(Septiembre 9 1976 – 2018)
El presidente Mao Tse-tung falleció el 9 de septiembre de 1976. En sus más de 60 años de lucha al servicio de la clase obrera mundial, contribuyó al desarrollo del marxismo y por ello hoy a la doctrina del socialismo científico se le denomina marxismo leninismo maoísmo.
A las contribuciones en el terreno del materialismo dialéctico e histórico y a la teoría económica del marxismo, se suma el aporte de Mao Tse-tung en cuanto a cómo continuar la revolución bajo la dictadura del proletariado. Mao contribuyó a desatar y a dirigir la Gran Revolución Cultural Proletaria, una revolución dentro de la revolución, que impidió la restauración capitalista en China por más de una década.
La muerte de Mao Tse-tung fue aprovechada por la nueva burguesía empotrada en el partido y el Estado para dar un golpe contra-revolucionario, perseguir, asesinar y encarcelar a los comunistas y empezar la restauración del capitalismo en la China socialista.
La Gran Revolución Cultural Proletaria fue aplastada por los seguidores del capitalismo en China pero a pesar de la derrota temporal del proletariado, sus lecciones siguen incólumes y son fuente de donde bebe el proletariado internacional que se apresta nuevamente en todo el mundo a tomar el cielo por asalto, especialmente, aprende del error de seguir sosteniendo en el socialismo una burocracia privilegiada en el Estado y un cuerpo de hombres armados separado de las masas.
A propósito de la experiencia histórica de la Dictadura del Proletariado, en homenaje al Presidente Mao y su más importante aporte al desarrollo del marxismo, reproducimos apartes de Capítulo III de la Propuesta de Formulación de una Línea General Para la Unidad del Movimiento Comunista Internacional de la Unión Obrera Comunista (mlm) que todo obrero consciente e intelectual revolucionario debe estudiar.
LA DICTADURA DEL PROLETARIADO
1. LA LUCHA DE CLASES Y LA DICTADURA DEL PROLETARIADO
La lucha de clases ha sido el motor del desarrollo social desde que la sociedad se dividió en clases antagónicas. Esclavistas y esclavos, señores feudales y campesinos siervos, explotadores y explotados se han enfrentado a lo largo del proceso histórico, haciendo avanzar la sociedad hasta la época actual en donde se enfrentan burgueses y proletarios. Esta lucha de clases conduce inevitablemente a la conquista del poder político por el proletariado, al derrumbamiento violento del poder burgués, a la destrucción del aparato estatal de los capitalistas (ejército, policía, burocracia, tribunales de justicia, parlamento, etc.), para sustituirlos por los órganos de poder del nuevo Estado de Dictadura del Proletariado.
La conquista del poder por el proletariado no es una conquista «pacífica», facilitada por la máquina estatal burguesa mediante la obtención de la mayoría parlamentaria. La burguesía emplea todos los medios de violencia y de terror para conservar y consolidar su propiedad y su dominación política —como en otro tiempo la nobleza feudal—, no puede ceder a una nueva clase el sitio histórico que ocupa sin una lucha encarnizada y desesperada; por eso la violencia burguesa organizada como poder estatal, sólo puede ser destruida mediante la violencia revolucionaria del proletariado y las masas populares.
Contra la alharaca burguesa, socialdemócrata y oportunista en defensa de la «democracia en general», la experiencia histórica de la lucha de clases ha demostrado que toda democracia tiene carácter de clase. El desarrollo y el perfeccionamiento del Estado —surgido como necesidad de la sociedad para amortiguar el enfrentamiento entre las clases, pero sobre todo, para garantizar los privilegios de los explotadores y limitar los procedimientos revolucionarios de lucha de los explotados— ha trasegado del absolutismo esclavista con democracia para los esclavistas, a la autocracia feudal con democracia para los señores feudales, luego a la dictadura burguesa con democracia para los capitalistas, y de ésta, a la Dictadura del Proletariado con democracia para el pueblo, siendo esta última una forma de dominación que ya no es propiamente un Estado, por cuanto solo se necesita para ejercer la dominación sobre la minoría anteriormente privilegiada, y sus funciones se concentran cada vez más en la planificación y administración de la nueva sociedad.
