Eran las 6 de la mañana del 12 de febrero de 1920, Betsabé Espinal, Teresa Tamayo, Adelina González, Carmen Agudelo, Rosalina Araque, Teresa Piedrahita y Matilde Montoya se habían puesto de acuerdo para hacer un mitin en la puerta de la fábrica. Como nunca se había escuchado, aquel grupo de mujeres llamó a todos los trabajadores a parar la producción; ya no aguantaban más el trato discriminatorio y abusivo que recibían de parte de los capataces y el patrón; sus exigencias eran más que justas:
- Despido de los capataces abusadores sexuales
- Entrar a trabajar con zapatos
- Incremento salarial. Los hombres ganaban 250% más que ellas, es como si ahora ganaran apenas $360.000 del miserable salario mínimo
- Suspensión de las multas
- Tiempo para almorzar
- Rebaja de la jornada laboral de 12 a 8 horas
Betsabé, de 24 años e hija natural, como se le decía en ese tiempo de forma despectiva a los hijos de madres solteras, se destacó entre todas por su recio carácter y alzando su voz arengó el pliego, llamando a sus compañeras y compañeros a respaldar la huelga; inmediatamente se unieron a este llamado las 400 mujeres que eran la mayoría; por el contrario, los hombres entraron a trabajar y no las respaldaron; las burlas no se hicieron esperar, las mujeres a coro gritaban: ¡“cambiemos esos pantalones por estas faldas”!
Así comenzó la primera huelga de mujeres en Colombia, en la que se demostró el talante de las mujeres del pueblo, probado ya en la guerra de independencia, pero opacado por las instituciones clericales, políticas y sociales. La huelga duró más de 20 días; intentaron por todos los medios persuadirlas para que volvieran al trabajo; Emilio Restrepo Callejas, el dueño de la fábrica Tejidos de Bello, movió todas las fichas del Estado: llamó al Arzobispo, al alcalde… para que intervinieran y las hicieran desistir de su empeño, pero la justeza y persistencia de estas valientes mujeres, al final logró conquistar el apoyo y solidaridad del resto de trabajadores y de otros sectores. Estas mujeres lograron conmocionar la sociedad.
Betsabé era una dirigente natural, en cuya voz se expresó el odio de aquellas mujeres tratadas como de segunda categoría que se habían atrevido a no callar más. Ella organizó la solidaridad para la huelga y declaró en un periódico: “No tenemos ahorros para sostener esta huelga, solo tenemos nuestro carácter, nuestro orgullo, nuestra voluntad, y nuestra energía”. Y efectivamente con eso era suficiente para lograr el apoyo. Demostró que sólo se necesita tomar la decisión.
Después de 20 días Emilio Restrepo tuvo que recular: despidió a los abusadores, les permitió trabajar con zapatos y aumentó el salario en un 40%, les otorgó tiempo para almorzar y rebajó la jornada de trabajo. De conjunto la huelga fue un triunfo, no solamente por las conquistas inmediatas frente al patrón. Lo más grandioso fue que por primera vez las mujeres se convirtieron en una fuerza poderosa que conmocionó la sociedad colombiana; dejaron de ser esclavas de los capitalistas, de los hombres y del hogar para convertirse en protagonistas de la historia, grabando para la posteridad, unas lecciones que en estos tiempos es necesario recordar.
¿Qué lecciones deja esta importante huelga?
- Las mujeres demostraron que son una fuerza poderosa para la lucha y sin ellas no se puede avanzar; ahora en preparación del Paro Nacional Indefinido y en las próximas batallas por la Revolución.
- El pliego se conquista con la lucha directa, con la huelga. Esto a propósito del pliego de 13 puntos del paro del 21 de noviembre, que el Comité Nacional de Paro disolvió en un montón de puntos y ya ni se sabe qué está exigiendo; además de sembrar esperanzas en que el gobierno lo aceptará por las buenas y no por la presión y la fuerza del paro de la producción.
- La solidaridad es fundamental para triunfar. El movimiento, surgido desde el 21N, debe fortalecerse por las bases luchadoras, y no permitir su división, para esto es necesario aislar a quienes están frenando la lucha.
- La clase obrera industrial ha sido fuerte desde su surgimiento a finales del siglo XIX y no ha desaparecido, como quisieran algunos que pretenden invisibilizarla. Sigue siendo la fuerza fundamental de la sociedad, así en la actualidad presente una gran debilidad organizativa, producto de la desaparición del Partido del Proletariado y de la política de concertación y conciliación que por más de 40 años se ha impuesto mayoritariamente en el movimiento sindical, limitando su participación en el actual movimiento por el Paro Nacional Indefinido.
- La clase obrera, cuando no está atada a la ideología y la política de la burguesía, se decide a hacer lo que tiene que hacer. Las obreras de Textiles Bello no se preguntaron si se podía o no hacer una huelga, si había que pedir permiso o no, si había que conversar primero con el patrón… ¡NO! Había exigencias que eran justas y sabían que el patrón las necesitaba más que ellas a él, por tanto pararon la producción sin más recovecos. ¡Había que parar y eso hicieron! La clase obrera debe confiar en su poder: es la fuerza más poderosa de la sociedad y ahora en el Paro General Indefinido, lo puede demostrar.
A 100 años de esta gesta, Betsabé Espinal y todas sus compañeras siguen alumbrando el camino de la lucha actual y del futuro.
¡Viva la Primera huelga de mujeres en Colombia!
¡Betsabé Espinal, presente, presente, presente!
¡Viva la mujer combativa y revolucionaria!