Los juegos olímpicos y la delegación de 147 deportistas colombianos que clasificaron revelan la corrupción del Estado colombiano, el engaño del gobierno de los explotadores a las masas, así como el carácter guerrero del pueblo colombiano.
Santos prometió para los deportistas grandes beneficios, pero hasta hoy son solo palabras. Esos muchachos son representantes del pueblo colombiano, no de la burguesía parásita. Por ello es que la promesa del oligarca e hipócrita presidente de hacer efectiva una ley que garantice el futuro económico a los deportistas y sus familias seguirá sin cumplirse.
El único avance que tuvo el proyecto de Ley del Deporte en el Congreso fue la presentación de la ponencia para primer debate, nunca fue objeto de discusión. Hoy las medallas que suscitan emoción tienen la promesa de recompensarse con millones de pesos para los deportistas, pero lo cierto es que son las familias y los entrenadores más cercanos quienes cargan con la responsabilidad de sostener y formar estos talentos.
La burguesía solo quiere vender imagen y las marcas con los campeones, no garantizarles su futuro ni valorarlos como personas otorgándoles su merecida pensión. Para la burguesía vale todo lo que genera ganancia; mientras el deportista esté retirado, enfermo o fracasado será un cero a la izquierda. Esa es la consecuencia de vivir en un sistema inhumano y ruin.
El gobierno promete falsas leyes como las del deporte para hacer propaganda a la política de paz y falsa prosperidad para todos; los monopolios como Claro o DirecTV quieren arraigar sus marcas y vender deportistas como el gimnasta Josimar o la atleta Katerine solo para aumentar sus ventas.
Los atletas son hoy, como denunció la ciclista María Luisa Calle, de interés por las medallas que traigan al país, que lo aprestigiará como foco de progreso mundial, pero mañana estarán abandonados como un trapo viejo e inservible. Esa es la historia de la absoluta mayoría de quienes han dado triunfos y representación deportiva al país.
El Ministerio de Hacienda no está de acuerdo con los incentivos económicos para los deportistas porque eso no factura, sino que resta ingresos para la gran burocracia; Coldeportes a través de su parásita directora, Clara Luz Roldán, alardea que ningún deportista se hace solo, que es el capital de la burguesía el que hace a los deportistas al promocionarlos en el exterior y que aspirar a una medalla olímpica para el país cuesta entre 1.000 Y 10.000 millones de pesos, cuando ese dinero se gasta en altos sueldos de funcionarios como la directora de esta entidad y en invitaciones a los zánganos politiqueros como Dilian Francisca Toro, que fue a Río de Janeiro con todos los gastos pagos, incluidos en francachelas, comilonas y hoteles de lujo, a cuenta de Coldeportes y de la mano de su directora, mientras la familia del pesista Oscar Figueroa tuvo que alojarse en un hostal de paso.
Definitivamente los deportistas colombianos solo tendrán un futuro asegurado y una vejez digna en un Estado socialista. Porque ese Estado sí velará en realidad, no con hipocresía como el Estado capitalista, por el bienestar de los trabajadores, sus familias y los deportistas; porque la socialización de toda la riqueza que producen las masas, permitirá elevar su nivel de vida, estimular la formación integral de las personas: deportiva, laboral, profesional, emocional, etc., dándole la verdadera libertad y felicidad a las masas; porque en un Estado de dictadura del proletariado, los funcionarios serán elegibles y removibles en todo momento; serán remunerados con sueldo de obrero promedio, sometidos al control real de masas mediante sus organizaciones que fiscalizarán todo y decidirán todos los asuntos; con lo cual el dinero de las instituciones públicas no será alimento para unos cuantos parásitos y derroche para las cuotas politiqueras como lo es hoy, sino que habrá garantía para que se construyan verdaderos centros deportivos, los auxilios lleguen eficazmente a los deportistas y sus familias; porque al acabar con esa burocracia zángana del capitalismo, necesaria para mantener la dictadura de los explotadores sobre el pueblo, terminará el desfalco del erario e iniciará el verdadero progreso deportivo y social. Mientras Colombia sea una nación oprimida capitalista, el dinero público alimentará solo a los grandes monopolios, a la gran burocracia y a la corrupción; para el pueblo y los deportista ni migajas habrá.
El ejemplo de lo anterior lo dieron los países socialistas que siendo antes oprimidos y atrasados, bajo el gobierno de la Dictadura del Proletariado destacaron en unas cuantas décadas a miles de deportistas de talla mundial en todas las disciplinas. Lo que hace el pueblo colombiano ahora es un verdadero milagro, teniendo que salir en su representación deportiva hijos de obreros, de desplazados, de madres solteras y uno que otro pequeño burgués. Esto ocurre por el abandono del deporte, por la corrupción del Estado que se come los recursos, por la doble opresión del capital y el imperialismo, por la guerra reaccionaria y la miseria a que están condenadas las masas laboriosas. Solo si avanza una auténtica revolución habrá esperanzas para los deportistas del pueblo colombiano.
Confiar en el rey de los hipócritas como es Santos o en los corruptos e indolentes congresistas para asegurar el futuro a los deportistas, es pedirle peras al olmo.