Con el pomposo nombre de «Ajuste exitoso, repunte en marcha» fue presentado a discusión del establo parlamentario el presupuesto general del Estado colombiano para el año 2018. Un presupuesto que, contra la estruendosa palabrería sobre la paz instrumentada por los ricos y sus secuases oportunistas y reformistas, aumenta los rublos para arreciar la guerra contra el pueblo.
En efecto, en el presupuesto para el año entrante se reduce drásticamente el rublo de la mentirosa llamada Inclusión Social y Reconciliación de 11,7 a 9,6 billones de pesos, mientras los del sector Defensa (Ejército y Policía) aumentan asombrosamente de 29,9 a 32,4 billones de pesos. Si las fuerzas militares ya no tienen que combatir a la guerrilla de las FARC, era de suponer una disminución del presupuesto de guerra, pero detrás de la mentirosa paz de los ricos se esconde el interés de garantizar y defender los privilegios de los ricos, burlar a los pobres del campo expoliados en la guerra y aplastar todo intento de rebeldía popular.
En esa misma dirección de defender los privilegios de los capitalistas holgazanes, judicializar la protesta popular y criminalizar las organizaciones del pueblo y sus dirigentes, es decir, de arreciar la guerra contra el pueblo, están encaminados los recursos para la llamada Inteligencia que se incrementan de 95 a 97 mil millones de pesos, junto con los de la Fiscalía de 3,5 a 3,8 billones de pesos, así como el de la Rama Judicial que se incrementan de 3,8 a 4,12 billones de pesos.
El presupuesto general para el año 2018 deja en claro además que esa paz mentirosa ahonda las diferencias sociales y las contradicciones antagónicas de la sociedad. De ahí que mientras por un lado, muestran como tapadera el aumento del presupuesto para el llamado Postconflicto de 1,8 a 2,4 billones de pesos que, aun cuando abarca desde «reparación a las víctimas» hasta «sustitución de cultivos ilícitos», en realidad son los gastos para legalizar las tierras usurpadas a los campesinos pobres y medios, por otro lado, reducen drásticamente rublos importantes del gasto social como agua potable, educación, cultura, recreación y deportes.
Y para los ilusos que sueñan que con la firma de la paz se cambiarían las costumbres y el ordenamiento establecido por los ricos, donde de verdad el establo parlamentario deje de ser una cloaca de parlanchines que no deciden nada, el aumento del gasto para la Presidencia de 479 a 631 mil millones de pesos no deja dudas del carácter presidencialista del régimen de gobierno; así mismo, el aumento de más del 100% de dinero destinado a la Registraduría, que sube de 691 mil millones a 1,8 billones, es el señuelo para engañar a los incautos y comprar la participación de los jefes de los partidos politiqueros en la farsa electoral el próximo año; una farsa que a pesar de las firmatones contra la corrupción y demás trucos de campaña para quebrar la abstención mayoritaria del pueblo, no cambiará la esencia del Estado burgués como máquina de dominación de la minoría parásita sobre la inmensa mayoría trabajadora, ni ocultar la podredumbre de un instrumento al cual ya no le caben más reformas sino que debe ser destruido con la violencia revolucionaria de las masas.
El presupuesto para el año 2018 es un presupuesto para la guerra, que ahondará las diferencias y contradicciones sociales confirmando lo que desde antes de las negociaciones de La Habana dijeran los comunistas: ¡la paz de los ricos es guerra contra el pueblo! El presupuesto general del Estado burgués para el año entrante es una decisión política de las clases dominantes y sus cómplices de los partidos oportunistas y reformistas que debe ser confrontado con la lucha revolucionaria del pueblo, con la movilización y el bloqueo, con el paro y la huelga política de masas, que obligue a los explotadores a echar atrás su criminal política de guerra contra el pueblo y arranque en el combate las reivindicaciones esenciales que una vez más pretenden ser recortadas.