Aun cuando el conflicto entre los pilotos organizados en ACDAC y el monopolio Avianca no ha terminado, pues la empresa impugnó el laudo arbitral proferido el 11 de diciembre, ya se puede hacer el balance de esta significativa huelga que deja valiosas enseñanzas para el movimiento obrero.
Los compañeros de ACDAC actuaron con inteligencia y maniobraron con sabiduría al tomar el camino de la huelga y la movilización permanente utilizando a la vez los resquicios que deja la legislación burguesa; también supieron retirarse a tiempo levantando la huelga después de 51 días, cuando el movimiento daba muestras de cansancio y las direcciones vendeobreras de las centrales sindicales se negaron a convocar la Huelga de Solidaridad, así los compañeros evitaron que la huelga llegara a los 60 días pero sin fuerza; además actuaron consecuente y decorosamente rechazando desde el principio el tribunal de arbitramento, de antemano montado para no ir más allá de lo acordado en la negociación directa.
Esta correcta actuación de los pilotos les permitió callarles la boca a los «sabihondos» dirigentes, asesores y consejeros del sindicalismo burgués, que calificaron la huelga de «extremista» y pronosticaron una gran derrota con graves consecuencias para los trabajadores y su organización; a la vez que obligó a los capitalistas y al Estado a resolver cuidándose de no radicalizar aún más la situación.
Con la huelga no se ganó todo el pliego pero tampoco se perdió. Según el laudo arbitral: la empresa «se compromete a no ejercer directa o indirectamente ninguna clase de represalias contra el personal de Acdac y quienes sin estar sindicalizados hayan adherido a nuestro pliego de peticiones»… no ejecutarán «despidos, suspensiones, multas, discriminación para asignación de vuelos, llamados al retiro o jubilaciones»… y a partir del 1 de abril los salarios se incrementarán en el equivalente al 12,75% «sobre los salarios que se devengan a marzo 31 de 2017»; el tribunal concedió además otras demandas como auxilio de 1 millón de pesos para la compra de una tableta y el pago de un plan de telefonía móvil y datos que les permita a los pilotos enterarse de la programación o reprogramación de los vuelos, una reivindicación considerada escandalosa por la compañía y los loros de los medios en su campaña de desprestigio de los pilotos.
Sin duda, lo más importante de la Huelga, fue su rescate como instrumento de lucha y la defensa del derecho a la huelga con el ejercicio de la huelga misma. Los pilotos mostraron vívidamente que a pesar de las amenazas, de toda la campaña de mentiras y desprestigio, de la persecución… las huelgas no son legales o ilegales; los compañeros sentaron un precedente y dieron ejemplo al resto de los trabajadores mostrando que con la huelga se puede conquistar no solo un pliego de peticiones, sino mejorar las condiciones materiales de toda la clase obrera. Algo posible si el movimiento sindical rescata su independencia de clase con respecto a los capitalistas, a sus partidos y al Estado que los representa. Si el movimiento sindical recupera su independencia de clase puede tomar la iniciativa para frenar la arremetida de los capitalistas y reconquistar los derechos arrebatados por la legislación antiobrera, impuesta con la complicidad de las camarillas dirigentes de las centrales sindicales.
Finalmente, en el artículo ¿Qué se Debe Aprender de la Huelga de los Trabajadores de Avianca?, publicado el 8 de octubre en este medio, se destacaban algunos aspectos que nuevamente traemos a colación por su importancia para el aprendizaje de los proletarios:
Primero, esta huelga se desarrolló después de varios años tratando de hacer valer por la vía del diálogo los derechos de los trabajadores ante el Estado o sus instituciones. Al no encontrar respuesta a múltiples peticiones, demandas, querellas etc., los trabajadores recurren a las instituciones internacionales manejadas por los capitalistas como la OIT que en resumen no resuelve nada concreto, solo exhortaciones y llamados. Por otro lado, los jefes de las Centrales Sindicales, dinosaurios que solo sirven para cobrar cuota sindical y para participar en el festival electoral, tampoco actuaron como correspondería a una verdadera central: convocar a sus agremiados a la movilización y a la huelga de solidaridad. Después de dos años de ires y venires, de esperanzas frustradas en las instituciones oficiales y de falsos caminos anunciados por los autodenominados «amigos» o «dirigentes» de los trabajadores, los pilotos de Avianca organizados en Acdac, defraudados de los trámites jurídicos, decidieron lanzar la huelga. Esto enseña que aunque sea necesario interponer demandas o quejas ante el Estado, NO se puede depositar las esperanzas en ellas, sino en la lucha directa, en hechos que afecten el bolsillo de los explotadores.
