Al conocerse el fallecimiento de la exsenadora Piedad Córdoba, el presidente Gustavo Petro aprovechó la ocasión para proponer —ante las fuerzas políticas que componen el Pacto Histórico (PH)— la realización de un «Congreso Progresista» que configure un partido único de ese sector de la izquierda, con el fin de ganar las elecciones en el 2026 y continuar con el programa de gobierno. Aparte de lograr un mayor nivel de unidad entre esas fuerzas políticas, la razón de esa propuesta radica en que, bajo la actual ley electoral, el PH no podría presentarse como coalición en esas elecciones del 2026, por lo que la necesidad de constituirse como un solo partido se vuelve imperativo para sus fines electorales.
Previo a las elecciones regionales del 2023, algunos integrantes del PH ya habían propuesto, ante las fuerzas políticas de esa coalición, una hoja de ruta para la conformación de un partido unitario con tendencias ; pero dicho objetivo no logró avanzar. Ahora, frente a las dificultades que afronta el actual gobierno, las fuerzas políticas del PH han venido trabajando para avanzar hacia ese nuevo partido único. Entre estos se debaten varios asuntos como el de las personerías jurídicas de las distintas fuerzas políticas, si la forma organizativa debe ser de partido único o de frente amplio, si debe haber tendencias en el partido o se deben disolver las fuerzas, etc.
Es probable que no se logre conformar ese partido único que busca el PH o, al menos, que no llegue a mantenerse en el tiempo. Los problemas en la conformación de las listas, los candidatos propuestos a dedo, el irrespeto a los acuerdos y los intereses politiqueros de las diversas fuerzas son obstáculos para que se consolide ese proyecto. En todo caso, en lo que están de acuerdo las distintas fuerzas políticas que componen el PH es que ese nuevo partido debe recoger y continuar con el actual programa de gobierno. Ahí es donde debemos preguntarnos: ¿ese es el Partido que necesitamos los trabajadores y las masas populares del país? La respuesta es no.
El proyecto político del Pacto Histórico, a pesar de haber despertado y de mantener ilusiones entre los trabajadores y el pueblo, es un gobierno de conciliación de clases, que defiende y busca reformar el capitalismo. En realidad —desde el punto de vista de clase— ese proyecto político representa a la pequeña burguesía democrática, la cual se opone a algunas consecuencias del capitalismo, pero no rompe radicalmente con este. No representa los intereses de la clase obrera.
Es cierto que como obreros necesitamos contar con un nuevo partido, pero ese partido no es el partido de la democracia pequeño burguesa, no es un partido cuyos objetivos estén mediados por el cálculo electoral; no va ser una organización amorfa integrada por diversos intereses de camarilla; no es un partido que tenga como programa reformar este podrido sistema capitalista que, por más remiendos que se le hagan, se sostiene sobre la explotación y la opresión de nuestra clase. ¡No! Necesitamos construir un nuevo Partido que represente nuestros intereses inmediatos y futuros, que cuente con un programa revolucionario, que sus objetivos sean el socialismo y el comunismo. Un Partido que no sea electorero, sino una organización de combate de la clase obrera; un Partido basado en el centralismo democrático y fuertemente disciplinado; un Partido independiente de la burguesía y de la pequeña burguesía; un Partido que sea la expresión concreta de la fusión del movimiento obrero con las ideas del socialismo científico; un Partido que va ser nuestro principal instrumento en la lucha por la emancipación de nuestra clase y de toda la humanidad; un Partido que dirija al Ejército Popular; un Partido clandestino, con una rigurosa selección de sus afiliados y con un equipo de revolucionarios profesionales. ¡Necesitamos un nuevo Partido Comunista Revolucionario!
Ese es el tipo de Partido que necesitamos como clase obrera, como pueblo oprimido; y es el tipo de Partido que desde la Unión Obrera Comunista (mlm) venimos apostando a construir desde hace ya varios años.
No podemos quedarnos a la zaga mientras vemos que los reformistas —que echan tierra a los ojos de los obreros sobre cuál debe ser la salida ante tanta barbarie— avanzan en su unidad política. Es menester que todos aquellos que luchamos por el comunismo avancemos en las discusiones necesarias para avanzar en la unidad y, por consiguiente, en la construcción de ese nuevo Partido Comunista.
Para nosotros como revolucionarios, la necesidad de contar con un nuevo Partido también se ha hecho un imperativo debido a la actual crisis histórica que atraviesa el sistema capitalista, ante la amenaza de una nueva Guerra Mundial imperialista, de la crisis climática, ante las rebeliones y luchas de la clase obrera y los pueblos a lo largo del mundo… todas estas, manifestaciones del estado de caducidad del capitalismo como modo de producción, y que sientan las bases para el avance de nuestra lucha.
Hagamos nuestra la consigna del momento:
