde todas las fuerzas del pueblo fueron puestas a prueba y verificadas». Por aquel entonces el Partido Bolchevique había salido victorioso de innumerables batallas, pero se vendría una lucha de la cual los bolcheviques saldrían derrotados y el proletariado ruso y mundial sufrirían una seria derrota a manos del revisionismo Jrushevista. Dentro de las filas del partido bolchevique venía madurando una línea revisionista que pugnaba por restablecer el reinado del capital en la URSS, línea que anidó y se desarrolló en el punto más cardinal y a la vez más débil del partido bolchevique; ello es, en un asunto importante en la cuestión del poder, de la dictadura del proletariado. En el manejo estatal de los recursos y administración pública sobrevivía cierto burocratismo dentro de la URSS, algunos dirigentes del partido se convirtieron en funcionarios estatales alejados de cualquier contacto con las masas, en especial en los puestos elevados en la producción y en altas esferas dentro del partido, cosa que fue un grave error de los bolcheviques quienes se alejaron de la teoría marxista del Estado y de las enseñanzas de la Comuna de Paris, error que hizo perder el poder de las manos de la clase obrera.
Esa costra social de funcionarios veía el potencial de usufructuar los beneficios sociales a costa de las masas. Sin embargo aquella línea no había madurado lo suficiente como para haber destronado a los bolcheviques del poder antes de la muerte del camarada Stalin; la guerra facilitó el camino a los burócratas revisionistas, ya que el partido bolchevique se debilitó en gran medida por la pérdida física de muchos de sus mejores cuadros. En la guerra también en las altas esferas del Ejército Rojo se desarrolló una línea militarista que pugnaba por unir lazos con los revisionistas para desterrar a los bolcheviques de las filas del partido. Stalin denunció aquellas concepciones militaristas, según las cuales el Ejército Rojo había sido el principal artífice de la victoria en la guerra. En efecto, la idea del Ejército por encima del Partido, preconizada en la época de Tujachevski, se volvió a desarrollar al final de la guerra entre los allegados de Zhukov. Stalin reconocía muy bien los méritos enormes del Ejército, pero dijo: «Ante todo, es nuestro régimen social soviético quien ha triunfado… La guerra ha demostrado que el régimen social soviético es un régimen verdaderamente popular». La victoria fue debida, en segundo lugar, a «nuestro régimen político soviético… Nuestro Estado soviético multinacional ha resistido todas las pruebas de la guerra y ha probado su vitalidad. (…) Sería un error, creer que debemos nuestra victoria únicamente al coraje de nuestras tropas». El heroísmo del ejército hubiese sido vano sin esas masas enormes de tanques, cañones, municiones que el pueblo ponía a disposición de sus soldados. Y toda esta producción fabulosa ha podido realizarse gracias a la industrialización, «realizada en un lapso enormemente corto de 13 años» y gracias a la colectivización que ha permitido «acabar, en un tiempo récord, con el retraso secular de nuestra agricultura». Stalin recordaba además el combate llevado a cabo por los trotskistas y bujarinistas contra la industrialización y la colectivización. «Muchos de los miembros destacados del Partido han intentado sistemáticamente tirar hacia atrás al Partido e intentar de todas las maneras llevarlo por la vía ‘ordinaria’, capitalista, de desarrollo». (Stalin, Discurso del 9 de febrero 1946, tomo XIV, pp.189-191).
En el resto de Europa, las zonas de influencia de las potencias occidentales afinaron sus métodos para perseguir y desterrar cualquier influencia bolchevique dentro de las masas. En Grecia, la resistencia nacional dirigida por el Partido Comunista había infligido pérdidas muy graves a los nazis. Cuando los alemanes evacuaron Atenas, el 12 de octubre de 1944, los 70.000 resistentes armados controlaban casi todo el territorio. El Ejército inglés intervino para impedir al pueblo griego fundar un poder revolucionario. El 5 de diciembre, Churchill escribió al general Scobie: «No dude en actuar como si estuviese en un país conquistado en donde una revuelta local se desarrolla». (Gabriel Kolko, The Politics of War, Pantheon Books, New York, 1990). Es así como se inició la larga guerra de los anglo-americanos contra los antifascistas griegos.
