Sobre la Necesidad de Conformar y Generalizar los Grupos de Choque (3)

Sobre la Necesidad de Conformar y Generalizar los Grupos de Choque (3) 1

El objetivo de la guerra no es otro que “conservar las fuerzas propias y destruir las del enemigo” (destruir las fuerzas enemigas significa desarmarlas o “privarlas de su capacidad de resistencia”, y no significa aniquilarlas a todas físicamente)

Mao Tse-tung

Principios Militares Aplicables a los Grupos de Choque

El gran teórico militar del siglo XIX, Carl Von Klausewitz, es quizás el mejor exponente de los principios aplicables en el terreno de la ciencia militar. El mismo Lenin fue un estudioso de ese clásico: “La táctica política y la táctica militar representa en sí lo que los alemanes llaman Grenzgebut, es decir, dos regiones colindantes, y los militantes del partido harían muy bien en estudiar el trabajo de Klausewitz”.

Sin embargo, ceñirse meramente a lo tratado por Klausewitz no basta para saberse orientar en las huelgas políticas de masas, toda vez que la moderna ciencia militar está diseñada para la preservación de los Estados modernos, ya sea mediante la invasión imperialista y anexión de otros países o con la defensa frente a una invasión extranjera. Igualmente, la moderna ciencia militar se rige en la confrontación bélica entre ejércitos regulares e irregulares, no aplicable para la lucha de clases al interior de los países, en donde colisionan ejércitos de muy distinta condición y con un distinto armamento.

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Aun así, al analizar dichos terrenos colindantes se pueden extraer los siguientes principios generales aplicables a las huelgas políticas, que en su tiempo fueron brillantemente resumidas por Losovsky en su libro de la Huelga a la Toma del Poder: 1) Poner en tensión hasta el último extremo, todas las fuerzas existentes. 2) Concentrar todas las fuerzas posibles en el punto donde debe darse el golpe decisivo, sufrir incluso fracasos en los aspectos secundarios para asegurar el éxito en el punto principal. 3) No perder el tiempo. 4) Aprovechar al máximo la energía de cada éxito obtenido.

Poner en tensión hasta el último extremo, todas las fuerzas existentes

Tal principio parte del hecho de que el pueblo en su lucha contra las clases dominantes se encuentra a la defensiva estratégica en gran parte de su tiempo, es decir, se enfrenta a un enemigo mil veces mejor organizado a través de sus fuerzas legales e ilegales, con infinidad de recursos a su disposición, con la manipulación mediática a través de sus medios propagandísticos y la presión moral e ideológica a través de la iglesia y cultura dominante que constantemente llama a abandonar la lucha. La única forma de revertir tal situación, es con la movilización del elemento consciente que siempre debe poner en tensión y exigir lo que más se pueda de cada luchador en un momento determinado, y a fin de ganar la mayor simpatía en las filas del pueblo, debe movilizar y organizar a los luchadores de la forma correcta.

El relajamiento, la vacilación y la renuncia son aspectos negativos que deben ser combatidos con la lucha de ideas y la sana emulación al interior de las filas del pueblo, se debe rechazar todo lo que tienda a relajar o desviar la actividad de los dirigentes populares, pues objetivamente ayuda a desorganizar las fuerzas y favorece abiertamente al enemigo. En cuanto a los grupos de choque tal principio aplica en la lógica de que ya teniendo conciencia sobre la necesidad de la organización para el combate, se evite crear y organizar tales destacamentos de lucha, se obvie preparar de antemano la pelea y preparación de las armas artesanales, se soslaye la creación del cuartel revolucionario, etc.

Concentrar todas las fuerzas posibles en el punto donde debe darse el golpe decisivo, sufrir incluso fracasos en los aspectos secundarios para asegurar el éxito en el punto principal

Es absurdo asegurar que tras las jornadas del 21N y el 9 y 10S haya faltado gente en la lucha, sin embargo, a pesar del enorme caudal de indignación popular que se ha tomado las calles, no se pudo triunfar en contra del paquetazo de Duque y todos los males del sistema por la falta de una organización superior para el combate y la movilización de todo el pueblo para un auténtico Paro General Indefinido. La dirección general del movimiento está todavía en manos las burocracias reformistas empotradas en la dirección de las centrales sindicales, auxiliadas por todos los partidos oportunistas cuya dirección apenas está siendo disputada por los auténticos luchadores agrupados en el Bloque por el Paro General Indefinido.

La razón de las derrotas históricas de los reformistas en todo el mundo, no obedece a la lógica de que el enemigo sea imbatible, sino a que los mismos reformistas, no conducen a las masas al combate sino a la conciliación y concertación con el enemigo, al cretinismo parlamentario y la guerra de papeletas por los puestos burocráticos en el viejo Estado.

Tal situación objetiva pone en una situación de inferioridad a los obreros, campesinos y a la juventud; de ahí que la única manera de hacerle frente es aislar esa influencia para que las masas desechen cualquier ilusión en esos falsos dirigentes quienes no están interesados en la lucha revolucionaria de las masas, escoger de todo el mar de objetivos políticos y económicos del movimiento los objetivos principales, para concentrar fuerzas y derrotar la resistencia del Estado, aun a expensas de recibir derrotas en puntos secundarios de la lucha.

