Ha causado revuelo en las últimas semanas el hecho de que créditos subsidiados por el Estado, y presentados por el gobierno con el sofisma de “ayudar a los campesinos” se estén quedando en manos de los grandes monopolios agroindustriales.
La historia se repite, y como en los tiempos del gobierno de Uribe con Agro Ingreso Seguro, ahora con el nombre de Colombia Agro Produce el régimen encabezado por el títere Duque, a través de Finagro, les está entregando dineros a montón a los “pobrecitos” capitalistas.
Lo cierto es que, de los $226 mil millones de pesos aprobados para subsidiar a los campesinos, $213.566 millones de pesos han parado en los bolsillos de grandes comercializadores y agroindustriales, $8.300 millones de pesos para medianos, y apenas, teóricamente, $4.200 millones de pesos para pequeños productores, según el Contralor delegado para el sector agropecuario. Una evidente repetición de los subsidios a “los más pobres” que se entregaron en la época de Uribito con Agro Ingreso Seguro a humildes “campesinos”, entre ellos a su patrón y presidente y a una reina de belleza y por el cual fue condenado.
A las acusaciones hechas por el Contralor y la Fiscalía, Dairo Estrada, presidente de Finagro, argumenta que todo está en regla, pues de acuerdo a lo establecido, el 40% de los créditos subsidiados deben ser para los pequeños productores y no más del 20% para los grandes; lo que no dicen es que los pequeños productores son miles, mientras que los grandes monopolios del sector agroindustrial son muy pocos y por lo tanto se quedan con la mejor parte. Con esa explicación pretenden lavarse las manos, pero es evidente que si por ejemplo de 100 mil millones de pesos, 40 mil millones son divididos en miles de pequeños productores el monto de sus créditos es mínimo, mientras que si 20 mil millones son divididos en menos de cien grandes monopolios, las “ayudas” para los ricos del campo son enormes.
Pero ahí no para el asunto, porque según el mismo Contralor, Gabriel Romero: “A la fecha, la línea no les está llegando a los productores agropecuarios, sino a grandes agroindustriales, comercializadores y prestadores de servicios”; además, “de los 226.000 millones de pesos, 196.133 millones se colocaron por rubros de comercialización y/o transformación, costos operativos y anticipos”, es decir nada para producción agropecuaria. Y de remate, entre los “costos operativos” está el 6% que se roban los banqueros por hacer la transacción financiera. Es un negocio redondo de los grandes capitalistas monopolistas amparados en el Estado.
Y así, de mano en mano, de investigación en investigación, de escándalo en escándalo, siguen siendo los grandes burgueses y terratenientes los favorecidos en medio de esta pandemia. Mientras tanto, los campesinos medios y pobres, pierden sus cosechas, se quedan sin sustento y empiezan a sentir mucho más el rigor del capitalismo que también carcome al campo.
Entonces ¿Qué esperar? La Contraloría anuncia grandes investigaciones con sus respectivas sanciones, pero hasta ahora, son contados los casos de corrupción, tráfico de influencias y prevaricato los que han sido castigados: ni la corrupción y el robo descarado con los contratos de mercados, ni el agiotismo de la banca, ni ahora los créditos subsidiados por el Estado a los grandes capitalistas agroindustriales. Es imposible esperar que sus investigaciones —por demás contagiadas de mucha burocracia— den resultados, porque el Estado está al servicio y la defensa de los intereses de los parásitos capitalistas.
Ellos tienen la ganancia acumulada gracias al trabajo de los obreros y campesinos, gracias al despojo violento de tierras, gracias a sus megaproyectos agroindustriales aprobados por su representante, que es el Estado, y no piensan para nada rebajar su cuota de ganancia, así la humanidad se esté muriendo en medio de una pandemia.
Los obreros y campesinos no tienen riquezas, pero en cambio cuentan con algo más poderoso: la alianza obrero-campesina, que requiere materializarse desde ya, uniendo las luchas del campo y la ciudad, realizando encuentros o asambleas obreras, campesinas y populares, concretando una sola plataforma para el pueblo colombiano, en la que con respecto al campo se exija actualmente la supresión de los intermediarios de los productos agrícolas garantizando precios justos para los campesinos, el efectivo subsidio a los campesinos pobres y medios, y la condonación de sus deudas anteriores; se necesita estrechar los lazos de los trabajadores del campo y la ciudad para avanzar en la lucha común, porque la pandemia ha sido una excusa de los ricos para quedarse con todo, mientras el pueblo se confina en sus ranchos, casas, veredas y barrios.
La lucha debe continuar, así por ahora se deba coordinar virtualmente, es necesario seguir avanzando en la unidad, organización y lucha de las masas laboriosas del campo y la ciudad y con ello, quitar del medio al Estado capitalista que representa un gran estorbo para el bienestar de los desposeídos.