Contrario a lo que pregonan burgueses y revisionistas, toda la experiencia del movimiento obrero mundial ha demostrado que el Estado burgués no puede ser tomado por el proletariado con miras a utilizarlo para sus propios fines; sino que debe ser destruido con la violencia revolucionaria de las masas, y solo sobre las ruinas del Estado burgués, puede el movimiento obrero construir su nuevo Estado de Dictadura del Proletariado, última forma de Estado, necesaria para el tránsito hacia la abolición de todas las clases, hacia la sociedad sin clases, hacia la extinción de toda forma de Estado. Ya lo decía Marx:
«Entre la sociedad capitalista y la sociedad comunista media el período de la transformación revolucionaria de la primera en la segunda, el socialismo. A este período corresponde también un período político de transición, cuyo Estado no puede ser otro que la dictadura revolucionaria del proletariado». (Crítica al Programa de Gotha, Marx – 1875)
La Dictadura del Proletariado es punto necesario de transición para:
«La superación de las diferencias de clase en general, para la superación de todas las relaciones de producción en que éstas descansan, para la superación de todas las relaciones sociales que corresponden a esas relaciones de producción, para la subversión de todas las ideas que brotan de estas relaciones sociales». (La Lucha de Clases en Francia del 1848 a 1850, Marx – 1850)
Como dominación de la clase obrera en la sociedad, la Dictadura del Proletariado, es un nuevo tipo de Estado y a la vez el último, necesario para eliminar las clases sociales, acabar con la explotación del hombre por el hombre y dirigir el tránsito de la humanidad hacia el Comunismo: la nueva sociedad sin clases. De ahí que el problema de la Dictadura del Proletariado sea la esencia más profunda de la teoría marxista del Estado, la cuestión fundamental en la Revolución Proletaria y la piedra de toque para diferenciar entre marxismo y oportunismo.
«Dado el desarrollo desigual de la evolución económica y política en la época del imperialismo, la revolución proletaria mundial no puede ser considerada como un acto único; por consiguiente, la transición de la dictadura mundial del imperialismo a la dictadura mundial del proletariado comprende una etapa prolongada de lucha, de derrotas y victorias del proletariado». (Programa de la Internacional Comunista, VI Congreso – 1929)
La transición de la dictadura de la burguesía a la Dictadura del Proletariado, es un período de guerras y de insurrecciones, tanto en los países opresores como en los países oprimidos; un periodo que comprende la existencia simultánea en la economía mundial de los sistemas socioeconómicos: capitalista y socialista, de relaciones «pacíficas» y lucha armada entre ellos; un período de fundación de uniones de estados socialistas, de guerras contra estos últimos por parte de los estados imperialistas y de lazos cada vez más estrechos entre los pueblos.
Las derrotas de la Dictadura del Proletariado en Rusia y China, la desaparición temporal del campo socialista por la restauración del capitalismo en los países socialistas, no demuestran el fracaso del comunismo, como pregonan los reaccionarios y sus acólitos, sino la confirmación de que un nuevo sistema social sólo puede imponerse definitivamente a través de una lucha prolongada, como lo enseña la experiencia histórica de la humanidad. Únicamente después de la victoria completa del proletariado en todos los países y del afianzamiento de su poder mundial, se dará una época de edificación de la economía socialista mundial y de acercamiento a la sociedad comunista.
2. EL NUEVO TIPO DE ESTADO DE DICTADURA DEL PROLETARIADO (forma y contenido)
La esencia de la Dictadura del Proletariado, como nuevo tipo de Estado, consiste en:
«[La] fuente del poder procede de la iniciativa directa de las masas desde abajo; en la sustitución de la policía y el ejército –instituciones hasta ahora apartadas de las masas y contrapuestas a ellas–, por el armamento general del pueblo; en la sustitución de la burocracia por funcionarios elegibles y removibles por las masas, y remunerados con salarios de obrero». (Programa para la Revolución en Colombia, UOC (MLM) – 4ª Edición, 2014)
Este nuevo tipo de Estado es un aparato de dominación sobre los explotadores; ejercida por el pueblo en armas, cuya base organizada la constituyen las milicias obreras y campesinas, y el ejército de obreros y campesinos.
