Por más de treinta días se ha mantenido el paro camionero. Un trabajador asesinado por el ESMAD, varios accidentes y heridos, desabastecimiento en las ciudades, represamiento de mercancías, parálisis de grandes construcciones, cierres de empresas y pérdidas billonarias… son el saldo de este paro nacional, donde confluyen conductores y ayudantes asalariados, pequeños, medianos y grandes camioneros, enfrentados al «Gobierno de la paz» que además de los asesinos del ESMAD ha lanzado también al ejército y sus tanquetas contra los huelguistas. A pesar de la participación de los asalariados quienes junto con los pequeños y medianos propietarios, han sido la fuerza activa del paro y son quienes colocan los muertos, heridos y detenidos, este paro es en realidad un pulso entre sectores de la gran burguesía por el monopolio de la industria del transporte, donde del lado del paro están grandes propietarios vinculados a las viejas mafias del transporte de carga y de pasajeros en Colombia, y contra el paro está el Gobierno en representación y defensa de monopolios más relacionados con el dominio internacional imperialista de la industria del transporte de carga.
Cuando se habla de «camionero» el pueblo se imagina al vecino que tiene uno o dos camiones, mantiene viajando por el país y a duras penas sostiene la familia; sin embargo, bajo ese nombre familiar también se esconden los potentados del transporte de carga que, por la lógica del capital, se enfrentan en la lucha por el monopolio, buscan desplazar la competencia y se «llevan en los cachos» a los pequeños y medianos transportadores cuya ruina es inevitable bajo el capitalismo.
Es una lucha entre dos sectores de las explotadoras y reaccionarias clases dominantes, que utilizan a los trabajadores del transporte para sus mezquinos fines monopolistas y, en esa lucha, así no lo quieran, destapan la podredumbre de sus instituciones, sus asquerosas aspiraciones y la oprobiosa situación de los trabajadores.
Santos y sus ministros destapan los chanchullos que ellos mismos patrocinaron con la chatarrización, e hipócritas denuncian las pésimas condiciones laborales, de contratación y de seguridad social de los trabajadores del transporte, mientras mandan a disparar sobre ellos y lanzan las fuerzas militares a desbloquear las vías a sangre y fuego.
Los otros, por su parte, no menos hipócritas, denuncian el acuerdo monopolista del gobierno (ocultando el suyo propio) y gimen acerca de la terrible situación de los pequeños y medianos transportadores: competencia desleal y rebaja de los fletes, aumentos y más peajes, carestía de combustibles y mantenimiento, aumentos de los repuestos y amenaza de ruina; pero ninguno de los grandes transportadores aparece en un bloqueo.
Y todo es verdad: desde el gobierno se autorizó a uno de los monopolios del transporte de carga la importación de gran cantidad de vehículos, en contravía del acuerdo de sólo permitir el ingreso a cambio de los carros chatarrizados. Chatarrización que también se convirtió en otra cloaca de corrupción Estatal y un negocio turbio y fraudulento de otro sector de los monopolistas del transporte, entre ellos la familia Aguilar, mandamás de la Asociación Colombiana de Camioneros – ACC.
También es verdad que el motivo por el cual el gobierno se niega a negociar con los transportadores es que existe un acuerdo para monopolizar el transporte de carga. Desde la propia vicepresidencia de la república se gestiona, no solo adecuar las vías 4G, sino poner en circulación más de mil tractomulas Impala que ya están en el país, prestas a ocupar el lugar de los pequeños y medianos camioneros quebrados y a desplazar a los demás monopolistas, entre ellos al sector mafioso que lavó sus capitales invirtiéndolos en el jugoso negocio del transporte.
Dice el dicho popular que cuando un rico y un pobre se sientan en la misma mesa, es el pobre quien paga la cuenta, y en el actual paro del transporte de carga, son los pobres quienes están arriesgando sus vehículos, poniendo el pecho a las balas asesinas del Estado y poniendo los muertos, porque están peleando aliados con su propio enemigo: el gran capital monopolista. Por eso es utilizada su lucha por el sector mafioso y paramilitar del uribismo para sus propios fines politiqueros.
Es el capital monopolista el responsable de la rebaja de los fletes en los últimos 6 años, pues ella obedece a la sobreoferta de los vehículos que importaron los grandes capitalistas del transporte; son los grandes monopolios los interesados en mantener el precio de la gasolina por la nubes (de la más cara del mundo) porque todos los grandes se benefician de los dividendos de Ecopetrol; son los grandes grupos económicos los interesados en aumentar la cantidad y mantener los peajes costosos porque son ellos mismos los encargados de construir las vías; son los grandes monopolios los interesados en el alto costo del mantenimiento y los repuestos porque son ellos mismos los grandes importadores… son ellos mismos también los grandes enemigos de los trabajadores y de los pequeños y medianos transportadores.
De ahí que las declaraciones de los Uribe, los Santos, los Vargas Lleras, los Aguilar, sobre la situación de los trabajadores, pequeños y medianos transportadores sean hipócritas: todos están interesados en aumentar sus dividendos y para ello deben arruinar a los pequeños y desplazar la competencia.
Por eso los camioneros de verdad, pequeños y medianos, y los asalariados del transporte, deben separarse de sus enemigos, buscando la unidad y la alianza con quienes corren su misma suerte y sinceramente pueden solidarizarse con su lucha. Tal unidad y alianza de todos los pobres, de todos los trabajadores contra los ricos, contra los explotadores puede frenar ahora la voracidad de los grandes capitalistas mediante un Paro Nacional Indefinido o Huelga Política de Masas.
Por todas esas razones, el proletariado revolucionario denuncia a los grandes capitalistas del transporte y el gobierno, respalda la lucha de los pequeños y medianos camioneros y los llama a luchar con independencia de los grandes capitalistas, de sus agentes en el gobierno, de sus politiqueros… a aliarse con sus hermanos los pobres del campo y la ciudad cuya lucha común los llevará a la victoria, pero sin olvidar que únicamente una Revolución Socialista podrá mejorar las condiciones de existencia de los pobres, socializando los grandes medios de producción y organizando las cooperativas de los pequeños productores acabando con la salvaje competencia y anarquía que imperan bajo capitalismo.