LA EXPROPIACIÓN DE LOS EXPROPIADORES

LA EXPROPIACIÓN DE LOS EXPROPIADORES 1
El haber mentado la «expropiación» en el recetario electorero de Petro, puso los pelos de punta a los grandes propietarios burgueses, terratenientes e imperialistas, quienes rápido armaron la tramoya del «peligro petrista de convertir a Colombia en otra Venezuela», para declarar intocable la sacrosanta propiedad privada «de todos» los colombianos y dar todas las garantías a los propietarios del capital en el plan económico del títere uribista: «Profundizaremos los mercados de capitales… Buscaremos recursos de capital para el emprendimiento…. Apalancaremos la inversión…. Créditos que incentiven aumentos de productividad… Entregaremos 10 años de incentivos tributarios para inversiones productivas que generen empleos permanentes y de calidad».

Petro mordió el anzuelo y de inmediato salió a jurar sobre la Biblia ser «defensor de la propiedad privada capitalista», reafirmando que él no era socialista y no se arrepentía de no serlo, que solo se refería a la «expropiación» contemplada en las leyes de la república, que «en la Colombia Humana no se expropiarán empresas, ni negocios, ni viviendas ni tierra productiva, pero será objetivo prioritario que progresivamente ingresen a la producción de alimentos y a la agricultura campesina alrededor de tres millones de hectáreas que hoy están destinadas a ganadería extensiva o no tienen uso alguno».

En efecto, una de tales leyes es la 1152 de 2007 firmada por gobernantes eximios representantes de los grandes terratenientes capitalistas (el entonces Presidente Álvaro Uribe, su Ministro de Hacienda Oscar Iván Zuluaga, su Ministro de Agricultura Andrés Felipe Arias y la Presidente del Congreso Dilian Francisca Toro), ley integrante del Estatuto de Desarrollo Rural con el cual, a través del Incoder, se dio paso a la legitimación del despojo en la guerra contra el pueblo, ley que habla de compra de predios, mejoras rurales y servidumbres, estableciendo en su artículo 72 que «cuando el propietario no acepte expresamente la oferta de compra o cuando se presumiere su rechazo (…) la unidad procederá a ordenar el proceso de expropiación (….) [cuyo] valor de la indemnización corresponderá al avalúo catastral…» (s.n.)

Y lo más irónico y risible es su similitud con el tan «temido castro-chavismo expropiador», cuya constitución bolivariana dice en el Artículo 115: «Se garantiza el derecho de propiedad. Toda persona tiene derecho al uso, goce, disfrute y disposición de sus bienes. La propiedad estará sometida a las contribuciones, restricciones y obligaciones que establezca la ley con fines de utilidad pública o de interés general. Sólo por causa de utilidad pública o interés social, mediante sentencia firme y pago oportuno de justa indemnización, podrá ser declarada la expropiación de cualquier clase de bienes». (s.n.)

Se ve entonces, que la «expropiación» ordenada por Uribe y sus secuaces, así como la «expropiación» ejecutada por el bolivariano Chávez y la «expropiación» anunciada por el socialdemócrata Petro, son todas expropiaciones de carácter burgués porque no cambian el carácter de clase de la propiedad incluida la que se administra a través del Estado que tampoco se transforma en propiedad socialista; sigue siendo propiedad estatal capitalista cuya tendencia actual en todos los países es a la privatización. Ninguna de las mencionadas «expropiaciones» sobrepasa el límite de las relaciones de propiedad privada burguesa; todas conservan y fortalecen la propiedad privada capitalista de los medios de producción, profunda causa económica de la esclavitud asalariada. El bochinche actual alrededor de la «expropiación» es solo uno de los aditamentos bulliciosos del carnaval electoral, para dividir y confundir al pueblo, para atontar y ganar el apoyo de incautos electores, acudiendo al muy viejo método de los explotadores: presentar sus intereses de clase como intereses de «todo» el pueblo, la defensa de su propiedad privada como la defensa de la propiedad privada de todos los colombianos.

Desde hace 170 años, Marx y Engels en el Manifiesto Comunista, revelaron el carácter histórico de la expropiación: «La abolición de las relaciones de propiedad existentes desde antes no es una característica peculiar y exclusiva del comunismo. Todas las relaciones de propiedad han sufrido constantes cambios históricos, continuas transformaciones históricas. La revolución francesa, por ejemplo, abolió la propiedad feudal en provecho de la propiedad burguesa».

Desde aquella época, la burguesía, temerosa de ser expropiada, al igual que los propietarios capitalistas actuales asustados por la sola mención de la «expropiación» en boca de un politiquero socialdemócrata que odia el socialismo, emitía el mismo chillido: «los socialistas, los comunistas, van a expropiar la propiedad privada de todos los ciudadanos». También Marx y Engels demostraron que tal chillido burgués, era simple tapa-rabo del origen explotador y expropiador de la propiedad privada burguesa.

