editorial

El aumento del salario mínimo, las amenazas de la burguesía y la lucha de los trabajadores

El gobierno de Gustavo Petro anunció el 29 de diciembre, el aumento del salario mínimo para el 2026, haciendo un reajuste de $327 405, que corresponde al 23.7 %, más el subsidio de transporte $249 095 para un total $2 000 000; el que la OIT considera el mínimo vital para los asalariados en Colombia.

La respuesta de las clases dominantes a este aumento nominal ha sido feroz. Amenazan con despidos masivos, que de hecho se han venido presentando en el trascurso de este y los años anteriores, con aumento o no del salario. Asustan con la mentira de que la inflación se disparará hasta niveles en los que quedaremos como Venezuela. Y presentan el tímido aumento real del salario como una amenaza contra la propia clase obrera, escondiendo que lo realmente afectado es su gigantesca cuota de ganancia.

Es mentira que el alza del salario genere inflación —aumento de los precios de los productos de la canasta familiar— pues los precios de las mercancías no están determinados por el costo de la fuerza de trabajo (salario), sino por el tiempo socialmente necesario para su producción; una medida social que, aunque los capitalistas intenten violar aumentando artificialmente los precios, se regula por las mismas leyes de la oferta y la demanda. La experiencia práctica demuestra que este argumento es mentiroso, como evidencian estos tres últimos años, en que ha habido un aumento nominal mayor a la inflación y esta no se ha disparado.

También la burguesía trata de intimidar esgrimiendo la mentira de que el aumento del salario «exagerado» afectará el bolsillo de la mayoría, puesto que algunos bienes y servicios están indexados al mismo. Es verdad que algunos bienes y servicios tienen como base el salario mínimo (matrículas, multas de tránsito y algunas sanciones y gestiones administrativas, transporte y vivienda de interés social), sin embargo, le corresponde al pueblo movilizarse para que por ejemplo las matrículas y la vivienda popular, entre otros, no aumenten en la misma proporción del salario mínimo.

Ya habíamos advertido que las clases dominantes parásitas y ahítas, pugnan permanentemente por impedir que disminuya su cuota de ganancia, que es realmente la afectada con un aumento general de los salarios. Por eso la respuesta virulenta a un aumento que sigue estando por debajo del valor real de la fuerza de trabajo que, como hemos dicho los comunistas y el mismo Gustavo Petro, está por encima de los tres millones de pesos.

Un aspecto a destacar y de importancia para los proletarios es que el aumento del 23.7 % es superior a las «exigencias» de los jefes de las centrales sindicales que, como «representantes» de los trabajadores, quedaron en ridículo proponiendo apenas un 16% de aumento; otra demostración práctica de que esos señores no representan a los asalariados y sí le hacen un gran favor a los capitalistas ayudando a montar el circo de la farsa de negociación del salario mínimo cada año en lugar de organizar la lucha general por conquistar el valor real de la fuerza de trabajo, es decir, de los bienes y servicios que necesita el obrero y su familia para vivir decentemente y seguir reproduciendo su fuerza de trabajo.

Con esto queda demostrado una vez más, que definitivamente la dirección de las centrales sindicales es inútil para defender los intereses de la clase obrera, no hubo ningún llamado a la movilización por un alza real del salario y frente a las actuales amenazas de la burguesía, algunas de las cuales pueden llevar a cabo por el momento, no se puede esperar de tales dirigentes ser los abanderados de la lucha para frenar esta posible arremetida. Esto pone nuevamente de presente la necesidad de una central sindical reestructurada en la independencia de clase con respecto a los capitalistas y al Estado.

Igualmente, es de destacar que el aumento decretado por el presidente Gustavo Petro es significativo en comparación al de los gobiernos anteriores, representando un mejoramiento de la calidad de vida de los asalariados, y por eso ha ocasionado la virulenta respuesta de las clases parásitas dominantes; sin embargo, no es suficiente si se tiene en cuenta que el salario se mantiene muy por debajo de lo que necesitan los asalariados para garantizar su sostenimiento y el de sus familias. Esta es otra demostración de los límites que tiene el reformismo y su idea de resolver los problemas del pueblo desde arriba.

La vigencia de continuar la lucha por alza general de salarios obliga nuevamente a confiar en la propia fuerza del pueblo. Por eso ante el anuncio de un nuevo embate de los ricos, quienes por el aumento salarial decretado y porque la crisis del mismo sistema capitalista los lleva a más despidos, más represión a las organizaciones sindicales, más medidas antiobreras, hay que retomar la organización y la lucha con independencia de clase. Los trabajadores no pueden perder la perspectiva y renunciar a la lucha dejándose llevar por las promesas electorales. No pueden olvidar que ¡Gobierne quien gobierne, los derechos del pueblo se defienden!

Las asambleas populares deben reanudarse para preparar la lucha, urge concretar la Federación Sindical que direccione el movimiento sindical en la confrontación con los patrones y no en la conciliación con los enemigos. Así mismo, los proletarios revolucionarios deben dar pasos en firme para darle vida al Partido Comunista Revolucionario de la clase obrera, que dirija ya no solamente esta lucha particular por el alza general de salarios, sino la abolición definitiva de la esclavitud asalariada, la causa última de todos los problemas que sufre el pueblo en Colombia y en el mundo.

A todos los trabajadores en Colombia, les deseamos que el año nuevo llegue con el espíritu y la fuerza para continuar la lucha inevitable contra los holgazanes enemigos comunes que gozan de los privilegios proporcionados por el pueblo con su trabajo.

Comité Ejecutivo – UOC (mlm) 
30 de diciembre de 2025

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