A PROPÓSITO DE LA INDEPENDENCIA DE CATALUÑA

A PROPÓSITO DE LA INDEPENDENCIA DE CATALUÑA 1

«La cuestión nacional es una parte de la cuestión general de la revolución proletaria, una parte de la cuestión de la dictadura del proletariado».

Stalin

Los referendos electorales por la independencia nacional convocados en el Kurdistán iraquí y Cataluña, han sido condenados como «ilegítimos» por los Estados opresores, cuya sangrienta represión a los votantes y amenaza de intervención armada tiene el respaldo de la burguesía imperialista, que por boca del Frans Timmermans vicepresidente de la Comisión Europea, justificó «el uso proporcionado de la fuerza» para defender la legalidad burguesa, que es la legalidad de la opresión y la explotación. Las masas del pueblo han respondido con gigantescas movilizaciones y huelgas generales.

Es necesario sentar posición desde el punto de vista de los comunistas y de los intereses del proletariado internacional, pues el paso del capitalismo a la fase imperialista y la inauguración de la Era de la Revolución Proletaria Mundial con el triunfo de la Revolución de Octubre en Rusia cuyo centenario se está conmemorando, cambió el modo de plantearse el problema nacional, pues el viejo problema nacional se fundió con el problema colonial del imperialismo y se convirtió en una parte de la Revolución Proletaria Mundial.

Con contadas excepciones, se han escuchado voces de organizaciones comunistas que apoyan incondicionalmente la independencia de Cataluña y el derecho a su autodeterminación, prestando solo atención a la cuestión nacional catalana, divorciada de si sirve o contribuye al derrocamiento del imperialismo, de si hace parte de la Revolución Proletaria Mundial. Tales posiciones remozan la socialdemocracia reformista de la Segunda Internacional, que se planteaba el problema desde el punto de vista de la burguesía, no del proletariado, es decir, todavía en el límite de la democracia burguesa como lo señala Stalin: «Antes, la cuestión nacional se enfocaba de un modo reformista, como una cuestión aislada, independiente, sin relación alguna con la cuestión general del Poder del capital, del derrocamiento del imperialismo, de la revolución proletaria» (La Cuestión Nacional, Capítulo VI de Fundamentos del Leninismo).

En la fase imperialista que es la Era de la Revolución Proletaria Mundial, cambió radicalmente el modo de abordar el problema nacional, donde no basta que los comunistas manifiesten su apoyo al derecho de la nación catalana a existir como estado independiente y que esto lo decidan los catalanes, sino que es necesario ir más allá, deslindarse del nacionalismo burgués y pequeño burgués; es necesario defender, promover y luchar para que el movimiento nacional catalán sirva a la lucha mundial contra el imperialismo, sea parte de la Revolución Proletaria Mundial, se alíe con la lucha de clase contra el poder del capital, por el derrocamiento la dictadura de los capitalistas no solo en el Estado Español sino también en Cataluña, lo cual impone al proletariado de Cataluña unirse con el proletariado de todo el Estado Español contra su burguesía y toda la burguesía del Estado Español. ¡No al odio nacional entre los obreros de las naciones promovido por el nacionalismo burgués! ¡Los obreros no tienen patria! Los obreros necesitan ante todo del internacionalismo y de un Partido propio para ligar el movimiento nacional de Cataluña con su lucha de clase contra la dictadura de los capitalistas.

Ésta una de las muchas cuestiones cruciales para la unidad internacional de los comunistas, frente a la cual aflora la confusión del movimiento desde posiciones francamente socialchovinistas que condenan la lucha nacional de los catalanes, hasta posiciones genuinamente oportunistas que pretenden «fusionar» o «disolver» la cuestión de la lucha de clases en la cuestión nacional catalana, en la simple lucha por su liberación nacional, pasando por posiciones que eluden el problema nacional como problema común de varias clases contra la opresión y la explotación nacional, un problema que en la fase imperialista exige resolverse en conjunto con la lucha de clase del proletariado por el derrocamiento de la burguesía, clase caduca e inservible históricamente en esta fase para dirigir la lucha nacional y la revolución democrática, misión que corresponde al proletariado como parte de la Revolución Proletaria Mundial. De ahí que la Unión Obrera Comunista (mlm) incluya la posición del marxismo sobre la cuestión nacional, en su Propuesta de formulación de una Línea General para la unidad del Movimiento Comunista Internacional. Los siguientes son los apartes pertinentes:

El Problema Nacional de la Fase Imperialista del Capitalismo

En la fase ascensional del capitalismo, el problema nacional, de la independencia, la libertad, la autodeterminación, el derecho a conformar un Estado propio de «una comunidad estable, históricamente formada, de idioma, de territorio, de vida económica y de psicología, manifestada en la comunidad de cultura» (El Marxismo y el Problema Nacional, Stalin – 1913), impuso la tendencia a luchar contra la opresión nacional, por la separación de las naciones y la creación de Estados nacionales. En la fase decadente del capitalismo, el imperialismo convertido en sistema mundial de opresión y explotación, dio paso a una tendencia contrapuesta: echar abajo las barreras nacionales, estrechar vínculos de toda clase entre naciones, facilitando la unión del proletariado de las distintas naciones, y su lucha como clase internacional contra la burguesía de todas las naciones.

La competencia imperialista por la exportación del capital, la monopolización de las fuentes de materias primas y la anexión de territorios, lleva necesariamente a monopolizar el dominio colonial y semicolonial de países y naciones, socavando los antiguos cimientos de las naciones y de su independencia. El imperialismo dejó sin piso el viejo problema nacional como cuestión interna de unos Estados, lo fundió con el nuevo problema colonial imperialista, en el problema internacional de la opresión mundial imperialista sobre las colonias y semicolonias, y como tal, lo hizo parte del problema general de la revolución proletaria, de la lucha internacional del trabajo contra el capital, de la Dictadura del Proletariado y el Socialismo, único medio para suprimir la opresión de unos países y naciones sobre otros, para apaciguar la lucha nacional minando las diferencias, y proporcionar una nueva y superior base material para la igualdad nacional, la plena libertad de separación o de unión de las naciones, y la libertad de las naciones a existir como Estados independientes.

El problema nacional de la fase imperialista del capitalismo, sólo puede resolverse a condición de derrocar a la burguesía. Caducó el antiguo movimiento nacional fundado en la lucha de las clases burguesas nacionales entre sí. Ésta es la época del nuevo movimiento revolucionario antiimperialista, como parte de la Revolución Proletaria Mundial, que en los países oprimidos feudales y semifeudales resuelve el problema nacional de conjunto y en relación con la revolución antifeudal, esto es, como parte de la Revolución de Nueva Democracia dirigida por el proletariado; en los países oprimidos capitalistas lo resuelve de conjunto y en relación con la revolución anticapitalista del proletariado, como parte de la Revolución Socialista.

Contra el Enfoque Oportunista del Problema Nacional

Derrocar a la burguesía para resolver el problema nacional en la época del imperialismo, es una condición «olvidada», eludida y silenciada por el oportunismo y el reformismo pequeño burgués antiimperialista, en su vana pretensión de resolver la cuestión nacional del imperialismo de acuerdo con la burguesía y sin tocar su poder. La burguesía no puede resolver el problema nacional del imperialismo, porque ella misma es una clase opresora de pueblos, naciones y países; porque su política para unir a las naciones, es la política del imperialismo: explotación, opresión, anexiones, conquistas militares, preservación de la propiedad privada.

Llamar al proletariado a «defender la producción nacional y el mercado nacional» como banderas de la «lucha antiimperialista», significa desempolvar envejecidas reivindicaciones burguesas de la primera fase del capitalismo; es un absurdo oportunista que desvía al proletariado de su verdadero objetivo: derrocar al capital.

Pretender resolver el problema nacional del imperialismo, por aparte y sin aniquilar el poder del capital, o antes de aniquilarlo, antes del triunfo de la Revolución de Nueva Democracia en los países oprimidos feudales y semifeudales, antes del triunfo de la Revolución Socialista en los países oprimidos capitalistas, es genuina política oportunista, falsificación del marxismo en el problema nacional, trocarlo por la política democrática burguesa de la pequeña burguesía concebida para luchar contra el imperialismo sin sobrepasar los límites del capitalismo.