Dice el Manifiesto Comunista: «Se nos ha reprochado a los comunistas el querer abolir la propiedad personalmente adquirida, fruto del trabajo propio, esa propiedad que forma la base de toda libertad, de toda actividad, de toda independencia individual.
¡La propiedad bien adquirida, fruto del trabajo, del esfuerzo personal! ¿Os referís acaso a la propiedad del pequeño burgués, del pequeño labrador, esa forma de propiedad que precede a la propiedad burguesa? No tenemos que abolirla: el progreso de la industria la ha abolido y está aboliéndola a diario.
¿O tal vez os referís a la propiedad privada moderna, a la propiedad burguesa?
Pero, ¿es que el trabajo asalariado, el trabajo del proletario, crea propiedad para el proletario? De ninguna manera. Lo que crea es capital, es decir, la propiedad que explota al trabajo asalariado y que no puede acrecentarse sino a condición de producir nuevo trabajo asalariado, para explotarlo a su vez. En su forma actual, la propiedad se mueve en el antagonismo entre el capital y el trabajo asalariado. Examinemos los dos términos de este antagonismo.
Ser capitalista significa ocupar, no sólo una posición meramente personal en la producción, sino también una posición social. El capital es un producto colectivo; no puede ser puesto en movimiento sino por la actividad conjunta de muchos miembros de la sociedad y, en último término, sólo por la actividad conjunta de todos los miembros de la sociedad.
El capital no es, pues, una fuerza personal; es una fuerza social.
En consecuencia, si el capital es transformado en propiedad colectiva, perteneciente a todos los miembros de la sociedad, no es la propiedad personal la que se transforma en propiedad social. Sólo habrá cambiado el carácter social de la propiedad. Esta perderá su carácter de clase. (…)
Os horrorizáis de que queramos abolir la propiedad privada. Pero en vuestra sociedad actual la propiedad privada esta abolida para las nueve décimas partes de sus miembros. Precisamente porque no existe para esas nueve décimas partes existe para vosotros. Nos reprocháis, pues, el querer abolir una forma de propiedad que no puede existir sino a condición de que la inmensa mayoría de la sociedad sea privada de propiedad».

¡Qué distancia abismal entre el socialdemócrata programa electoral petrista de “democratizar el capital” sin expropiar a los ricos, y el programa revolucionario de los comunistas de transformar el capital en propiedad colectiva de toda la sociedad expropiando a los capitalistas!

¡Qué farsantes son los grandes capitalistas cuando salen a defender la propiedad privada de TODOS los colombianos contra la expropiación comunista! Han sido ellos los expropiadores de 10 millones de hectáreas a 7.5 millones de desplazados internos. Son sus bancos los permanentes expropiadores de campesinos, pequeños industriales, comerciantes y viviendistas ahorcados por las deudas de créditos impagables, a tal punto que uno de sus economistas premiados con el Nobel, Joseph Stiglitz declara que «el sector financiero ha perfeccionado sus habilidades para quitarle el dinero a la gente sin contribuir al progreso social» «Crean riqueza arriba pero también crean miseria abajo…». Son los monopolios capitalistas del transporte masivo quienes han expropiado a medianos y pequeños transportadores. Son los monopolios capitalistas de la salud y la educación quienes han expropiado estas conquistas a los trabajadores. Es la clase de los capitalistas en su conjunto la que expropia a diario el producto del trabajo de la clase de los proletarios en su conjunto, la clase cuya única propiedad social es su fuerza de trabajo, la clase que no tiene nada que perder en una expropiación socialista, y en cambio pasará a ser dueña colectiva de la nueva propiedad socialista.

Son la burguesía, los terratenientes y los imperialistas quienes tienen en sus manos todo el poder del capital. Por eso son ellos, y solamente ellos, los blancos de la Revolución Socialista en Colombia, el medio para destruir todo su poder político, el medio para construir un poder político nuevo, del tipo de la Dictadura del Proletariado, que apoyado en el armamento general del pueblo, lleve a cabo la EXPROPIACIÓN DE LOS EXPROPIADORES, no la expropiación de carácter burgués, personal y «con una justa indemnización», sino la verdadera expropiación revolucionaria de todo el capital, que suprima la propiedad privada sobre la tierra y las relaciones capitalistas de producción soportadas sobre ella, para superar la crisis de la agricultura y la desigualdad del campo frente a la ciudad; que expropie y confisque sin indemnización todo el capital financiero, industrial, agrario, comercial, de transporte y de comunicaciones, en manos de la burguesía, los terratenientes y todos los imperialistas asociados con estas clases, siendo la nacionalización del capital imperialista parte de la socialización de todo el capital; que nacionalice toda la tierra, incluyendo los recursos naturales (petróleo, carbón, minas, bosques, aguas) para anular de tajo la renta absoluta que nutre a los parásitos terratenientes; que expropie y confisque sin indemnización la tierra de los terratenientes, de las instituciones religiosas, de las concesiones dadas al imperialismo, de la burguesía industrial y comercial en el campo; y si se oponen a la revolución, también la tierra de los campesinos ricos; que expropie y confisque sin indemnización todos los bienes inmuebles en manos de la burguesía, los terratenientes y los imperialistas.

¿Pueden acaso los pobres temer a la EXPROPIACIÓN DE LOS EXPROPIADORES? ¡No! pues no tienen nada que perder en ella. Solo los expropiadores capitalistas tiemblan de pánico ante una revolución comunista porque les expropiará todo lo que ellos le han expropiado a la sociedad.

Comité de Dirección – Unión Obrera Comunista (mlm)
Junio 14 de 2018

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