La corrupción no tiene límites en la política burguesa. Recientemente una columnista de El Espectador se sorprende ante
«los dirigentes de los partidos políticos [que] ya no tienen ningún reparo en apoyar abiertamente, delante de miles de seguidores, a candidatos que hace apenas unos meses rechazaban por sus presuntos vínculos con personas acusadas de diferentes delitos».
El mentado se refiere a que éstos hoy están en alianzas con uribistas, secuaces de paramilitares y mafiosos. Otro columnista más de ese medio hace público que Caracol, RCN y Olímpica se negaron a denunciar a candidatos de este tipo en Santander1, porque supuestamente las acusaciones de los contrincantes eran «irrespetuosas». ¿Y por qué los candidatos de otros partidos y los grandes medios de comunicación «imparciales» se alían y salvaguardan los candidatos de la mafia y el paramilitarismo? ¡Esto sucede por intereses económicos!
Mafiosos, industriales y comerciantes,… todos han dominado a los obreros y campesinos en Colombia. Todos los candidatos al final proponen que todo siga igual, se apoyan en el poder económico y político de los ricos para llegar a la administración del poder. Además, sus programas se basan en que se mantengan las abismales diferencias entre poseedores y desposeídos, trabajadores y explotadores. Por esto al final todos coinciden en lo fundamental y se alían de esa forma.
Ante esta situación, a la clase obrera le corresponde rechazar la farsa electoral, que es tan engañosa como las diferencias entre los programas de los candidatos para mejorar la situación actual.
Hoy la puja se centra en el fraude electoral por inscripción de cédulas en los municipios. Si el Estado fuera consecuente con combatir esta corrupción, 2 millones de potenciales electores no podrían votar, haciendo más profunda la crisis por la enorme abstención electoral en el país. Esto también demuestra a la clase obrera que el resultado de los comicios los decide el poder económico y político de burgueses, terratenientes e imperialistas. Dicho instrumento no puede superar la corrupción, porque ésta es una forma de la dominación de clase de los capitalistas. Y en cuanto mayores sean las diferencias sociales y la miseria, más se necesitará de la corrupción para mantener los privilegios de clase de los explotadores.
El conjunto del sistema electoral está podrido y el Estado de la burguesía es el mayor centro corruptor, por esto la clase obrera no debe creer que poniendo a candidatos honestos se pueda superar esta putrefacción. Es necesario que la clase obrera destruya esta maquinaria de opresión y explotación mediante la revolución socialista, para poder superar esta degradación social y dar vía libre al progreso y la transparencia, que será garantizada en el reino del trabajo mediante el ejercicio de la dictadura omnímoda del proletariado.
¡Abajo el Estado burgués y sus elecciones!
¡Viva el futuro Estado de obreros y campesinos!