La Autodeterminación Nacional en la Época del Imperialismo

De igual forma, la antigua reivindicación burguesa del derecho a la autodeterminación nacional —«sólo la propia nación tiene derecho a determinar sus destinos, que nadie tiene derecho a inmiscuirse por la fuerza en la vida de una nación, a destruir sus escuelas y demás instituciones, a violar sus hábitos y costumbres, a perseguir su idioma, a menoscabar sus derechos» (El Marxismo y el Problema Nacional, Stalin – 1913)— para el marxismo, es un punto básico del problema nacional en el imperialismo, ya no como parte de la revolución burguesa, del movimiento democrático general, sino de la Revolución Proletaria Mundial, ampliando al derecho de los pueblos oprimidos de los países dependientes y de las colonias a la completa separación, y al derecho de las naciones a existir como Estados independientes.

Contra el Oportunismo en la Cuestión de la Autodeterminación

Cercenarle el contenido marxista, reducir el derecho a la autodeterminación nacional, al marco democrático burgués de la simple autonomía económica, política y cultural, incluso sólo de la autonomía cultural, proclamar la «igualdad nacional» jurídica de la democracia burguesa, fueron todos estragos oportunistas del social-chovinismo en la II Internacional, que a pesar de haber sido derrotados por el leninismo internacionalista, de nuevo son reeditados por el revisionismo del siglo XXI. En una burda falsificación del Marxismo Leninismo Maoísmo, el revisionismo del siglo XXI confía la igualdad de derechos de las naciones a la democracia constitucional burguesa ocultando a las masas su carácter amputado, incompleto y engañoso; invoca la «reestructuración» del viejo Estado reaccionario en la Asamblea Constitucional burguesa, para hacer de la igualdad de las naciones, una reforma concedida por la burguesía, sin socavar su dominación sino afianzándola; es en el fondo, el viejo engaño kautskista de la «pacífica unión de naciones equiparadas en derechos bajo el imperialismo» renunciando a subordinar la lucha por las reivindicaciones democráticas, a la lucha revolucionaria del proletariado por el derrocamiento de la burguesía.

La Relación Entre la Lucha de Clases y la Lucha Nacional

La emancipación de la clase obrera, no es un problema nacional, sino social, cuyos intereses materiales comunes —la abolición de la propiedad privada y de las diferencias de clase— están por encima de las nacionalidades, religiones, razas, culturas y costumbres. Sólo por su forma la lucha de la clase obrera es primeramente una lucha nacional; por su contenido es internacional, una revolución mundial de la cual hace parte la victoria del proletariado en cada país.

La concepción del mundo del partido proletario en relación con el problema nacional es el internacionalismo; no el nacionalismo. Los intereses del proletariado y los intereses de la nación, son de carácter diferente. Los primeros son los intereses de una clase determinada; los segundos, los intereses de las diversas clases de una nación. Unos y otros son la base material de dos luchas de naturaleza diferente, que se acercan, se refuerzan, se alían, confluyen, pero no se disuelven, ni se reemplazan entre sí. La experiencia de la revolución proletaria en combate continuo a la propensión nacionalista del oportunismo, ha resaltado la diferencia y relación entre los intereses de clase y los intereses de la nación, la unidad de contrarios entre la guerra civil y la guerra nacional, entre la lucha de clases y la lucha nacional, entre la revolución proletaria y el movimiento revolucionario antiimperialista.

Unidad de contrarios cuya identidad reside: en ser las dos corrientes históricas de la Revolución Proletaria Mundial; en su confluencia hacia el mismo blanco, el imperialismo, cuyo carácter explotador y opresor mundial, objetivamente merma el tinte exclusivamente nacionalista de la lucha de los pueblos oprimidos; en tener en el proletariado la única clase que por su posición y concepción, es consecuentemente antiimperialista y luchadora por aliar el movimiento revolucionario antiimperialista a su lucha de clase contra el poder del capital, condición para el verdadero triunfo de la lucha nacional.

Pero, jamás el proletariado puede disolver su Programa de Partido en el programa del frente de clases antiimperialistas, pues la correcta dirección de la lucha antiimperialista reside en la independencia ideológica, política y organizativa de la clase obrera. Independencia de programa, partido y lucha de clase que presupone defender el internacionalismo, esto es, luchar contra la separación nacional de la clase obrera. Para consolidar y ampliar el frente único, es necesario que el partido del proletariado conserve su independencia y mantenga firmemente su hegemonía en la revolución.

