Rechazamos las amenazas recibidas por la Junta Directiva de Fecode y el presidente de la CUT, a quienes hicieron llegar una corona fúnebre, 16 velones y 15 sufragios marcados. Esta política de terror se corresponde con el accionar del Estado de los ricos que usa la amenaza, la intimidación y las balas asesinas para intentar detener el trabajo de los dirigentes sindicales y los luchadores del pueblo opositores al régimen mafioso.
El régimen uribista, en cabeza del títere Duque, azuza desde las redes sociales sus ejércitos de troles para hacerle mala propaganda a los directivos de Fecode y a los maestros en general, para relacionarlos con las guerrillas, con el “castro-chavismo” y con otras mentiras como parte de la estrategia de promover el odio contra la comunidad educativa a la cual, el jefe mafioso Uribe Vélez el año pasado, tildó de “adoctrinar” a los niños y jóvenes. Sin embargo, la campaña de desprestigio y estigmatización no se queda allí.
Colombia es un país en el cual ser dirigente popular, ser sindicalista, es una labor de alto riesgo, pues fiel a sus intereses de clase, el Estado burgués-terrateniente ejecuta por medio de sus ejércitos militares y paramilitares la violencia contra todos aquellos que se interponen en el camino de los monopolios.
Condenamos el terrorismo de Estado que asesina a los dirigentes del pueblo, rechazamos todo tipo de intimidación y amenaza contra ellos y llamamos a redoblar esfuerzos por preparar el Paro General Indefinido que logre arrinconar la violencia estatal por medio de la lucha misma. Las bases deben rodear a sus dirigentes y los dirigentes deben trabajar por los intereses de las bases, deben hacerse querer por sus dirigidos que no dudarán en protegerlos a la hora de repeler los ataques en su contra, como lo hace la Guardia Indígena o Cimarrona.
¡Llamamos a desechar las ilusiones en que el Estado asesino va a garantizar la seguridad, la vida y las condiciones para que los dirigentes cumplan su labor! Esta es una muestra más de que la política de conciliación y de concertación entre clases, no es el camino para garantizar los derechos del pueblo a organizarse y a luchar.
El terrorismo de Estado, ¡no pasará!, estas amenazas solo sirven para alertar al pueblo que debe garantizar la protección de sus dirigentes por un lado; y por el otro, para acelerar los preparativos del Paro General Indefinido que haga retroceder el terror estatal.