El Estado colombiano, burgués-terrateniente y pro imperialista, es una máquina que las clases dominantes usan para someter a los trabajadores al infierno de la explotación sin que estos puedan rebelarse, puesto que tienen el aparato militar para reprimirlos y todo el aparato ideológico para sembrar falsas ilusiones en que esa institución “democrática” es la mejor. La realidad nos muestra, por el contrario, el carácter terrorista y dictatorial del Estado, con los cientos de campesinos, dirigentes sociales, firmantes del Acuerdo de la Habana que han sido asesinados, por impedir la depredación de la naturaleza, luchar por la restitución de sus tierras y mejores condiciones para ellos y su comunidad.
Son escalofriantes las cifras presentadas por Indepaz, según las cuales al 25 de mayo de 2022 van 44 masacres que dejaron un saldo de 158 víctimas. Igualmente, han sido asesinados 79 dirigentes sociales y defensores de DDHH y 21 firmantes del Acuerdo de paz de La Habana este año. La guerra contra el pueblo no para, una guerra reaccionaria que enfrenta a las clases dominantes por quedarse con la renta diferencial del suelo, es decir, con la renta que produce la inversión de capital en la tierra y en productos que se venden por encima de su valor, dado que son ilegales, como la coca, marihuana, y amapola, así como las explotaciones de palma africana y minería.
Para responder a la guerra contra el pueblo en el Programa Inmediato de la UOC (mlm) al movimiento se le propone «Poner fin al terrorismo estatal, la militarización de la sociedad y las hordas asesinas paramilitares».
Exigiendo con la lucha directa:
- Legalizar los cultivos de coca, marihuana y amapola lo que permitirá de inmediato bajar su precio y con ello acabar la guerra actual; planear con las comunidades la sustitución inmediata.
- ¡Reparación real a las víctimas de la guerra!
- Disolución del Esmad y destacamentos de las fuerzas militares comprometidos en masacres, violaciones y asesinato de dirigentes populares.
- Castigo a los instigadores y perpetradores.
- No más fuero militar para los asesinos del pueblo.
- ¡No al envenenamiento de la población con glifosato!
- ¡Auxilios para los pequeños y medianos propietarios!
- Condonar las deudas y dar apoyo financiero y técnico a los campesinos pobres y medios.
- Garantizar la compra de las cosechas a precios justos.
- Atender los problemas centenarios del campo en cuanto a salud, educación y servicios.
- Condonar las deudas a los pequeños y medianos empresarios.
- Cumplir los acuerdos firmados y las exigencias especiales de los pueblos indígenas, comunidades negras y demás etnias. Respeto de su cultura, costumbres y autoridades. Educación bilingüe y promoción de la igualdad.
- Freno a las explotaciones devastadoras de la naturaleza y los ecosistemas.
- No al fracking en la extracción de gas y petróleo.
Junto a estas medidas se orienta acompañarlas con el fortalecimiento de las Guardias indígenas y cimarronas, garantizar que los esquemas de seguridad que provee el Estado asesino estén compuestos por compañeros cercanos y de confianza a los dirigentes populares y construir las Milicias Populares que garanticen la seguridad y vida de los compañeros que dan su vida por conquistar y defender derechos para el pueblo.
Sin embargo, la causa más profunda de la guerra contra el pueblo es que «El Estado en Colombia es de carácter burgués, está en manos de la burguesía, los terratenientes y sus socios imperialistas, como máquina de opresión y dominación al servicio exclusivo de sus intereses de clase, y como arma de explotación de las clases oprimidas.».1
Por lo que la destrucción de esta institución es la medida de cambio más radical y a la que se debe llegar por la vía de la Revolución.
La sangre derramada por el pueblo en medio de la guerra reaccionaria, será vengada y para ello es necesario construir el Partido político del proletariado que se ponga al frente de la lucha obrera y popular y de la mano de este, construir el Ejército Popular que vaya a la ofensiva y desarrolle la Guerra Popular contra el Estado reaccionario de los burgueses y capitalistas, que en Colombia tomará la forma de la insurrección armada en las principales ciudades que concentran la producción capitalista.
Acabar con la matanza contra las masas desarmadas exige ir a la ofensiva, con las masas armadas y preparadas políticamente para luchar por el poder del Estado, no en las urnas, sino en las calles destruyendo por medio de la violencia revolucionaria, el viejo Estado burgués, y construyendo sobre sus ruinas, el Futuro Estado de Obreros y Campesinos, que garantice la vida de las masas. Otra táctica y estrategia es de soñadores que no tienen los pies sobre la tierra, y que al final, le ponen en bandeja de plata la vida de los luchadores a las clases enemigas del pueblo.