En otros países como Francia o Italia, las direcciones revisionistas ayudaron mucho a apaciguar el ímpetu revolucionario de las masas y a distraerlas con el pantano parlamentario y de conciliación de clases.
En Europa del este, la liberación de muchos países de la barbarie del fascismo por el Ejército Rojo fue creando las condiciones óptimas para el desarrollo de la lucha obrera, de los campesinos y de los antifascistas. Gracias a esta ayuda, las masas, dirigidas por los partidos comunistas, lograron instaurar el poder socialista y consiguieron una independencia nacional auténtica, aplastando las intrigas de las fuerzas fascistas y burguesas que intentaban mantenerse en el poder haciendo de esos países de la Europa del este colonias americanas. Sobre aquella base fue que se cimentó el gran campo socialista que albergó gran parte de la tierra. El análisis que hizo Stalin de la situación internacional creada después de la derrota de las potencias fascistas fue expuesto por uno de sus allegados, André Jdanov, aquí el texto que presentó durante la Conferencia de Información de nueve Partidos Comunistas, en septiembre de 1947 en Polonia, posiciones pertinentes y que fueron atacadas y rechazadas, punto por punto, nueve años más tarde, después del Golpe de Jhruschev contra la URSS:
«El objetivo que se plantea el nuevo curso expansionista de los Estados Unidos es el establecimiento de su dominación mundial. Este nuevo curso, tiende a la consolidación de la situación del monopolio de los Estados Unidos sobre los mercados, monopolio que se ha establecido después de la desaparición de sus dos concurrentes más importantes —Alemania y Japón— y por el debilitamiento de sus compañeros capitalistas, Inglaterra y Francia. Este nuevo curso se basa en un amplio programa militar, económico y político, cuya aplicación, establecerá en todos los países concernidos la dominación política y económica de los Estados Unidos, reduciendo a estos países y Estados en meros satélites e introducirá regímenes interiores que eliminen todo obstáculo a la explotación de estos países por el capitalismo americano. (…) Los políticos imperialistas más rabiosos y desequilibrados han comenzado, después que lo hiciese Churchill, a establecer planes con vistas a organizar, lo más rápidamente posible, una guerra preventiva contra la URSS, realizando abiertamente un llamamiento a la utilización contra los soviéticos del monopolio temporal americano del arma atómica. (…) El plan militar estratégico de los Estados Unidos prevé la creación, en tiempos de paz, de numerosas bases y plazas de armas, muy alejadas del continente americano y destinadas a ser utilizadas con fines de agresión contra la URSS y los países de la nueva democracia. (…) Los monopolios americanos nutren esperanzas particulares sobre el restablecimiento de una Alemania capitalista, considerándola como la mayor garantía para el éxito de la lucha contra las fuerzas democráticas de Europa. (…) Pero en el camino de sus aspiraciones a la dominación mundial, los Estados Unidos topan con la URSS, con su influencia internacional creciente, como bastión de la política antiimperialista y antifascista, en los países de la nueva democracia que han escapado al control del imperialismo anglo-americano y de los obreros de todos los países. (…) Las concesiones a la nueva orientación de los Estados Unidos de América y al campo imperialista pueden incitar a sus inspiradores a ser más insolentes y más agresivos. Es por ello que los partidos comunistas deben colocarse a la cabeza de la resistencia, en todos los campos, contra los planes imperialistas de expansión y de agresión».
Como vemos, a nivel internacional los imperialistas utilizaban el chantaje contra la URSS a través de las armas nucleares, por tal motivo era imperioso que la URSS se dotará de armas nucleares para la defensa de su país. Por otro lado, era necesario reconstruir la Internacional Comunista, disuelta al comienzo de la Segunda Guerra Mundial. En 1947, la Unión Soviética fabricaba sus propias armas nucleares y con ello el gran país de los soviets logró romper la política de chantaje nuclear de los americanos. En 1949 ocurre la revolución de Nueva Democracia en China, lo cual vino a generar un equilibrio estratégico a nivel mundial entre las fuerzas de la revolución y la contrarrevolución.
