La pandemia agudizó todos los problemas que traía la crisis económica, agravando la difícil situación de los pobres del campo y la ciudad.
El desempleo se convirtió en otra pandemia más grave y peligrosa que la de la covid-19, ya que en el 2020 condenó al hambre a cinco millones cuatrocientas mil personas de nuevos desempleados afectando principalmente a las mujeres y a los jóvenes, muchos de ellos viéndose obligados a engrosar las filas del sector informal o de semi– empleados.
Aunque a partir de septiembre del año anterior, se levantó la cuarentena con las nuevas medidas coercitivas del toque durante el mes de enero del 2021, la situación del sector informal, los vendedores ambulantes y el gremio de los pequeños comerciantes, empeoró, pues el 2019 solo dejó deudas con bancos, servicios públicos y prestamistas gota a gota.
Ser vendedor ambulante o participar en el sector informal es una situación extrema, un camino obligado para no dejarse morir de hambre y a la vez enfrentar la persecución peor que si fuera un delincuente, como se presenta a diario en diferentes ciudades del país.
En Bogotá por ser la ciudad más grande del país en población, es donde más se han presentado protestas. Durante el mes de enero salieron los vendedores y comerciantes pequeños a protestar. Diciendo: “Alcaldesa, necesitamos que usted se ponga en los zapatos de los comerciantes. Estamos terriblemente afectados, no vamos a aceptar otro cierre. Mañana abrimos todo el comercio”. Y la respuesta del Estado a tan justo llamado tanto de comerciantes como vendedores ambulantes ha sido, humillación, persecución, gases y bolillo por montón.
Un casos de esos, fue el presentado entre la alcaldesa y el joven vendedor Alexander Frayle Patiño, el 28 de enero en Bogotá; el joven así lo cuenta: “¿Por qué cuando Claudia López llegó al carro, no nos preguntó si queríamos estudiar, trabajar o una capacitación? ¿Tenemos que pertenecer a una pandilla, vivir en una loma? ¿Para ellos sí hay ayudas porque tienen una pistola y nosotros, un objetivo de trabajo? Colabórenos. Me da rabia es que Claudia López me dice ‘trabaje’ y al rato llegan los policías, por orden de la alcaldesa, y me imponen el comparendo y además a quitarme mi herramienta de trabajo… Ahí es cuando, en mis nervios y estrés, empecé a temblar y el señor agente me dice que me calme. Pero cómo me iba a calmar si me iban a quitar con lo que trabajo. Mi solución iba a ser botármele a un Transmilenio, pero no me dieron la oportunidad. En ese forcejeo, yo boté el carro porque si no lo hubiera hecho, se lo hubieran llevado. Y ahí qué hacía”
Otro caso fue el que se presentó el 11 de febrero entre una vendedora que le reclamó a la alcaldesa ¡que hiciera algo! y que “cuándo los iba a ayudar”, a lo que la arrogante y ahíta alcaldesa le contestó: “trabaje juiciosa”.
Esto demuestra una vez más que democracia, libertad y soluciones reales para el pueblo no hay, lo que hay es represión por montón. Lo bueno de la pandemia es que ilustra fácilmente que los candidatos “menos peores”, disque porque eran progresistas y no hacían parte de las maquinarias politiqueras, serían por fin el nuevo cambio, “el gobierno para el pueblo” y no fue así. En épocas de elecciones van a los barrios populares a pedir votos, abrazando y tomándose fotos con los pobres, y cuando ya están gobernando ni dan la cara, como pasa también con Jorge Iván Ospina el Alcalde de Cali, que humilla a los trabajadores informales al mismo estilo de Claudia López.
La demagogia se ve en todos los partidos politiqueros, uno es el caso de la vicepresidente Martha Lucía Ramírez que instó, desde el Instituto para la Economía Social (IPES), a respetar las restricciones para lo cual entregaría ayudas a familias vulnerables que viven de las ventas: “La idea es darle herramientas a los vendedores informales para que se capaciten, tengan acceso a la financiación, apoyarlos para que se carneticen y se caractericen, tengan espacios fijos de trabajo y le jueguen limpio a Bogotá y a Colombia, con la condición de cero ventas de contrabando”, pura palabrería de una representante de la mafia ladrona y asesina que gobierna.
Todas las promesas de campaña son engaños de politiqueros, y no hay ninguna diferencia entre los del partido Centro Demoniaco, los verdes, liberales, conservadores o los de la Colombia Humana a la hora de gobernar, pues tienen que obedecer las órdenes de sus amos burgueses, los que realmente los pusieron allí para favorecer sus negocios. Para lo cual les exigen aplicar la dictadura contra el pueblo, emanando leyes y medidas coercitivas para defender las ganancias y privilegios de los ricos y masacrando a los pobres, quitándoles sus utensilios de trabajo sin importar el sustento de los vendedores.
Ante dicha problemática el 20 de enero los comerciantes, vendedores y artistas de la noche realizaron plantones y algunos bloqueos de manera simultánea en Bogotá, Medellín y Cali. Se realizaron mesas de trabajo y como siempre de parte de cada alcaldía, muchas promesas de ayudas hasta incluso de mercados pero que nunca llegan. Lo que se logró fue la reducción del horario del toque de queda.
Ante dicha situación de atropellos y falsas promesas el camino a tomar es el de unirse y organizarse en asociaciones de vendedores informales o comités de desempleados, que actúen con independencia del Estado y los politiqueros para exigir:
- No más persecución y represión de la policía
- Subsidio a los desempleados y semi-empleados equivalente al costo de la canasta familiar.
Y exigir en conjunto con el resto de la clase obrera para mejorar las condiciones generales de todo el pueblo:
- Alza general de salarios
- Derogatoria de los decretos antiobreros
- Salud gratuita y de calidad
- Educación de calidad
- Vivienda
Reivindicaciones que deben ser conquistadas con el Paro General Indefinido y en el que tanto los desempleados como los semi-empleados pueden y deben jugar un papel importante en su realización.