«Pero la esencia de la Dictadura del Proletariado no reside sólo en la violencia, ni principalmente en la violencia. Su esencia fundamental reside en la organización y disciplina del destacamento avanzado de los trabajadores, de su vanguardia, de su único dirigente: el proletariado». (Saludo a los obreros Húngaros, Lenin – 27 de mayo 1919)
A diferencia de la democracia burguesa, la democracia proletaria no tiene su centro de gravedad en la proclamación formal de los derechos y libertades del pueblo, sino en la participación real de las masas trabajadoras en la administración del Estado. La democracia proletaria nada tiene que ver con el parlamentarismo burgués —sujeto y a merced de los magnates del capital y de la bolsa—, ni con la farsa electoral de los capitalistas a la cual son convocados los trabajadores de cuando en cuando, para darle la apariencia democrática a la dictadura de los explotadores.
En el socialismo la libertad consiste en que los trabajadores son liberados de sus tradicionales opresores y explotadores: terratenientes, burgueses e imperialistas. Los proclamados derechos de expresión y reunión de la «democracia en general» dejan de ser una farsa, cuando se expropia a los explotadores todas las existencias de papel y toda la infraestructura editorial de la prensa escrita, hablada y visual, así como los mejores edificios e instituciones, y se colocan al servicio de las masas trabajadoras para expresarse, reunirse y celebrar sus congresos, para educar a quienes el capitalismo embrutecía y sumía en la ignorancia; esa es la democracia proletaria, la que también asegura a las masas de obreros y campesinos la posibilidad efectiva de irse liberando de manera gradual de los prejuicios religiosos, al hacer realmente accesible para todos los trabajadores, los progresos de la ciencia, la cultura y la civilización.
La igualdad para el proletariado consiste en acabar con las diferencias de clase, aboliendo las clases mismas. Por tanto, mientras haya clases, la democracia significa desigualdad, y cuando el proletariado logre la igualdad de hecho —sin clases—, la igualdad de todos los miembros de la sociedad frente a la posesión de los medios de producción, entonces, se habrá extinguido la democracia.
En la búsqueda de la libertad y la igualdad, la Dictadura del Proletariado priva de los derechos políticos a los explotadores y sus representantes, impidiéndoles participar en las decisiones de la sociedad. La Dictadura del Proletariado consiste, a este respecto, en que las clases parásitas y sus representantes intelectuales y políticos —antes privilegiados— no gozarán de privilegio alguno, no tendrán derecho a organizar partidos políticos, ni podrán participar en la dirección del Estado y en el ejercicio del poder; no podrán utilizar los medios de comunicación y no tendrán siquiera «derecho a disentir» como lo exigen los nuevos revisionistas, defensores de la libertad burguesa y sus privilegios. La democracia proletaria es dictadura abierta sobre la burguesía, los terratenientes e imperialistas; es la dominación violenta de la mayoría trabajadora sobre la minoría explotadora y democracia real para las masas trabajadoras sin distingos de sexo, raza, religión o nacionalidad; haciendo realidad la igualdad que bajo la dictadura de la burguesía es ficción y engaño.
Incluso en los países oprimidos semifeudales, donde la Revolución de Nueva Democracia destruye violentamente la vieja máquina estatal y construye el nuevo Estado dirigido por el proletariado, el poder no pasa a manos de la burguesía, ni conserva el viejo aparato estatal. Este nuevo tipo de Estado no es una forma de la dictadura de la burguesía sino una forma de la Dictadura del Proletariado. En tales países, la Dictadura del Proletariado no sólo es posible, sino inevitable y necesaria para que la sociedad pueda transitar del semifeudalismo al socialismo, sin tener que recorrer una etapa de desarrollo capitalista con dictadura burguesa. Igualmente, en los países oprimidos semifeudales, es necesario que en el mismo transcurso de la guerra popular se destruya el viejo poder y se empiece la construcción del nuevo Estado, estableciendo un régimen revolucionario en las Bases de Apoyo, antes de conquistar el poder a escala nacional; las masas deben familiarizarse con el ejercicio del poder y el gobierno en estas regiones, para lo cual se requiere apoyarse en ellas y movilizarlas, pues son ellas la fuerza fundamental del poder revolucionario. Esto ayudará a crear las bases para la continuación de la lucha en el dominio económico después de la victoria de la primera etapa de la revolución en el país entero, y a llevar el triunfo del sector socialista sobre el capitalista. El factor esencial aquí, es que el poder del Estado esté en manos de las masas populares dirigidas por el proletariado y su partido.