No Perder el Tiempo

Movilizar y vincularse a las masas en lucha, y sobre todo el estudio riguroso de la sociedad, dan la posibilidad de descubrir la tendencia del movimiento, cuyo cauce más probable es un gran estallido social, una gran Huelga Política de Masas que paralice todo el país y haga retroceder a las clases dominantes representadas en el Estado.

Sin embargo, este no es un camino llano, se concreta a través de muchos episodios e importantes luchas como huelgas en campos y ciudades, levantamientos espontáneos como el del 9 y 10S; pasos preparatorios del gran estallido que se avecina, que llama a todos los luchadores populares a estar en una continua actividad de organización y agitación entre las masas. No perder el tiempo es no perder la iniciativa ni la sorpresa sobre el enemigo. El tiempo es oro, en estos momentos, los minutos son valiosísimos y frente a los grandes enfrentamientos sociales que se avecinan, los grupos de choque deben estar organizados y preparados para actuar rápida y decididamente, usar a su favor la sorpresa y romper la resistencia del Esmad y derrotarlo. Perder el tiempo es llegar al campo de batalla cuando las llamas de la indignación popular ya se han extinguido, al igual que entablar el combate sin el respaldo del pueblo en las calles.

Aprovechar al máximo la energía de cada éxito obtenido

Dentro de las filas de los combatientes populares no existen esbirros ni mercenarios que vayan a la lucha por algún tipo de remuneración, lo hacen motivados por la justeza de su lucha y por su conciencia, incluso el sentimiento más instintivo en contra de los atropellos policiales juega un papel revolucionario en la lucha.

Todo el odio que han sembrado las fuerzas reaccionarias al interior del pueblo con su terrible represión, debe saberse canalizar para ayudar a derrotar al enemigo, inclusive canalizar a los sectores cercanos al lumpen-proletariado para que su odio sea dirigido contra de las fuerzas represoras y no contra la sociedad. Solo la férrea organización popular puede lograr canalizar toda la fuerza, la indignación y la energía del pueblo y aprovecharlas a favor de su causa.

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La moral es un importante incentivo de los luchadores populares y no existe mejor forma de incentivarla que sacar el mayor provecho de cualquier triunfo en la lucha, inclusive por muy minúsculo y pequeño que sea. Dicen que no existe mayor alegría que la victoria sobre el enemigo, y la alegría de una gran proeza militar centuplica la fuerza de los combatientes y los lanza a los mayores sacrificios y esfuerzos, tal como se atestiguó en la lucha contra el nazi-fascismo en la Segunda Guerra Mundial, que frente a cada derrota, veía como crecían sus enemigos en número y disposición de combate, o como acontece ahora con cada triunfo de los destacamentos populares en los enfrentamientos con las fuerzas policiales en los distintos países.

Operatividad y Táctica de los Grupos de Choque

Tanto en las guerras modernas como en las confrontaciones entre el pueblo y las fuerzas represoras el ataque y la defensa se entremezclan dialécticamente. Mao Tse-tung al analizar la guerra popular concluye:

En las guerras antiguas, se usaban la lanza y el escudo: la lanza para atacar y destruir al enemigo, el escudo para defenderse y conservarse a sí mismo. Hasta hoy, las armas no son más que una continuación de la lanza y el escudo. El bombardero, la ametralladora, el cañón de largo alcance y los gases tóxicos son desarrollos de la lanza, en tanto que el refugio antiaéreo, el casco de acero, las defensas de hormigón y la careta antigás lo son del escudo. El tanque es una nueva arma que combina las funciones de la lanza y el escudo.

El enemigo a través de los cuerpos policiales y del Esmad maniobran en dicha lógica: como continuación de la lanza usan los gases lacrimógenos, aturdidoras, bastones, recalzadas y bala, como defensa aplican sus escudos, cascos, trajes especiales. Otras instituciones del Estado también cumplen su función en la lógica: cárceles, torturas, desapariciones como lanzas y el amparo legal para la impunidad de sus crímenes, como escudo.

Por su parte el pueblo cuenta también con la proyección de la lanza y escudo y que en los grupos de choque se presentan a través de piedras, palos, bombas molotov, resorteras, garrotes como prolongaciones de la lanza, pero también del escudo con las máscaras antigás, escudos y cascos; apareciendo artefactos cada vez más sofisticados en la medida en que intervienen en la lucha más destacamentos populares.

Los grupos de choque deben aplicar conscientemente el escudo y la lanza en el campo de batalla, usar los escudos y aprender de las formaciones testudo o tortuga usada por los antiguos romanos para aguantar el ataque enemigo y pasar a la ofensiva a través de la lanza con las piedras, palos, bombas molotov, etc., obligando al enemigo a retirarse para garantizar el legítimo derecho que tiene el pueblo a la protesta, a la manifestación, a la huelga; o dependiendo de la fuerza del movimiento, ejecutar maniobras envolventes y obligarlos a rendirse, tal y como lo han logrado los indígenas y campesinos en diferentes luchas. Combinar la lanza y el escudo solo puede lograrse mediante la correcta dirección a través del cuartel revolucionario, de una comunicación fluida y rápida entre los destacamentos en lucha, a fin de coordinar y ejecutar los movimientos rápidos y precisos en el combate.

