La burguesía, clase enemiga de los obreros, está organizada políticamente, de hecho, tiene el poder político del Estado, lo que garantiza que el sistema capitalista en su fase imperialista se mantenga de pie; y es que sus leyes, sus instituciones, su burocracia y corrupción son el condimento perfecto para que el moribundo sistema económico actual no sea enterrado definitivamente.
Mientras tanto, el proletariado mundial, se lanza a las calles en medio de angustiosas situaciones que agudizan el hambre y miseria de los desposeídos, mientras en pocas manos se acumula la riqueza producida por las masas trabajadoras. Todo esto es una bomba a punto de explotar; a favor está el ánimo de lucha de las masas que se entiende como una ofensiva táctica, favorecida además por la crisis del sistema, por las contradicciones interburguesas e interimperialistas y por la agudización de la contradicción principal entre burgueses y proletarios; es decir, las condiciones objetivas son fabulosas para la lucha. Sin embargo, todo lo que está a nuestro favor requiere de la organización consciente de las masas para poder avanzar en esa ofensiva táctica, e incluso, si se exacerban aún más las contradicciones y se preparan las fuerzas populares, avanzar a una ofensiva estratégica en los próximos meses; todo depende de la capacidad de los revolucionarios para acumular fuerzas, elevar la conciencia de los luchadores con el conocimiento y aplicación de la ciencia marxista y, por supuesto, construir la organización política del proletariado que se concreta en su propio Partido.
Es urgente avanzar en la construcción de esa organización; los comunistas revolucionarios deben trabajar conscientemente por dar los pasos hacia su concreción y en el menor tiempo posible darle vida al Partido Político de combate de la clase obrera; y construir ese Partido no puede hacerse al margen de la lucha revolucionaria de las masas lo cual exige de los comunistas vincularse a ellas, para generalizar las formas que mejor contribuyan al avance de conjunto de la lucha, y una forma muy importante ahora, son justamente los comités de lucha o de huelga o de paro, los cuales es necesario crear, fortalecer y generalizar.
Y ¿por qué comités de lucha? Porque corresponden a la táctica revolucionaria que propone la Huelga Política de Masas la cual se concreta hoy, en preparar y organizar un Paro General Indefinido; porque estas formas funcionan aplicando el centralismo democrático, donde son las masas quienes deciden y los dirigentes quienes ejecutan esas decisiones que se aprueban por mayoría, no sin antes luchar incansablemente por la unidad y sin desconocer que la minoría tiene el derecho a discrepar y continuar discutiendo y defendiendo su posición, pero todos tienen el deber de cumplir disciplinadamente las decisiones acordadas; porque los comités de lucha defienden la lucha directa y organizada del pueblo con independencia del Estado y los politiqueros rechazando la táctica que encadena la lucha del pueblo a los debates inútiles de los politiqueros en el establo parlamentario y a la farsa electoral que siembran desconfianza en las propias fuerzas populares y en el poder que emana de su unidad y su lucha organizada; porque son formas de organización de las masas, donde se forja su unidad y se aprende al calor de la lucha, donde se aprende a confiar plenamente en su fuerza organizada y no en grupúsculos o supuestos salvadores.
Así las cosas, es el momento de organizarse y hacerlo correctamente, para la lucha y para la transformación, porque los comités además de trabajar por preparar y organizar el Paro General Indefinido son escuela para las masas y son las formas organizativas embrionarias que les permiten experimentar y aprehender a dirigir la nueva sociedad socialista. De ahí que es tarea de los revolucionarios y comunistas crear, fortalecer y generalizar los comités de lucha en las fábricas, empresas, barrios y en todos los sectores, para avanzar organizados y firmes al paro y a las batallas que se avecinan para conquistar el poder político del Estado, la libertad de los desposeídos y la nueva sociedad gobernada por el poder armado de obreros y campesinos.
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