La reciente amenaza de sanción de la Superintendencia de Industria y Comercio contra los industriales del azúcar, por prácticas fraudulentas y monopolistas, ha despertado un nuevo gran alboroto, pues se trata de una lucha entre capitalistas, todos dueños de grandes medios de comunicación, donde no tienen cortapisas para defender abiertamente sus voraces apetitos: de un lado los monopolistas del azúcar con Ardila Lulle a la cabeza y, del otro, los grandes monopolios industriales tales como el Grupo Nutresa del Grupo Empresarial Antioqueño y los imperialistas Coca-Cola y Nestlé.
Dice el adagio popular que en pelea de bandidos la gente honrada sale ganando, y seguramente por eso también, todos los enemigos despiadados del pueblo, pretenden que los trabajadores tercien en su lucha: Álvaro Uribe y sus secuaces como Paloma Valencia, Roy Barreras y sus compinches, Luis Fernando Velasco y sus amigos, Marta Lucía Ramírez y compañía… se pronunciaron alegando que la amenaza de sanción «pone en peligro el sector azucarero». Y confabulados con estos cavernarios representantes de los explotadores, salen a la palestra supuestos representantes de los trabajadores como Jorge Enrique Robledo jefe del Moir y senador por el Polo y los jefes de las Centrales Sindicales CUT, CGT y CTC en defensa de la que llaman «producción e industria nacionales».
Que los enemigos abiertos de los trabajadores se batan por sus asquerosos intereses monopolistas no tiene nada de extraño. Pero que lo hagan los jefes de partidos que se dicen representar a los trabajadores y los jefes de las Centrales Sindicales, quienes argumentando defender el empleo llaman a los obreros a respaldar a un grupo de grandes explotadores, es un disparate, una vil canallada y una gran mentira.
Un disparate porque los grandes capitalistas del azúcar no se van a quebrar así paguen una sanción que es irrisoria comparada con sus descomunales ganancias; ni la rebaja de los aranceles acabará con la producción de azúcar, porque este sector de los capitalistas ha logrado posicionarse como un monopolio desplazando a la competencia, superexplotando a los obreros, sometiendo a condiciones de semi-esclavitud a cerca de 18 mil corteros y comprando a precio de feria los cultivos de los pequeños productores de caña; y además reciben enormes subsidios y prebendas otorgados por el gobierno y los funcionarios a quienes en contraprestación les financian sus campañas politiqueras.
Una vil canallada porque la actitud de oportunistas como Robledo y de los jefes de las Centrales, solo muestra su compromiso con los parásitos explotadores, la defensa de los intereses del capital y su traición a los intereses de los trabajadores. Amenazan con una protesta nacional en defensa de los capitalistas, pero callan frente a los abusos que cometen estos enemigos contra los obreros y los campesinos, dividen a los obreros en los ingenios y desvían su lucha contra la explotación. Esto explica por qué durante la huelga de los corteros en el 2008 los sindicatos de la CGT y la CTC en los ingenios, en lugar de brindar la solidaridad con los hermanos en lucha, se movilizaron con los patrones en contra de la huelga sirviendo de esquiroles.
Y una gran mentira porque el problema de más empleo en el sistema capitalista no pasa de ser una promesa demagógica de los politiqueros en campaña, incapaz de revertir la tendencia general al crecimiento del ejército industrial de reserva; las mediciones del DANE que reportan una disminución sostenida en la tasa de desempleo, son maniobras estadísticas para hermosear el gobierno de los capitalistas pero que no pueden ocultar la pasmosa realidad de la multiplicación de los desempleados. Y en lo inmediato, el freno a los despidos masivos, la consecución de contratación directa y estabilidad laboral, no depende de que los capitalistas -como es el caso de los azucareros- ganen o pierdan unos cuántos miles de millones; solo depende de la lucha del movimiento obrero en general y del movimiento sindical en particular. De los capitalistas siempre hay que esperar despidos a granel y supresión permanente de los derechos obreros como ahora lo pretenden con la estabilidad laboral reforzada. Seguir hoy el consejo de los jefes oportunistas y de las camarillas de las Centrales, de apoyar a los empresarios del azúcar para defender el empleo, es repetir la amarga experiencia del viejo engaño patronal de sacrificar conquistas convencionales en auxilio a las empresas para no perder el empleo, y cuyo resultado siempre ha sido el despido o la pérdida de todas las conquistas incluida la organización sindical, como por ejemplo ocurrió en la Siderúrgica Paz del Río o en el antiguo Instituto de Seguro Social.
Las bases de los partidos oportunistas y las bases de esas Centrales, cuyos dirigentes una vez más demuestran ser patronales, deben rebelarse contra sus jefes traidores. Los trabajadores de los ingenios, los campesinos que suministran parte de la caña a los capitalistas del azúcar y el pueblo en general, no deben terciar por algún sector de sus enemigos explotadores. Por el contrario, deben aprovechar esas peleas entre voraces sanguijuelas para organizarse mejor y arreciar su lucha independiente, por conquistar reivindicaciones inmediatas tales como la contratación directa y la estabilidad laboral, teniendo en cuenta que la explotación y la ruina de los pequeños campesinos son inevitables mientras subsista la explotación asalariada. Por consiguiente, la lucha actual debe servir como preparación para la revolución socialista, que acabe con la propiedad privada sobre los grandes medios de producción, pues ella es la causa más profunda de todos los padecimientos del pueblo.
Comité Ejecutivo – Unión Obrera Comunista (mlm)