Compañeros obreros:
Vivimos en la época en que el hombre domina la naturaleza y las fuerzas de la producción que ha creado son capaces de resolver los grandes problemas que aquejan a la humanidad; pero en lugar de avanzar, los trabajadores sufren por todo el mundo un terrible castigo, soportando el desempleo, el hambre, las enfermedades, el despojo, la corrupción y las guerras, entre otras tantas calamidades.
La sociedad está estancada y se degrada, porque el sistema económico social dominante está descomponiéndose y arrastrando con él al mundo entero. El capitalismo imperialista hace más de un siglo ya dio todo lo que tenía que dar para el desarrollo social y se ha convertido en una amenaza para la existencia de la sociedad y para la vida misma en el planeta.
Este sistema, que despertó las fuerzas más increíbles de la producción que yacían dormidas en el seno de la sociedad del siglo XIX, es ahora en el siglo XXI el parásito más ruin y destructor padecido por el género humano en toda su existencia y le corresponde a la clase obrera, junto con sus hermanos campesinos, sepultarlo si quieren ver por fin la libertad de la humanidad.
El proletariado es el sepulturero del capitalismo y esto aterra a los explotadores; tanto, que se han dedicado a formular hechizos para mostrar que la clase obrera ya no existe o que es una clase decadente, impotente y ruin. Pero lejos de lo que dicen los magos, plumíferos y cotorros pagados por la burguesía, esta clase no ha desaparecido; al contrario, es la más numerosa, se encuentra en todos los países y es mundial; tan capaz, numerosa y revolucionaria como ninguna otra hasta nuestros días y única capaz de tomar las riendas de la sociedad y sacarla del atolladero en que la ha sumido el capitalismo imperialista.
Si el esclavismo en el occidente de Europa no pudo ver al imperio romano derrotado por la misma revolución violenta de sus esclavos, si los siervos de la edad media no tuvieron la ilustración y el nivel de organización para ponerse al frente de la sociedad y en su lugar se trepó la burguesía, no es el caso de este periodo histórico. La clase obrera sí puede llevar una revolución hasta el final en la era moderna, porque acabar con los males causados por el capitalismo, exige destruir hasta sus cimientos el Estado burgués, expropiar a los expropiadores, confiscar la propiedad privada sobre los grandes medios de producción y abolir la esclavitud asalariada. Esto significa que solo la clase obrera dirigida por un auténtico partido comunista revolucionario, puede ponerse al frente de la lucha por la libertad, por las reivindicaciones inmediatas del pueblo y por el futuro de la revolución social.
La dirección de esta empresa histórica le corresponde al proletariado, que contando con su Partido de vanguardia, podrá concretar la alianza con el campesinado, movilizar las fuerzas del pueblo, elevar su lucha a un nivel superior y organizar una Guerra Popular, cuyo objetivo es la conquista violenta del poder político, la destrucción del Estado de los explotadores, la instauración sobre sus ruinas de la Dictadura del Proletariado para edificar el socialismo.
Esta magnífica tarea tiene en Colombia y en gran parte del mundo, su punto de atranque principal en la ausencia de un Partido político de la clase obrera.
La clase obrera necesita de su propio partido político que, como destacamento de vanguardia, organice y dirija su lucha contra los enemigos, concrete la alianza con los amigos (principalmente los campesinos) y marche al frente de la lucha de todo el pueblo por su liberación. Un partido de clase así, necesita de la participación de los obreros, especialmente de los industriales, concentrados en los centros de producción más importantes del país; porque son ellos el sector más organizado y disciplinado del proletariado, son el sector más avanzado y dispuesto a la lucha colectiva.
Un partido firme y revolucionario hasta el final solo puede existir en Colombia si los obreros con conciencia de clase se organizan en círculos de estudio y trabajo, se disponen a trabajar en células de fábrica y sacrifican parte de su tiempo personal para concretar la organización y las tareas de las cuales depende la continuidad y progreso de todo el movimiento obrero. Sin este tipo de asociación, la clase obra es impotente para librar su lucha colectiva contra el poder de las clase dominantes y acabar definitivamente con la esclavitud.
La tarea de organizar un Congreso para fundar el Partido, es la tarea principal de los obreros revolucionarios, que con ayuda de los intelectuales podrán concretarlo. Una pequeña organización de vanguardia como la Unión Obrera Comunista (mlm) se ha propuesto contribuir a esa gran tarea, a la que se oponen furiosamente los partidos de la pequeña burguesía que se hacen llamar del pueblo, revolucionarios, obreros y hasta comunistas que solo están interesados en prolongar la esclavitud o ponerle remiendos al infierno de la explotación y la opresión; por ello se necesita de la participación consciente y activa de los obreros revolucionarios para concretar este objetivo, sin el cual no es posible una verdadera revolución.
Los obreros revolucionarios, aun en su condición de súper-explotación, con su escaso tiempo y recursos, deben adherirse y contribuir a la construcción de su Partido, que saldrá adelante y puede concretarse porque las organizaciones de la pequeña burguesía y su caricatura de revolución han fracasado; porque las clases dominantes son una ínfima minoría parásita, están divididas, su sistema está en una profunda crisis económica y su Estado se descompone; porque en Colombia el proletariado con sus familias son más de 30 millones de personas que respaldarán esta vanguardia revolucionaria; porque el proletariado debe tomar la iniciativa como la clase más numerosa y revolucionaria de la sociedad, única capaz de guiar al pueblo en la lucha para acabar con la explotación capitalista y la opresión imperialista… ¡porque ustedes compañeros obreros, están llamados a marchar en la primera fila de su destacamento de vanguardia: su Partido!