Amparados con la “inocente” idea de unificar periodos e igualar las lecciones del 2022 y 2024, fue presentada al parlamento la propuesta de prolongar el periodo presidencial, del Congreso y de los entes de control por dos años más. Ocho representantes del Partido Conservador, cinco del Partido de la U, tres liberales, dos de Cambio Radical y uno del Centro Democrático, intentaron con ella dar un golpe de Estado, ni más ni menos.
Ante las reacciones inmediatas de distintos y más altos representantes políticos de las clases dominantes y de la llamada oposición, la iniciativa se quedó sin proponentes y fue archivada, convirtiéndose en un disparo con pólvora mojada. Un episodio del cual cada clase hace su propio análisis para extraer las lecciones, correspondiéndole al proletariado revolucionario hacer lo propio.
Sin duda, fue una tentativa audaz en momentos en que se han agudizado las contradicciones entre las distintas facciones de las clases dominantes y tal iniciativa podría convertirse en un catalizador para alinearlas en solo dos bandos y saldar las disputas reafirmando la continuidad del régimen de gobierno por la vía legislativa. Sin embargo, es tal la división por arriba que lejos de servir para el oscuro propósito, la iniciativa causó el efecto contrario, aumentando la división, por cuanto ni el uribismo en su conjunto está conforme con el gobierno del títere presidente Duque. Prolongar el mandato de un imbécil sería firmar el suicidio político del uribismo.
Por su parte, la oposición permitida y consentida por el régimen “levantó el avispero” y Gustavo Petro dijo en su cuenta de twitter: “un golpe de estado se enfrenta en las calles, con el pueblo movilizado. Hay que convocar en todos los departamentos las juntas democráticas para dirigir la movilización”. Que resultó ser, al final de cuentas, otro tiro con pólvora mojada.
El episodio no debe pasar inadvertido para el proletariado y las masas populares. Se agudizan aún más las contradicciones entre las clases dominantes haciendo que el régimen se desprestigie y debilite cada día más, pero el uribismo no piensa soltar el poder y ya está pensando en otra salida, inclusive sus más cavernarios representantes no descartan la posibilidad de un golpe militar.
Para el proletariado revolucionario las contradicciones entre los explotadores y entre los enemigos son una reserva de la lucha del pueblo y de la revolución, en la medida en que debilitan el poder de las clases dominantes, pero la única manera de sacarles provecho en favor de los trabajadores es alentado la lucha contra todos los capitalistas y contra todo el poder del Estado, su máquina de dominación.
Ante la eventualidad de una profunda crisis política que haga temblar el poder de los explotadores, lo explotados y oprimidos están llamados a tumbarlo de una vez y para siempre y no a reforzar su vieja y podrida máquina gubernamental, el instrumento con que ejercen su brutal y criminal dictadura contra el pueblo.
En ese sentido, los comunistas y revolucionarios tienen la obligación de recoger la orientación de los obreros de la Comuna de Paris de la cual orgullosamente estamos celebrando su 150 Aniversario: “Acrecentar nuestra fuerza para una propaganda activa, y destruir el prestigio de esas personalidades burguesas más o menos radicales, que son un peligro para la revolución social”.