El proletariado no apoya el movimiento nacional por el solo hecho de ser antiimperialista, lo apoya y se alía con él, a condición de que sea un movimiento antiimperialista verdaderamente revolucionario, que no se oponga a la lucha obrera contra el capital, no impida su lucha y organización independientes, ni coarte la agitación y propaganda de su Programa en la educación y organización revolucionaria de las grandes masas populares, en especial de los campesinos para establecer con ellos una sólida alianza de clases.

Contra la Teoría Oportunista de la Fusión de la Lucha de Clases en la Lucha Nacional

El nacionalismo pequeño burgués rompe o disuelve la unidad de contrarios entre la lucha antiimperialista y la lucha de clases. Su forma más peligrosa se disfraza de socialista, en realidad social-chovinista, que a nombre del marxismo intenta darle un matiz internacionalista al nacionalismo. Sirve a la política imperialista, porque siembra desconfianza entre los obreros de distintas nacionalidades, los divide y enfrenta por naciones, mina su independencia de clase e impide su rol dirigente en la lucha antiimperialista. Esta teoría oportunista del social-chovinismo condujo a la alianza criminal de la II Internacional con el imperialismo, contra el movimiento obrero en la I Guerra Mundial imperialista. Aún así, su refutación teórica, la lucha y denuncia política hecha por el leninismo, son hoy palabras y hechos «olvidados» para el revisionismo surgido en el extinto Movimiento Revolucionario Internacionalista —MRI—, donde a nombre del Marxismo Leninismo Maoísmo, reencauchó la vieja concepción kautskista —de reducirse a la lucha nacional y renunciar a la lucha de clases— en la «nueva» teoría de «fusionar» la revolución proletaria y el movimiento de liberación nacional «concentrando la atención» en éste último.

El gran salto adelante: una inevitable necesidad histórica, Prachanda, documento adoptado por la II Conferencia Nacional del PCN(m) - febrero de 2001.

«Fusionar la lucha de clase en la lucha nacional», teoría en boga del revisionismo actual, es una versión remozada del viejo oportunismo frente al problema nacional en la fase imperialista. El colmo de la desvergüenza oportunista es adjudicar tal esperpento teórico a Lenin, quien —desde sus Enseñanzas de la Comuna, hasta sus Tesis sobre los Problemas Nacional y Colonial, aprobadas por unanimidad en el II Congreso de la Internacional Comunista— siempre denunció esa fusión como un error fatal para la revolución proletaria.

La teoría de «fusionar la lucha de clases en la lucha nacional» es una teoría oportunista que retoma el enfoque reformista de la II Internacional sobre la cuestión nacional, como problema aislado, independiente, sin relación alguna con la cuestión general del poder del capital, del derrocamiento del imperialismo, y de la revolución proletaria. Es una línea contrarrevolucionaria, porque rompe y distorsiona la unidad de contrarios entre las dos corrientes de la Revolución Proletaria Mundial. Al destacar unilateralmente la lucha nacional, diluye, opaca, silencia, menosprecia y aplaza la lucha de clase del proletariado contra el capitalismo, esa es la misma línea socialchovinista de la socialdemocracia europea de comienzos del siglo XX, la misma línea revisionista del Partido Comunista de la Unión Soviética —PCUS— en los años 60, la misma línea actual revisionista de la «nueva síntesis» del Partido Comunista Revolucionario EU —PCR,EU— contra la llamada por él «reificación del proletariado».

Aún en las condiciones de una guerra nacional contra una agresión imperialista, la lucha de clases se subordina a la lucha nacional, pero no se fusiona o se disuelve en ella; jamás el proletariado puede renunciar a su independencia de clase, a su programa y autodecisión dentro del frente único. Toda teoría que intente negar la existencia de la lucha de clases es completamente errónea (Papel del Partido Comunista de China en la Guerra Nacional, Mao – 1938).

Comité de Dirección – Unión Obrera Comunista (mlm)

Colombia, Octubre 07 de 2017

Comparte