El apoyo de todos los partidos políticos reaccionarios de la burguesía y los terratenientes, y el respaldo de todos los gremios empresariales, al que será un nuevo gobierno encabezado por los representantes políticos de la facción mafiosa uribista, ha estimulado las prácticas y apetitos más reaccionarios de los explotadores capitalistas, a tal punto que no han esperado a posesionarse para empezar su ejecución.
En economía la agenda está acordada: ¡garantizar mayores ganancias a los ricos capitalistas!
Pero los empresarios por sí mismos no pueden elevar sus ganancias pues ellos no trabajan; ellos viven de explotar trabajo ajeno y de apropiarse en su interés privado del tesoro público tributado por la sociedad. Los explotadores no tienen otra forma de acrecentar su capital, que aumentando la explotación de los trabajadores y dilapidando los bienes nacionales. No por casualidad la agenda del nuevo gobierno incluye en sus propósitos, rebajar los salarios en general, disminuir el salario mínimo nominal, cercenar las pensiones de los trabajadores, entregar el fondo público pensional a los fondos privados, privatizar más empresas del Estado tales como Ecopetrol, más y mayores impuestos a los trabajadores y más exenciones y rebaja de gravámenes a los ricos.
En política también ya está trazado el derrotero del nuevo gobierno de los capitalistas: ¡mano dura contra el pueblo!
Jamás podrían los capitalistas aumentar tan desaforadamente la explotación, sin coartar los procedimientos y medios de lucha de los explotados. Tal es el papel del Estado burgués, máquina de fuerza en manos de los capitalistas como instrumento de explotación. Y como es tradicional en Colombia, no solamente mano dura dentro de los límites de sus leyes de clase, sino la mano dura extrajudicial del terrorismo de Estado: esa macabra componenda tripartita entre la financiación empresarial no solo mafiosa, el respaldo militar estatal y las bandas paramilitares ejecutoras de los crímenes. Terrorismo de Estado, que bajo la excitación del triunfo uribista reactivó las masacres, intensificó el asesinato de líderes sociales, maestros, sindicalistas y desmovilizados, generalizando las amenazas de muerte a políticos, curas, periodistas y todo quien se declare anti-uribista o quien denuncie sus atrocidades.
Una embestida reaccionaria contra el pueblo de las fuerzas afines al nuevo gobierno, que le da continuidad a las políticas de explotación y de opresión del saliente Gobierno de Santos, pero ahora, con más voracidad explotadora y más uso del terror estatal.
Aunque los planes hambreadores de los capitalistas se proponen apretar al máximo la soga de la explotación sobre el cuello de los trabajadores, no únicamente los tercerizados, también los directos y sindicalizados en sectores estatales como el magisterio o industriales como Ecopetrol; aunque entre los cientos que han caído bajo las balas de las bandas y sicarios al servicio de los capitalistas se encuentran guerrilleros desmovilizados de las Farc, activistas del petrismo y de Marcha Patriótica… los jefes políticos reformistas y oportunistas, y los jefes de las centrales sindicales, siguen considerando que entre explotadores y explotados, entre opresores y oprimidos, puede haber una reconciliación; siguen pregonando la «paz social» así la paz sepulcral de los ricos acribille a sus propios partidarios; siguen acudiendo al Estado en súplica de protección y justicia así vean cómo instituciones estatales ejecutan o cohonestan los crímenes contra el pueblo.
De ahí que la táctica de tales jefes sea la táctica reformista basada en el cálculo electoral y el alegato en el establo parlamentario. Una táctica que de plano no rechaza la protesta ni la movilización del pueblo, pues la considera útil a sus planes electorales y trámites como «oposición oficial» en el Congreso. De ello hablan los llamados de Petro a sus seguidores a salir a la calle pero con la mira puesta en las elecciones de 2019, o el reciente acuerdo en Bogotá entre la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, el Congreso de los Pueblos, el Modep y el Partido «Comunista» (mamerto), en defensa de la paz de los ricos, con la pretensión de amarrar el movimiento de masas a la cola de la «oposición oficial» en el Congreso y apuntando a la rebatiña electorera por la Alcaldía y el Concejo.