Aun cuando en los distintos países el nuevo aparato del Estado revestirá distintas formas, es necesario que esté sustentado en la fuerza armada de los obreros y campesinos, fuerza que no deberá estar apartada del pueblo, como lo está en el viejo ejército permanente, sino ligada a las masas del modo más estrecho, pues «en el sentido militar, esta fuerza es incomparablemente más poderosa que las anteriores y, en el sentido revolucionario, no puede ser remplazada por ninguna otra». (El Programa Militar de la Revolución Proletaria, Lenin – septiembre 1916)
Un Estado así es miles de veces más democrático que los aparatos anteriores pues «proporciona una ligazón estrecha e indisoluble con las masas, con la mayoría del pueblo, una ligazón fácil de controlar y renovar sin formalidades burocráticas, ya que los hombres que lo integran son elegibles y revocables a voluntad del pueblo». (Ibídem)
Como representante de la inmensa mayoría trabajadora, el Estado de la Dictadura del Proletariado proporciona una sólida ligazón con los sectores más diversos del pueblo, facilitando de este modo —sin burocracia— las más distintas y más profundas reformas y transformaciones. Como expresión de la alianza fundamental dirigida por el proletariado, el Estado
«Proporciona una forma de organización de la vanguardia, de la parte más consciente, más enérgica y más avanzada de los obreros y de los campesinos, constituyendo, de este modo, un aparato por medio del cual la vanguardia de las clases oprimidas puede elevar, educar, instruir y guiar a toda la gigantesca masa de estas clases, que hasta hoy ha permanecido completamente al margen de la vida política, al margen de la historia». (Ibídem)
Como ejecutor de la voluntad del pueblo armado, el Estado
«Proporciona la posibilidad de conjugar las ventajas del parlamentarismo con las ventajas de la democracia inmediata y directa, es decir, reúne en la persona de los representantes elegidos por el pueblo la función legislativa y la ejecución de las leyes que, comparado con el parlamentarismo burgués, es un avance de trascendencia histórica mundial en el desarrollo de la democracia». (Ibídem)
El derecho de elección de los delegados y de retirarles el mandato, la unión de los poderes ejecutivos y legislativos, las elecciones según el principio de producción —de las fábricas, talleres, cooperativas, etc.— y no según el principio territorial, garantiza a la clase obrera y a las grandes masas —que marchan bajo la hegemonía de aquélla— la participación sistemática, constante y activa en la vida económica, política, militar y cultural, y, como consecuencia, establece una diferencia esencial entre la república parlamentaria burguesa y la Dictadura del Proletariado.
La principal misión histórica de la Dictadura del Proletariado es avanzar en la supresión total de la necesidad del Estado, para lo cual: primero, cada miembro de un Soviet, Consejo, Comuna o Asamblea
«Debe realizar, sin falta, cierto trabajo de administración del Estado; segundo, este trabajo debe variar permanentemente, de modo tal que abarque todas las actividades de gobierno, todas sus ramas; y, tercero, por medio de una serie de medidas graduales, cuidadosamente elegidas, pero puestas en práctica de modo indefectible, toda la población trabajadora sin excepción debe ser atraída para participar con iniciativa propia en la administración del Estado». (Borrador del Proyecto de Programa del PC(B) de Rusia, Lenin – 23 de febrero 1919)
El proletariado sólo puede lograr su definitiva emancipación liberando a toda la humanidad. Por consiguiente, la tarea histórica de la Dictadura del Proletariado comprende dos aspectos: la tarea interna y la tarea externa, internacional.
