El nuevo engaño del salario mínimo es una invitación a la lucha directa de la clase obrera

El nuevo engaño del salario mínimo es una invitación a la lucha directa de la clase obrera 1
Protestas contra el alza de las tarifas de Transmilenio en el portal Usme- 10 de enero 2023

El gobierno reformista de Petro hizo gran algarabía el año pasado cuando anunció que el incremento del salario mínimo para 2023 sería del 16%. De inmediato, la bancada de gobierno salió a celebrar, junto con los jefes de las centrales sindicales, el anuncio. Muchos obreros incautos fueron engañados con la “estrambótica” cifra que por sí sola no dice nada.

Los economistas burgueses cuando supuestamente definen en la Mesa de Concertación Salarial el nuevo salario mínimo para el año que entra, toman como base la inflación que proyectan para ese nuevo año. Para ilustración, según el Banco de la República, El índice de precios al consumidor (IPC) mide la evolución del costo promedio de una canasta de bienes y servicios representativa del consumo final de los hogares, expresado en relación con un período base. El dato del IPC, en Colombia, lo calcula mensualmente el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE). La inflación se define como la variación porcentual del IPC entre dos periodos. En particular la inflación anual se mide tomando el IPC de un mes y calculando su variación frente al dato del mismo mes del año anterior. Por lo tanto, la inflación al consumidor, que es el aumento generalizado y sostenido de los precios de los bienes y servicios más representativos del consumo de los hogares de un país, en Colombia se mide a través de la evolución de los precios de los bienes y servicios que consumen típicamente los hogares o lo que se denomina Índice de Precios al Consumidor (IPC), o en otras palabras, la inflación es el promedio ponderado de los cambios de precios del conjunto de bienes y servicios que conforman la canasta del IPC.

Para el caso, en medio de las negociaciones del salario mínimo, los economistas del Banco de la República proyectaban una inflación para el 2022 del 12,64%, sin embargo, la cifra real se ubicó en 13,12%, la cifra más alta en 21 años. Las mayores variaciones se presentaron en las divisiones Alimentos y bebidas no alcohólicas (27,81%) y Restaurantes y hoteles (18,54%), lo que se traduce en que para la clase obrera y el pueblo en general, es cada vez más costoso alimentarse con calidad y resulta un lujo salir a comer en un restaurante o ir de viaje para hospedarse en un hotel. Por lo tanto, el incremento nominal que tanto celebraron los progresistas del 16%, al iniciar el 2023 ya va en un aumento real de apenas el 2,88%, cifra que normalmente se ve rebasada por el altísimo costo de vida, por la carestía generalizada en los primeros meses del año, por lo que el tan mentado “incremento” del 16%, no se ve representado en un aumento del poder adquisitivo de la clase obrera.

Más allá de la forma en que los economistas burgueses determinen el salario mínimo, es la lucha conjunta de la clase obrera contra sus enemigos comunes lo que realmente puede determinar un alza general de los salarios, eso es lo realmente importante y decisivo al final. Ya quedó al desnudo que la tal “histórica” subida del salario mínimo, es una farsa.

De lo que se trata ahora es de que el conjunto de la clase obrera comprenda que subir o bajar los salarios depende fundamentalmente de la correlación de fuerzas que tenga una u otra clase, del grado de unidad, organización y lucha que tenga el proletariado y la burguesía: la mejor preparada finalmente será la vencedora en la lucha económica, que va mucho más allá de una lucha por la subsistencia material de la clase obrera o de aumentar aún más la cuota de ganancia de los capitalistas, pues inevitablemente la lucha económica es también una lucha política en el sentido que los dueños del capital usarán todo el poder de su Estado de dictadura burguesa para imponer salarios de hambre cada vez más peores, a lo que la clase productora debe oponer su fuerza organizada, no sólo en sindicatos y poderosas centrales sindicales independientes, sino, su fuerza organizada políticamente en un Partido Comunista Revolucionario, que está por construirse en Colombia, pues es la forma en que los obreros del país, podrán conquistar un Alza General de Salarios como un paso necesario para detener la degradación física y moral de la clase y que le permita a esta, dotada de la consciencia revolucionaria, luchar violentamente para destruir el Estado de dictadura de clase de la burguesía y los terratenientes que es la maquinaria burocrático-militar sobre el que se erige todo el poder de las clases parásitas de la sociedad. Y claro está, que es por medio de las organizaciones proletarias -muchas de ellas aún por construir- que actúen con independencia de clase, que los obreros podrán aislar el pernicioso papel que cumple el oportunismo -encarnado en los jefes de las centrales sindicales que responden a los intereses de los partidos reformistas de la pequeña burguesía y de la burguesía-, que consiste en ser los apagafuegos de la lucha, en ser los conciliadores entre los intereses antagónicos de la burguesía y del proletariado, en acusar a los obreros revolucionarios de “incendiarios” mientras ellos conducen al matadero de la concertación de clases a la clase obrera y al pueblo en general.

La rebaja del salario es evidente, al igual que la carestía de los artículos de primera necesidad. Esa es una invitación, una provocación que las clases parásitas le hacen a las masas populares para que se organicen y luchen con decisión, pues ya no existe otra alternativa: o se cae en el engaño de confiar en el Estado y en el gobierno reformista de Petro que se traduce en más hambre para el pueblo; o, se lucha por la subsistencia y la destrucción del capitalismo como paso necesario para construir una nueva sociedad basada en el Nuevo Estado de Obreros y Campesinos, donde los que lo produzcan todo, lo dirijan todo.

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