Frente a cada táctica o arma enemiga poderosa, el pueblo tarde o temprano termina descubriendo una respuesta eficiente de revertirla, solo basta estar atentos a estos nuevos hechos para generalizarlos y masificarlos dentro de los luchadores, obligando al enemigo a renovar sus tácticas y armas. Por ejemplo, las “invencibles” tanquetas se han podido neutralizar a través del impacto de bombas molotov en las aberturas o filtros de respiración del motor ubicado en la parte superior del vehículo, solo a través del ingenio y la participación del pueblo en la lucha, se pueden superar los innumerables escollos y obstáculos.

Sin embargo, las guerras o confrontaciones se definen en enfrentamientos cuerpo a cuerpo, concepto que ha cambiado en la forma a través de la historia, pero que para el caso de los Grupos de Choque, básicamente consiste en el ataque a corta distancia entre los manifestantes y los policías, ¡ese es el principal temor del Esmad! Verse cara a cara con los manifestantes decididos, armados de garrotes y escudos pone las cosas a otro nivel. Claro, también le temen a las molotov y a los explosivos, pero su uso y eficacia dependen del azar: buena puntería del que lanza, dirección del viento, que estén bien armadas para que estallen… La política de los Grupos de Choque debe ser la de enfrentar cuerpo a cuerpo a las fuerzas enemigas del pueblo, aprovechando la superioridad numérica frente a las fuerzas policiales, atacando 5 a 1, cinco manifestantes por cada policía, atacando en bloque no individualmente, rápidamente y de forma contundente (desarmando especialmente a los que arrojan las bombas y disparan) teniendo en cuenta que el objetivo es impedir que se rompan las marchas o piquetes de huelguistas en paro.

Como en toda guerra, es necesario ocupar y dominar el territorio

Ya sea en las calles, en las universidades, en una huelga fabril o cualquier levantamiento campesino o indígena, las fuerzas populares necesitan controlar y dominar el territorio por un tiempo determinado; el objetivo una vez definido un enclave es evitar a toda costa el repliegue prematuro por la presión de la fuerza enemiga, hacerse fuerte en el territorio y no perder la iniciativa. La mejor forma en que el pueblo puede hacerse fuerte, cuando todavía no se presentan los combates decisivos para destruir el viejo Estado, es a través de las barricadas; tal es la razón de la rápida respuesta del Esmad para dispersar a las masas en lucha, pues evita a toda costa la construcción de barricadas, ya que éstas le permiten a los luchadores dominar y ocupar el territorio, haciéndose fuertes.

En dado caso que las barricadas no se pudieran construir o no se considere necesario construirlas (por estar peleando en territorio enemigo, por conveniencia política, por experimentar, etc.), el mejor método para continuar la lucha es aplicar la táctica de lucha de guerrillas, creando varios grupos bien nutridos de combatientes que mantengan dividido y ocupado al enemigo, evitando a toda costa su concentración de fuerzas y maniobra, fue así que espontáneamente se actuó en el levantamiento en las grandes ciudades el pasado 9 y 10S, combates que por solo ese hecho, pudieron prolongarse hasta bien entrada la noche.

La Huelga Política de Masas es la Antesala de la Insurrección

En el XI Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, Lenin en El papel y los fines de los sindicatos en las condiciones de la Nueva Economía Política de 1922 estableció la siguiente formula: “el objetivo final del movimiento huelguístico bajo el capitalismo, es la destrucción del aparato estatal, el derrumbamiento del poder estatal de clase”.

La historia del movimiento obrero desde la Comuna de París en 1871, sumada a la heroica revolución socialista de octubre en Rusia, la revolución china y las experiencias de lucha obrera en Europa y Asia, no hacen sino corroborar tal hecho, aún así, las insurrecciones populares no caen del cielo ni todas surgen espontáneamente, nacen del trabajo consciente y producto de la acumulación de fuerzas en sucesivas luchas económicas y huelgas políticas de masas, a través del aprendizaje de distintas formas de defensa y ataque y de enfrentamientos armados y desarmados; enfrentamientos que en determinadas condiciones objetivas y subjetivas desembocan en insurrecciones.

En Colombia contamos con el gran referente histórico de la insurrección popular del 9 de abril de 1948, la cual se desató espontáneamente por el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán y que tan solo en unas cuantas horas redujo a cenizas muchas de las instituciones del viejo Estado, paralizó al ejército y dividió la policía. Tal insurrección fracasó principalmente por la ausencia de un auténtico partido del proletariado, para esa fecha el Partido Comunista Colombiano ya estaba desvirtuado por el revisionismo y convertido en furgón de cola de la burguesía y el Partido Liberal.

Esperé en la próxima entrega, la descripción y análisis del enemigo, la fuerza policial y su brazo antidisturbios o Esmad.

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