A pesar de aquellos grandes avances los revisionistas también afilaban sus cuchillos para destruir el campo socialista. El primer país en caer fue Yugoslavia, con el revisionismo de Tito que acabó con el poder obrero en aquel país. Analizando la historia del Partido de la Liga de los Trabajadores de Yugoslavia, se encuentra fácilmente por qué se desvió tan rápidamente en su lucha. En 1941, en el momento de la invasión alemana, el clandestino Partido Comunista yugoslavo contaba con 12.000 miembros; 8.000 de ellos cayeron muertos en el curso de la guerra. Pero, durante la resistencia llegó a ampliarse hasta 140.000 miembros y llegó a tener 360.000 en mayo de 1948. Decenas de miles de kulaks, burgueses y elementos pequeño-burgueses habían entrado en el Partido. Tito se apoyaba cada vez más en estos últimos en su lucha contra los auténticos comunistas. El Partido no había vivido una vida interna normal, no habían ocurrido debates políticos en su seno, y como consecuencia no ejercían críticas ni autocríticas marxistas-leninistas; los dirigentes no habían sido elegidos jamás, sino cooptados. (James Klugmann, From Trotski to Tito, Lawrence and Wishart, London, 1951).
En junio de 1948, el Buró de información de los partidos comunistas, que agrupaba a ocho partidos, publicó una resolución criticando al Partido yugoslavo. En esa resolución se denunciaba la línea revisionista de Tito y su porvenir para Yugoslavia: «Esa línea nacionalista no puede conducir más que a la degeneración de Yugoslavia en una república burguesa ordinaria». Al recibir esta crítica, Tito desencadenó una depuración masiva. Todos los elementos marxistas-leninistas fueron eliminados del Partido. Dos miembros del Comité Central, Zhujovic y Hebrang, habían sido ya detenidos en abril de 1948. El general Arso Jovanovic, jefe del Estado Mayor del Ejército partisano, fue detenido y asesinado, lo mismo que el general Slavko Rodic. The Times hablaba de numerosas detenciones de comunistas que apoyaban la Resolución de la Kominform (organización internacional que actuaba a manera de Internacional Comunista) y se estimaba el número de personas detenidas de 100.000 a 200.000. El zarpazo del revisionismo titoísta en Yugoslavia alegró a los imperialistas y a todos los oportunistas por ser un duro golpe contra las fuerzas revolucionarias en Europa.
En 1950, los Estados Unidos y el régimen títere de Sygnman Rhee desataron la Guerra de Corea, con la intención de arrancar de Corea el poder de obreros y campesinos que se había establecido en el norte. En 1945 el Ejército Rojo había libera el norte de Corea y Manchuria del fascismo japonés, el Ejército Norteamericano incursionó al mismo tiempo por el sur para establecer una base de influencia y evitar que toda la península simpatizara con los soldados rojos. Al analizar la situación, el Partido de los Trabajadores de Corea, que fuera un auténtico partido obrero refirió:
«El Gobierno de la República Popular Democrática de Corea (del norte), junto con todos los partidos políticos y organizaciones sociales de carácter patriótico y democrático, y todo el pueblo de nuestro país, hizo cuanto pudo por evitar una guerra fratricida y el catastrófico derramamiento de sangre, por reunificar nuestra Patria por vía pacífica. La primera tentativa para lograr dicha reunificación fue hecha ya en abril de 1948, en la Conferencia Conjunta de Representantes de Partidos Políticos y Organizaciones Sociales de Corea del Norte y del Sur. Sin embargo, la camarilla traidora de Syngman Rhee frustró esta tentativa y, siguiendo instrucciones de los imperialistas yanquis y de la llamada ‘Comisión Provisional de la ONU para Corea’, instrumento de agresión a su servicio, efectuó elecciones separadas en Corea del Sur el 10 de mayo de 1948 e intensificó los preparativos para el ataque (…) A este unánime deseo de todo el pueblo coreano de reunificar pacíficamente a la Patria, y a nuestra justa y sincera proposición, la camarilla traidora de Syngman Rhee ha respondido provocando la guerra civil. ¿Qué objetivo persigue dicha camarilla con esta guerra fratricida? Busca extender, por medio de ella, el régimen reaccionario y antipopular de la parte Sur a la parte Norte de la República, quitar a nuestro pueblo las conquistas de las reformas democráticas».