Segundo, la huelga permitió sacar a la luz pública la realidad de los diferentes trabajadores de la empresa, desde pilotos hasta personal en tierra, quienes reciben el mismo trato discriminatorio, opresivo y denigrante por parte de la empresa, la cual se enriquece de la explotación, de las ganancias que le reporta el no reconocimiento de horas extras, las largas jornadas de trabajo, los despidos masivos como escarmiento, y las sanciones o multas que arbitrariamente ejecutan. Esta huelga ha logrado lo que el sindicalismo burgués ha negado constantemente con argumentos leguleyos: unir en la movilización a los diferentes trabajadores para defender conjuntamente los derechos sin diferencias de contratos, de tiempo de trabajo, o de servicios. Un paso espontáneo sí, pero hacia la conciencia de la necesidad de la unidad, de la necesidad de la actuación conjunta planificada, de la necesidad de la huelga también de los trabajadores tercerizados, quienes al final están en peores condiciones que los pilotos.
Tercero, la huelga obligó a que otras aerolíneas como Latam o Viva Colombia se solidarizaran con su propia competencia comercial y llamaron a declarar la huelga ilegal, porque sus dueños son miembros de una misma clase social: la burguesía y como clase se ven amenazados ante la unidad de los trabajadores. Lo correcto en otra situación del movimiento sindical, hubiera sido que los pilotos de Latam y de Viva Colombia también hubieran hecho huelga en solidaridad con sus colegas de Avianca, incluso porque su situación puede ser peor que los pilotos de Avianca quienes tienen más experiencia de lucha y organización, y entonces podrían hablar de tú a tú con los empresarios de las aerolíneas.
Cuarto, la huelga ha incentivado la solidaridad de clase, «olvidada» o mejor, enterrada por el sindicalismo burgués, cuando en la realidad la situación de los obreros asalariadas, más allá de las diferencias de oficios y patrones, es la misma en cuanto a persecución sindical y despidos, a tercerización laboral, a negar el reconocimiento de las enfermedades producidas por el trabajo extenuante en la empresa; por tanto sus necesidades son básicamente también las mismas: negociación colectiva, alza de salarios, contratación directa, mejores condiciones laborales. Estos son los motivos de fuerza que animan a los trabajadores a solidarizarse con las huelgas de sus hermanos de clase, a participar continuamente de las actividades a desarrollar para buscar el apoyo de otros sindicatos, o de organizaciones que realmente defiendan los intereses de los obreros. Es muy cierta la consigna ¡Unidos como hermanos esta lucha la ganamos!
Quinto, la huelga de los pilotos de Avianca muestra cómo la burguesía cuando ve afectados sus intereses resuelve echar la ley en saco roto, como lo hizo la Ministra de Trabajo con la imposición del Tribunal de Arbitramento y acaba de hacer el Tribunal Superior de Bogotá [y la misma Corte Suprema] declarando ilegal la huelga, en una descarada actuación en favor de los empresarios, quienes sí pueden saltarse los términos legales cuando se les viene en gana como lo ha hecho Efromovich violando la convención colectiva y contraponiéndole un pacto colectivo, y si los sancionan simplemente pagan la multa; mientras los trabajadores deben cumplir las normas sin contemplaciones so pena de declararles ilegales sus métodos y procedimientos de lucha, lo que demuestra que la ley está atada al poder del capital, a los designios del dinero o a los intereses de los capitalistas. Esta huelga enseña que no hay que idolatrar las leyes, pues ellas son producto de la correlación de fuerzas entre el movimiento obrero y el Estado de los capitalistas. La lucha obrera impuso por la fuerza el derecho a hacer huelgas, y luego la burguesía le metió la trampa al convertirla en ley: coartar las huelgas con requisitos que deben ser abolidos otra vez con la fuerza de las huelgas.
Sexto, esta huelga es ejemplar para la clase obrera, porque a pesar de ser únicamente de una parte de los pilotos, ha sido de unidad y resistencia a las arbitrariedades del Estado y los ataques rastreros y propaganda sucia de un puñado de burgueses. Es el camino para fortalecer y acumular fuerzas no solo para la lucha de resistencia ahora, sino para un futuro mejor, donde sean los que trabajan los que disfruten de lo que producen, y no los que se dedican hoy a explotar la fuerza de trabajo para apoderarse de las riquezas que provoca la mayoría en Colombia y el mundo. Trabajar por un mundo mejor, donde parásitos como Efromovich, si no trabajan, que no coman. La debilidad de la huelga no son los pilotos quienes se han comportado con dignidad de huelguistas dispuestos a ir hasta las últimas consecuencias. La debilidad de la huelga es su carácter solitario. ¿Qué pasaría si no fueran solo los pilotos sino todos los trabajadores de Avianca los huelguistas? Y si se ampliara a otros sectores de la producción, ¿qué pasaría? ¡Se obliga a ceder a los patrones y al gobierno! ¡Se obliga al Estado a suprimir la maldita cortapisa de la «ilegalidad» de las huelgas. Se demostraría en los hechos que las huelgas no son legales o ilegales, que las huelgas se ganan o se pierden.
Comité de Dirección
Unión Obrera Comunista (mlm)