«La tarea interna consiste principalmente en abolir por completo todas las clases explotadoras, desarrollar al máximo la economía socialista, elevar la conciencia comunista de las masas populares, eliminar las diferencias entre la propiedad de todo el pueblo y la propiedad colectiva, entre los obreros y los campesinos, entre la ciudad y el campo, y entre el trabajo intelectual y el manual, eliminar toda posibilidad de resurgimiento de las clases y de restauración del capitalismo, y crear las condiciones para hacer realidad la sociedad comunista, en la que se aplicará el principio de ‘de cada uno, según su capacidad; a cada uno, según sus necesidades’.
La tarea internacional consiste principalmente en conjurar los ataques (incluidas la intervención armada y la descomposición pacífica) del imperialismo internacional y apoyar la revolución mundial, hasta que los pueblos acaben definitivamente con el imperialismo, el capitalismo y el sistema de explotación del hombre por el hombre. La Dictadura del Proletariado seguirá siendo absolutamente necesaria mientras no sean cumplidas estas tareas y no se entre en la completa sociedad comunista». (Comentario Sobre la Carta Abierta del CC del PCUS, La Sociedad Socialista y la Dictadura del Proletariado, Redacción de Renmin Ribao – 1964)
3. LAS LEYES DE LA LUCHA DE CLASES EN EL SOCIALISMO
«La Dictadura del Proletariado, no es el fin de la lucha de clases sino la prolongación de esa lucha en nuevas condiciones. Es una lucha tenaz, sangrienta e incruenta, violenta y pacífica, guerrera y económica, pedagógica y administrativa contra las fuerzas y las tradiciones de la vieja sociedad, contra los enemigos capitalistas exteriores, contra los restos de las clases explotadoras en el interior del país, contra los gérmenes de una nueva burguesía surgida sobre la base de la producción mercantil que no es posible eliminar de un solo golpe, contra los funcionarios del Estado que degeneran y tienden a convertirse en la nueva burguesía burocrática». (La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo, Lenin – 1920)
La Dictadura del Proletariado es una lucha contra los explotadores derrocados que tratarán siempre, y en mil formas, de recobrar el «paraíso» que les ha sido arrebatado. Es una lucha contra la atmósfera pequeñoburguesa, en donde se engendran constante y espontáneamente, nuevos elementos capitalistas. Es igualmente una lucha contra la influencia burguesa interna y externa que promueve el surgimiento de elementos degenerados, o nuevos burgueses, en las filas de la clase obrera, entre los funcionarios de las instituciones del Estado y en el seno del propio Partido del proletariado.
«En la sociedad socialista, subsisten las diferencias entre los obreros y los campesinos, entre la ciudad y el campo y entre el trabajo manual y el intelectual; todavía no se ha abolido por completo el derecho burgués, ni se está todavía en condiciones de destruir de golpe la otra injusticia, consistente en la distribución de los artículos de consumo ‘según el trabajo’ (y no según las necesidades); por consiguiente, aún existen diferencias de riqueza. Estas diferencias, esta injusticia y el derecho burgués sólo desaparecerán paso a paso y, necesariamente, en el curso de un largo período… Sólo será posible hacer realidad el completo comunismo, en el que regirá el principio: ‘de cada uno, según su capacidad; a cada uno, según sus necesidades’, cuando estas diferencias hayan desaparecido y cuando se haya abolido por completo el derecho burgués». (Comentario Sobre la Carta Abierta del CC del PCUS, La Sociedad Socialista y la Dictadura del Proletariado, Renmin Ribao – 1964)
La instauración del nuevo Estado de los obreros y campesinos no es más que el comienzo de la revolución, y no su coronamiento. La necesidad de llevar hasta el fin la revolución socialista en los frentes económico, político e ideológico exige continuar la revolución bajo la Dictadura del Proletariado a través de revoluciones culturales.
