Se han suscitado alrededor de las elecciones muchas discusiones, algunas cargadas de fanatismo y ausentes de argumentos serios; otras llamando a reconocer el hecho real de que las elecciones inoculan la pasividad en la población, etc.
Seguros que la lucha de opiniones contribuye a elevar el nivel de consciencia frente a una cuestión muy importante como es el problema del Estado, publicamos un escrito compartido en Facebook por un seguidor del Portal Revolución Obrera, como contribución para diferenciar en cada argumento qué intereses de clase se defienden cuando se trata de qué posición hay que tomar frente al Estado y las elecciones.
Revolución Obrera
Los miserables electoreros:
Opacar la rebeldía para ganar la institución, es la consigna de quienes dicen que hacer una marcha, un paro o un grafiti hoy sería contraproducente en términos de su lucha electoral. Es una posición miserable, que juega con la iniciativa popular (espontanea y organizada) y pone de relieve que la lucha por el poder parece estar por encima que la lucha por vida digna.
Dos argumentos para luchar contra dicha idea:
1) La mayoría de personas que ahora están concentradas solo en lo electoral no han estado presentes, como militantes de base, en los últimos años dentro del movimiento social; piensan en el paro como un momento de desorden donde estalló la rebeldía de las masas, que consideran ignorantes por definición, cuando lo que sucedió es más profundo: si bien la iniciativa popular estaba motivada por elementos coyunturales, no se puede ocultar ni negar el trabajo del movimiento social, de personas comprometidas con la lucha, militantes que dejaron de lado privilegios para irse a vivir a los barrios populares y sitios estratégicos hace años, realizando un trabajo político que quizá es más invisible que el que despierta las pasiones mediáticas electorales. Quienes dicen que simplemente la fuerza del movimiento popular tiene un freno que se puede aplicar cuando los caudillos lo digan son personas que no entienden como funciona la lucha, así marquen una x sobre un candidato de izquierda y hagan poco o nada el resto de sus vidas.
2) La consigna de mil pies en la calle y uno en la institución les llega hasta allí: ese pie les funciona más como una bota aplastando incesantemente los otros mil pies. Dar excusas para perder la calle como espacio (no solo de confrontación, sino como espacio deliberativo, económico, simbólico y donde habitamos los corazones rebeldes) es una estrategia para también justificar el poder. Incluso los electoralistas más de izquierda (supuestamente radical) aceptan que Petro no va a poder hacer los cambios que se necesitan, es más, que para su victoria es necesario hacer pactos con sectores de la burguesía. Mantener la calle es la garantía que el pueblo tiene para presionar los cambios que Petro no pueda hacer, para darle la pelea a la burguesía que ocupa puesto dentro del pacto, y especialmente, para darle la pelea a Petro cuando nos haga embarradas (que ya le ha hecho al pueblo). El día de mañana, cuando la situación no sea la mejor, se inventarán otra excusa para defender lo indefendible, con tal de “no hacerle juego al uribismo”. Cuando la separación entre quienes de verdad quieren transformaciones sociales (y que no solo las piden, sino las vienen implementando hace años) y quienes simplemente se conforman con el poder, el apaciguamiento de la rebeldía y defiende la reforma desde los escritorios, se nos acusará a los primeros de ser auspiciados por la misma extrema derecha a la que hoy le ofrecen perdón, curules y con quienes tranzan. Ojalá el día que Petro se posicione, celebremos no aplaudiéndole acríticamente, sino movilizándonos para exigir celeridad en los cambios, y no caer en la trampa de la socialdemocracia, así como a Boric se le recibió con protesta creativa, artística, y como no, tropel.
Lo bueno de ser militante de base es que no tenemos ni patrocinadores por encima, ni alianzas turbias, como si las tienen quienes no les tiembla voz en reconocerlas hoy. La mayoría de quienes hoy tienen puesto en la cámara, senado, cmj o cualquier vaina, se lo tienen que agradecer a los muertos, presos, heridos y quienes sostuvieron la barricada. Por otro lado, circulan los alarmistas, que dicen que Duque puede suspender las elecciones, que por nuestra culpa Petro puede perder las elecciones (cuando es él mismo su principal enemigo mediático): salir hoy no le quita votos de apoyo a Petro (es más, fue el paro quien se los puso en primera medida), pero tampoco es hacerle el juego al uribismo (quienes fueron los más afectados durante el año pasado). Dejemos de infantilizar al pueblo, de creer que son masas ignorantes cuyo cualquier partido (incluso los alternativos) pueden manipular.
Salir a las calles, dar pelea, hacer olla, pintar una pared, romper un vidrio de la multinacional, tropelear, destruir las mercancías del patrón, pero también cantar, reír, llorar: todo es necesario, no solo posible, la acción destructora es también la acción creadora, incluso si hay momentos que la misma iniciativa popular pone de relieve una sobre la otra. Si la voz rebelde se tiene que domesticar, malditas elecciones decimos.