La feroz embestida de las fuerzas reaccionarias de los capitalistas, solamente puede ser enfrentada en las calles con la movilización obrera, campesina y popular que haga valer su fuerza en un Paro Nacional Indefinido. Las heroicas masas trabajadoras no solo han puesto los muertos en el embate terrorista urdido por los capitalistas contra el pueblo; también son las masas trabajadoras las protagonistas de la denuncia, de las movilizaciones, de las medidas para defenderse, de las iniciativas para hacer frente a los asesinos. La fuerza de su movimiento es la base de la táctica revolucionaria cuyo papel es llevar a los trabajadores la conciencia sobre el carácter irreconciliable de las contradicciones con sus enemigos, es canalizar su lucha al servicio de combates más amplios entre las clases enemigas, es apoyarse en los hechos para clarificar a las masas por qué la conciliación de clases y la «paz social» solo beneficia a los opresores, es dirigir el movimiento por los cauces revolucionarios de las vías de hecho, de la lucha callejera, de la unificación de las batallas dispersas en un gran choque social por todo el país en la forma de huelgas políticas de masas, todavía no para pensar en la toma revolucionaria del poder, pero sí para avanzar en esa preparación donde la tarea prioritaria es organizar el estado mayor de la revolución: el partido político del proletariado.
Hoy son declarados «objetivo militar» campesinos e indígenas por reclamar las tierras que les fueron despojadas, líderes sociales por defender derechos de las comunidades, dirigentes sindicales por exigir mejores condiciones de vida y de trabajo para los obreros, maestros por enseñar a pensar a sus alumnos, desmovilizados por creer en la paz de los opresores, activistas políticos y periodistas por denunciar las matanzas de los anti-uribistas.
Pero en un futuro, cuando el pueblo haya reorganizado sus fuerzas principalmente las de la clase obrera, cuando se haya expulsado de su seno a los lugartenientes de los enemigos, cuando bajo la dirección de un auténtico Partido revolucionario se haya organizado un nuevo ejército popular de obreros y campesinos, no dedicado al narcotráfico ni a oprimir y vivir a expensas de las masas, sino a defender con las armas los intereses del pueblo trabajador, entonces también serán juzgados por los tribunales populares los empresarios despojadores de «buena fe», los zánganos capitalistas de los gremios, los comandantes militares, paramilitares y políticos que hoy se sacian derramando la sangre del pueblo.
No obstante hoy, las ilusiones reformistas de enfrentar los males del sistema capitalista por el camino del pacifismo y del parlamentarismo, nublan y confunden la conciencia de las masas trabajadoras quienes sin saber por qué, dan su sangre y su vida… la inevitable cada vez mayor desigualdad social producto de la explotación capitalista, la cada vez mayor rebeldía contra la opresión estatal, agitan la lucha directa entre las clases dejando sin piso las teorías pacifistas y parlamentaristas, y en cambio sí, creando mejores condiciones subjetivas en las masas para recibir y convertir en fuerza material las ideas revolucionarias, dado que en palabras de Engels «Allí donde se trate de una transformación completa de la organización social, tienen que intervenir directamente las masas, tienen que haber comprendido ya por sí mismas de qué se trata, por qué dan su sangre y su vida».
El actual ataque reaccionario explotador y terrorista, no distingue entre intelectuales o trabajadores manuales, ni entre trabajadores del campo o de la ciudad, ni entre trabajadores hombres o mujeres, ni entre reformistas o revolucionarios… ¡Va con todo y contra todos los del medio y los de abajo! ¡Va contra la pequeña burguesía y principalmente contra el proletariado!
¡Es imperativo hacer el más amplio frente de lucha directa —no parlamentarista— de las clases trabajadoras de la ciudad y del campo contra las sanguijuelas capitalistas!
¡Es urgente y necesaria —no la súplica de recibir protección del Estado asesino— sino la masiva movilización del pueblo contra el terror estatal militar y paramilitar!
Comité de Dirección – Unión Obrera Comunista (mlm)
Julio 21 de 2018