La experiencia de la construcción del socialismo en la Unión Soviética, China y los demás países socialistas, enseña que la sociedad socialista cubre una etapa histórica muy larga, y que en ésta, se desarrolla desde el principio hasta el fin la lucha de clases entre la burguesía y el proletariado; existe el problema de «quién vencerá a quién»: el camino capitalista o el socialista, existe el peligro de restauración del capitalismo: «Mientras esta época histórica no finalice, los explotadores siguen inevitablemente abrigando esperanzas de restauración, esperanzas que se convierten en tentativas de restauración». (La revolución proletaria y el renegado Kautsky, Lenin – 1918)
En tal sentido, la experiencia de la Gran Revolución Cultural Proletaria en China representa un movimiento revolucionario sin precedentes bajo el socialismo, cuyo objetivo era llevar la construcción del socialismo hasta el final, impedir la conquista del poder por los revisionistas y la restauración capitalista.
La Gran Revolución Cultural ha sido la
«Experiencia más avanzada de la Dictadura del Proletariado y de la revolucionarización de la sociedad. Por primera vez, los obreros y otros elementos revolucionarios estaban armados con una clara comprensión del carácter de la lucha de clases bajo el socialismo, de la necesidad de levantarse y derrocar a los seguidores del camino capitalista que inevitablemente surgen de dentro de la sociedad socialista, y que se concentran especialmente en los más altos niveles del partido, de luchar para hacer avanzar la transformación socialista y minar el terreno que da origen a estos elementos capitalistas». (Declaración del Movimiento Revolucionario Internacionalista —MRI— 1984)
Durante la Gran Revolución Cultural se criticó la idea mecanicista que se impuso entre los comunistas rusos según la cual, bastaba con avanzar en las relaciones de propiedad y en la producción socialista para garantizar el carácter socialista de la sociedad, rebatiendo esa tesis con el grito de combate ¡empeñarse en la revolución, promover la producción!. Tal comprensión le permitió al Partido Comunista de China desatar la fuerza revolucionaria de millones de obreros y campesinos, no solo en la esfera política sino además en el mismo proceso de la producción y la construcción socialista, ganando estupendas batallas que impidieron, durante una década, que los revisionistas restauraran el capitalismo en China.
Además, la
«Revolución Cultural se libró como parte de la lucha internacional del proletariado y sirvió de terreno de entrenamiento del internacionalismo proletario, manifestado no solamente por el apoyo dado a las luchas revolucionarias por todo el mundo, sino también por los inmensos sacrificios del pueblo chino para prestar ese apoyo». (Ibídem)
4. LAS DERROTAS DEL NUEVO ESTADO DE DICTADURA DEL PROLETARIADO (la experiencia histórica)
La experiencia histórica de las derrotas de la Dictadura del Proletariado en Rusia y en China, enseñó al proletariado mundial y al Movimiento Comunista Internacional que:
«La clave del problema de si puede vencer o no a la burguesía, de si avanza o permite la restauración capitalista, reside en si puede o no persistir en el ejercicio de la dictadura omnímoda sobre la burguesía en todos los terrenos y durante todas las etapas del desarrollo de la revolución». (Acerca de la Dictadura omnímoda sobre la burguesía, Chang Chun-Chiao)
El análisis crítico de la experiencia del proletariado en el poder, debe buscar la causa más profunda de su derrota temporal, en la cuestión de la forma política del nuevo tipo de Estado para ejercer la dictadura omnímoda sobre la nueva burguesía en el socialismo. Ya Marx había puntualizado su importancia: «La Comuna era, esencialmente, un gobierno de la clase obrera, fruto de la lucha de la clase productora contra la clase apropiadora, la forma política al fin descubierta para llevar a cabo dentro de ella la emancipación económica del trabajo». (La Guerra Civil en Francia, Marx – 1871)
Y esa forma política esencial del nuevo Estado no es otra que: el pueblo armado y funcionarios elegibles y removibles por las masas en cualquier momento, un nuevo poder que tiene su fuente en la iniciativa directa de las masas desde abajo, suprime el parasitismo del viejo Estado —policía y ejército permanentes con el monopolio de las armas, y el ejército de funcionarios burócratas— y es incompatible con cualquier otro poder superior al suyo.
