La Corte Suprema de Justicia ordenó la detención domiciliaria del paraco expresidente Álvaro Uribe Vélez, para que no se escape mientras continúa el proceso en su contra. Es natural que esta noticia despierte la alegría y esperanza de un gran sector de las masas que esperan se haga justicia contra este narcotraficante y asesino. Sin embargo, es necesario poner las cosas en su lugar antes de hacer grandes celebraciones: al mafioso lo llamaron a comparecer ante la Corte y ordenaron su detención pero no por los crímenes cometidos contra el pueblo. La justicia burguesa lo llama por delitos menores como soborno y fraude procesal, y no por los mal llamados falsos positivos o ejecuciones extrajudiciales, ni por las masacres de pueblos enteros con bombardeos incluidos a manos de las hordas paramilitares que él y su familia financiaron y conformaron, como por ejemplo la masacre de El Aro, demostrando que esa justicia burguesa es mutilada y parcializada hacia los intereses de los poderosos.
De igual modo, hoy Uribe no es culpable de nada ante los estrados judiciales; es una detención preventiva en su casa, algo así como cuando Pablo Escobar Gaviria, primo hermano del uribista José Obdulio Gaviria, lo metieron en La Catedral, sitio desde el que siguió controlando el negocio de la droga, asesinando detractores, comprando jueces, viviendo entre lujos y de la que finalmente salió cuando le dio la gana. En el caso de Uribe, después de la indagatoria en la Corte ha pasado un año y no ha dictado su veredicto, cuando normalmente se demora 48 horas y hoy apenas le dicta una detención preventiva, que si bien es producto de las contradicciones interburguesas, da la impresión de que los magistrados, o le temen al mafioso o éste aún no los ha terminado de comprar.
La mafia que hoy controla el poder del Estado y que ha puesto los últimos presidentes, también tiene alguna injerencia sobre el poder judicial que se presenta como incorruptible, insobornable e imparcial, y a lo máximo que llegará será a condenar a su peón Diego Cadena ―como lo hizo con Sabas, Yidis, “Uribito”― el cual se encargaba de comprar testigos para mantener inmune a su patrón, a quien probablemente le será levantada la orden de detención domiciliaria en unos meses.
Sin embargo, el pueblo debe sacar provecho de estas contradicciones interburguesas para hacer avanzar la revolución. Es secundaria la suerte que corra el paraco porque al final es solo un representante de la burguesía mafiosa, que ha puesto y quitado sus agentes o marionetas a lo largo del tiempo, como Samper, Uribe, Santos o Duque por nombrar algunos recientes, y que ya debe estar barajando el próximo que va a colocar en el poder del Estado. Las masas populares a lo suyo: a aprovechar la debilidad del régimen, a utilizar las contradicciones interburguesas que ocasionan crisis políticas por arriba y atizar la lucha directa contra el poder de los ricos y su dictadura de clase contra el pueblo.