Se acerca una nueva jornada electoral en Colombia, y quienes participan de esta contienda enfilan todo su trabajo para conquistar la sociedad llamándola a cumplir con el “sagrado” derecho y obligación de votar. A coro llaman a participar en las “decisiones importantes” del país, pues, según ellos, la mayor expresión de la democracia es ejercer el derecho a elegir y ser elegidos. Para ellos, quien no vota es enemigo de la democracia, quien no vota no tiene derecho a quejarse después, quien no vota es enemigo de la paz, quien no vota no tiene una posición política… Así, rojos y azules, amarillos y verdes, blancos y rosados, tricolores y multicolores, todos se unen en santa cruzada para convencer al pueblo e iniciar otra vuelta en el círculo vicioso del juego de lo que llaman democracia.
Y contra esa corriente politiquera y mentirosa, nuevamente el llamado que hacemos los comunistas revolucionarios en Colombia es a
¡NO VOTAR!
No votar, porque las instituciones del Estado están totalmente desprestigiadas entre la mayoría de los trabajadores. Porque esas instituciones están podridas hasta la médula, inundadas de corrupción y de bandidos, cuyas políticas nefastas se descargan contra quienes todo lo producen en esta sociedad, mientras salen favorecidos los sectores más retardatarios y criminales. Porque ese Estado ejerce el terrorismo abierto o encubierto contra todo lo que suene a oposición. Porque ese Estado es un aparato de dominación brutal contra el pueblo. Y el gobierno, hoy encabezado por la mafia del narcotráfico y los paramilitares, no tiene el más mínimo interés en resolver un solo problema esencial del pueblo, ni siquiera para mostrar la falsa careta democrática, como lo hacen otros gobiernos burgueses que se muestran con discursos y posturas aparentemente pluralistas, aunque también ejercen su brutal dictadura contra el pueblo.
No votar, pues las instituciones territoriales (asambleas, concejos, edilatos) son igualmente nidos de corrupción, donde los alegatos se convierten en insulsos y vacuos lamentos que no tienen absolutamente ningún efecto práctico en las políticas fundamentales del gobierno; sirviendo al final, solamente, para mostrar una aparente democracia, un falso derecho a controvertir y a debatir. Las políticas que impone el gobierno no se deciden, ni en el congreso ni en los entes territoriales, sino que estas vienen ordenadas desde el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, el Pentágono, o la OCDE y son impuestas por el presidente y su ministros; ante ello, la bulla de los politiqueros, incluidos los llamados de izquierda, son en realidad palabrería que los explotadores utilizan para aparentar ante los trabajadores, creando una falsa ilusión de libertad y democracia, convirtiéndolos en idiotas útiles de la más brutal dictadura de los ricos sobre la masa inmensa de trabajadores.
No votar, pues hacerlo va en contra vía de las aspiraciones de las masas, que todos los días encuentran en la movilización y la lucha, el camino para exigir sus derechos y para confrontar las políticas del Estado, pasando por encima de la represión del gobierno, por encima de los politiqueros que llaman a depositar la solución de los problemas del pueblo en las urnas, por encima de los dirigentes de los partidos de la falsa izquierda y de los arrodillados dirigentes de las centrales sindicales que poco se mueven para organizar la lucha, pero sí para llamar a la compostura y a la defensa de la falsa democracia; por encima de toda esa oposición, las masas participan en política con los medios que mejor les favorecen a sus intereses: con la lucha y la movilización directa, sin intermediarios, sin “salvadores” ni falsos representantes.
No votar, pues solo hay dos caminos: o se favorece la política que gobierna, o se lucha contra ella. Quienes hoy participan en las elecciones votando, legitiman el sistema y la explotación asalariada, contribuyendo a crear falsas ilusiones en que se pueden solucionar los problemas escalando puestos en el gobierno y reformando el Estado podrido y corrupto. El pueblo que no vota, manifiesta también su posición política rechazando la politiquería y la farsa electoral, no contribuyendo a legitimar el sistema. Y el papel de los obreros avanzados y los revolucionarios, es convertir esa abstención mayoritaria del pueblo, todavía espontánea, en actitud plenamente consciente, pues no es suficiente no votar, hay que organizarse, movilizarse y luchar, que hoy significa vincularse a la preparación y organización del Paro Nacional Indefinido.
No votar, pues es falso que se puede votar y luchar al mismo tiempo. Quienes promueven esa postura política son también politiqueros, que hacen carrera hacia altos cargos públicos con sueños de llegar a ingresar en la crema y nata de la élite acomodada de la sociedad; usan su prestigio entre las masas para llegar a senadores, alcaldes y hasta presidentes; pero en su trasegar engañan al pueblo con promesas que ellos mismos saben son imposibles de cumplir, pues al final lo que les interesa, es su propio bienestar y el de sus amigos y familiares más cercanos; el trapicheo politiquero los deja al mismo nivel de los más retrógrados y reaccionarios dirigentes de la derecha; en las instituciones del Estado, izquierda y derecha no son más que las dos caras de la misma moneda.
No votar, pues el camino de las masas es el de la lucha, la huelga, la movilización y la confrontación directa que avanza incontenible hacia grandes levantamientos; son las masas que en campos y ciudades van asumiendo el protagonismo de las transformaciones sociales, y con su lucha y la luz de la ciencia de la revolución proletaria mundial van encontrando el camino que les lleve a comprender que el enemigo que tienen al frente en realidad es el sistema capitalista; un sistema caduco y reaccionario que tiene que ser barrido por la revolución proletaria, donde la fuerza principal es la alianza entre obreros y campesinos que con la Guerra Popular y el armamento general del pueblo derrotará el podrido Estado burgués, terrateniente y proimperialista, y reinaugurará el nuevo mundo gobernado por obreros y campesinos, un gobierno miles de veces más democrático que el que hoy defienden a capa y espada quienes llaman a votar en las elecciones.
Los problemas que aquejan a la sociedad, no pueden ser solucionados bajo este sistema, y el juego de los politiqueros de turno es el de crear falsas ilusiones en que ellos sí van a hacer lo que sus antecesores no cumplieron; esa es la frase trillada por décadas, mientras la situación de los trabajadores sigue cada día empeorándose. Pero además, toda su propaganda lleva el veneno de la resignación y la mentirosa idea de que no tiene sentido luchar por un mundo mejor, por una transformación radical de la sociedad y que es una vana ilusión pensar en un Estado gobernado por los trabajadores. Un mundo nuevo no solo es urgentemente necesario, sino que es plenamente posible, y los proletarios conscientes, los dirigentes y activistas revolucionarios tienen la obligación de desembarazarse de las ilusiones en la politiquería y empeñarse con todas sus fuerzas en la construcción del Partido Comunista Revolucionario que tanto necesitan la clase obrera y las masas explotadas y oprimidas, para dirigir su lucha y liberarse de las cadenas de este oprobioso sistema.
¡Abajo el Podrido Estado Burgués y sus Elecciones!
¡Viva el Futuro Estado de Obreros y Campesinos!
¡NO VOTAR, Unir y Generalizar la Lucha Obrera, Campesina y Popular!
Revolución Obrera
Septiembre de 2019