Las medidas respecto a la forma del nuevo Estado, descubiertas por La Comuna de París, fueron llevadas a cabo por los Soviets en Rusia y puestas en práctica durante la Gran Revolución Cultural en China, en particular, en la Comuna de Shanghai: funcionarios elegibles y removibles por las masas directamente y con salarios iguales al de un obrero común; poder estatal que descanse y se apoye en las organizaciones de las masas obreras y campesinas armadas, ejecutivas y legislativas al mismo tiempo. Pretender ejercer la Dictadura del Proletariado, la democracia de los obreros y campesinos sin que éstos estén armados, sin el armamento general del pueblo, es una ilusión. Tal es el significado de la sencilla pero profundamente sabia afirmación del Presidente Mao: ¡El poder nace del fusil!
La experiencia histórica de la Dictadura del Proletariado representa una lucha de clases a muerte, donde los comunistas lucharon por dirigir a las masas en la construcción de un nuevo Estado de Dictadura del Proletariado en Rusia y China con la forma política enseñada por La Comuna de París, contra el oportunismo de derecha partidario de perfeccionar o remodelar el viejo Estado —»Estado de todo el pueblo»—, contra el oportunismo de «izquierda» defensor de la dictadura del partido por sobre la Dictadura del Proletariado. Fue una lucha de clases donde el proletariado y su vanguardia comunista estuvieron sometidos a las vicisitudes de la inexperiencia en el ejercicio del poder y en la construcción del socialismo; a la obligación de repeler las guerras imperialistas o instigadas por los imperialistas contra el poder de los obreros y campesinos; a enfrentar la poderosa fuerza de la costumbre en la sociedad; y principalmente, a batirse contra el enemigo interno, el más peligroso: el revisionismo cabecilla de la restauración capitalista. Al final, fue derrotado el camino enseñado por La Comuna de París, y en la práctica se impuso la concepción de Kautsky, Jrushchov y Teng Siao-ping, cuya esencia común es separar al pueblo del poder, mantener el Estado como si fuera un poder por encima de la sociedad, conservando su administración en manos de los funcionarios burócratas y las armas monopolizadas por fuerzas armadas profesionales y permanentes.
En el curso de esa lucha de clases se fue abandonando el camino de La Comuna de París, como necesidad de la sociedad para continuar avanzando en la abolición de todas las diferencias que ocasionan la división de la sociedad en clases y la lucha entre ellas; se fue imponiendo el perfeccionamiento del viejo Estado con su burocracia y su ejército permanente como lo proponía el renegado Kautsky, cuyas ideas sobre la democracia en general son revividas hoy por los nuevos revisionistas a nombre de la «democracia multipartidista» y el «derecho a disentir» esgrimidos tanto por el «Camino Prachanda» como por la «nueva síntesis» de Avakian.
Las instituciones parásitas que protegen al capital y carcomen la sociedad burguesa fueron apuntaladas: la burocracia estatal y el ejército permanente, forma estatal burguesa opuesta al contenido socialista de las relaciones sociales de producción, y necesaria para la restauración del capitalismo.
Pretender explicar las derrotas del proletariado en Rusia y China atribuyéndoselas a los golpes palaciegos de la nueva burguesía o a que «el maoísmo no funcionó», es soslayar la crítica al kautskismo, que habiendo sido derrotado teóricamente se impuso en la práctica; es evadir el hecho de que la forma estatal burguesa terminó prevaleciendo en estos países, y era cuestión de tiempo, que el aparato burocrático militar se reprodujera a sí mismo, actuando como una fuerza objetiva del capital y del capitalismo que aún subsistía y se generaba espontáneamente en la sociedad socialista.
Las causas de la derrota del proletariado en los países socialistas no son casualidades, ni pueden explicarse por los golpes de mano de la burguesía o la falta de habilidad de los comunistas. El que esa forma de Estado burocrático-militar, con funcionarios privilegiados —muchos nombrados por el Partido y amparados por el ejército profesional— influyera determinantemente en la marcha de la sociedad socialista hasta revertir sus relaciones sociales de producción en capitalistas, y su propiedad socialista en propiedad privada, era apenas la consecuencia de que los funcionarios se corrompieran y se convirtieran en la materialización misma de la nueva burguesía al frente de un Estado, cuya forma política ya no era proletaria sino burguesa. Bastaron unos pocos años para que esa forma de Estado se revelara como máquina de opresión de una minoría privilegiada sobre la inmensa mayoría trabajadora.