En aquella guerra el pueblo Coreano contó con el innegable apoyo de la URSS y de la República Popular China, Mao Tse-tung en una bonita carta dirigida a los voluntarios del pueblo Chino que se dispusieron a luchar en Corea, describió el espíritu de solidaridad y hermandad del pueblo Chino con el pueblo Coreano: «Los camaradas chinos y coreanos deben mantener una unidad tan íntima como de hermanos, vivir las mismas penas y alegrías, compartir el mismo destino en la vida y en la muerte y luchar hasta el fin para vencer al enemigo común. Es preciso que los camaradas chinos consideren los asuntos de Corea como los suyos propios y que se eduque a nuestros mandos y combatientes para que miren con cariño cada montaña, cada río, cada hierba y cada árbol de Corea y no tomen del pueblo coreano ni una sola aguja ni una sola hebra de hilo, tal como es nuestra actitud y manera de proceder en el país; ésta es la base política para nuestra victoria. Siempre que procedamos así, lograremos la victoria final».
En la guerra de Corea, Estados Unidos mostró su abominable rostro de país imperialista, cometió un sin fin de crímenes de guerra, llegó a lanzar más de 448 mil toneladas de bombas, equivalente a 18 por kilómetro cuadrado, 36 millones de litros de NAPALM que incendiaron ciudades, ocho mil 700 fábricas y empresas, 600 mil viviendas, cinco mil escuelas, mil hospitales y clínicas, y 260 teatros y cines, entre otros. Kim Il Sung, líder del Partido de los Trabajadores de Corea y que años después defeccionó del camino revolucionario refirió: «Una vez, una militante del Partido Laborista de Inglaterra vino a Corea delegada por la Federación Democrática Internacional de Mujeres. Dijo que antes de llegar a Corea dudaba de que el ejército de EE.UU. o de su país perpetrara tantas barbaridades como se decía. Manifestó que durante su estancia en Corea cambió de parecer al ver directamente en Anak y Sinchon, en la provincia de Hwanghae, y en otros lugares la trágica realidad provocada por los imperialistas yanquis y británicos al bombardear indiscriminadamente ciudades y aldeas pacíficas y asesinar salvajemente a habitantes inocentes. De vuelta a su país denunció esos crímenes». En dicha guerra los Estados Unidos también usaron armas bacteriológicas para exterminar al pueblo coreano, su política de exterminio le costó al pueblo coreano más de 1.700.000 muertes, la mayoría civiles. La guerra de Corea terminó en 1953 con una victoria a favor del pueblo Coreano, ya que las metas de los imperialistas de aplastar al Estado Revolucionario de obreros y campesinos del norte no se cumplió, además la guerra evidenció el importantísimo papel y la fuerza del pueblo coreano para combatir a los imperialistas, ya que casi que con sus fuerzas libraron aquella lucha; sin desconocer el apoyo y solidaridad de los países hermanos del bloque socialista, en su heroica lucha el pueblo coreano le infligió a los agresores de la ONU un millón 567 mil bajas, entre ellos varios generales estadounidenses.
«En el pasado, algunas personas llamaban ‘país de oro’ o ‘país de la ciencia’ a EE.UU. y le temían. Pero ustedes mismos han podido experimentar y comprobar en la guerra contra los yanquis que ellos son los más cobardes del mundo. Al empezar el combate, colocan camiones hacia atrás, para huir más rápido. El imperialismo norteamericano hablaba de una ‘Corea pequeña’, con desprecio, pero se vio obligado a encajar vergonzosa derrota en la guerra coreana. La lucha heroica del pueblo coreano contra el imperialismo yanqui sirvió de bandera y ejemplo a la lucha de liberación nacional de los pueblos oprimidos del mundo entero. Les convencimos de la verdad de que si luchan con bravura, como lo hicieron los coreanos, podrán rechazar cualquier agresión del imperialismo y sacudirse su yugo. Después de la guerra coreana, en varios países del Sudeste de Asia como Malaya, Indonesia y Vietnam, y en otras regiones del mundo, la lucha contra el dominio colonial de los imperialistas, acaudillados por el imperialismo yanqui, cobra cada vez mayor auge, y el sistema colonial se desmorona ineludiblemente». Kil Il Sung.
En 1953 murió el gran camarada Stalin, los revisionistas destronan del poder a la clase obrera en 1956 y la URSS se convirtió en un país socialimperialista (socialista de palabra e imperialista de hecho) que oprimía y subyugaba a otros pueblos y luchaba incansablemente contra los países socialistas y la revolución proletaria mundial.