“La información es poder. Pero como con todo poder, hay quienes lo quieren mantener para sí mismos. La herencia científica y cultural del mundo completa, publicada durante siglos en libros y journals, está siendo digitalizada y apresada en forma creciente por un manojo de corporaciones privadas. ¿Querés leer los papers que presentan los más famosos resultados de las ciencias? Vas a tener que mandarle un montón de plata a editoriales como Reed Elsevier”.
Manifiesto por la Guerrilla del Acceso Abierto – Aaron Swartz
Si bien el desarrollo de los medios de producción, en particular los medios digitales han derribado fronteras comunicativas y facilitado el entendimiento entre los obreros del mundo, para efectos de la lucha de clases ha democratizado la información proporcionando otro de los innumerables clavos que habrán de darle sepultura al capitalismo. Pero también a nivel global en igual proporción se han constituido grandes acaparadores o monopolistas, hoy principal obstáculo de la libre difusión del conocimiento, las publicaciones científicas especializadas y en general la información. Motivo por el cual la Unión Obrera Comunista (mlm) o por sus siglas UOC se propone exponer algunas líneas, dignas de otro documento con mayor profundidad, que considera importantes acerca de la forma mercantil que adquieren todos los datos que fluyen en internet.
De amplio conocimiento es que en el terreno de la experimentación científica, aproximadamente el 90 de los pappers son de acceso restringido y se requieren cerca de 30 a 40 dólares para acceder a cada uno; en salarios mínimos colombianos como unidad de medida estaríamos hablando de 1/8 del salario mínimo de la clase obrera, conversión para ilustrar lo dramático de la situación. Por supuesto la innovación científica no se hace desde la consulta de un único artículo, se pueden llegar a requerir cientos.
Según datos de la Organización de Estados Iberoamericanos: “La suscripción anual a la revista científica Nature cuesta 209 euros (739.000 pesos colombianos). Si se desea ver un sólo artículo cuesta 4.41 euros (casi 15.000 pesos colombianos), pero si el investigador quiere comprar una visualización y poder copiar tiene un precio de 8.84 euros (31.200 pesos colombianos), el comprarlo tiene un costo de 30 euros (106.100 pesos colombianos)”. (Ver: Los altos costos de acceso a los artículos científicos dificultan la investigación, 14 de enero del 2017).
Eso parece poco, pero con analizar un caso también expuesto en el mismo artículo se clarifica un poco el problema de la propiedad privada sobre la experimentación científica:
“Jack Andraka, el joven de 19 años que desarrolló una prueba de detección temprana de cáncer de páncreas, ovarios y pulmón de bajo costo, requirió consultar durante su investigación cerca de 500 papers, la mayoría artículos libres y en línea, pero de no haber sido así hubiera tenido que pagar 17 mil 500 dólares, lo que equivale a 350 mil pesos mexicanos”.
En pesos colombianos 17.500 dólares equivalen a cerca de 70 salarios mínimos. Aunque no es fácil obtener la información, se estima que para el 2011 la licencia cerrada de publicaciones científicas generó alrededor de 10.000 millones de dólares, por el atizamiento persecutivo de la policía informática y severidad de las leyes que penalizan la lucha por el acceso libre a la información, las ganancias deben ser tesoro proporcional. Incluso para estudiantes e investigadores de los países imperialistas, cuyo destino financiero del PIB a la ciencia es mayor que los países oprimidos pero al fin y al cabo limitado, la propiedad privada monopolista es un obstáculo; el principal, para la producción de ciencia. Si en los países imperialistas llueve, en los países oprimidos no escampa, donde tan sólo aportan cerca del 2.5 de todo el acumulado de publicaciones científicas a nivel mundial.
“Al respecto, Chan et al citan un estudio reciente donde se comparó el desempeño de los países más productores de ciencia. En este estudio King encontró que los investigadores de ocho países —liderados por Estados Unidos, el Reino Unido, Alemania y Japón— producen casi el 85% de las publicaciones más citadas del mundo, mientras que otros 163 países, casi todos, países subdesarrollados, acumulan menos del 2.5% (King, 2004). Otro ejemplo de esta disparidad es que solo el 10% de la investigación en salud del mundo se lleva a cabo en países subdesarrollados y solo entre el 2% y el 3% de las 3000 revistas indexadas en Medline provienen de estos países (Research, 2003)”. (Ver: La comunicación de la ciencia en los países en vías de desarrollo y el Movimiento Open Access). Disparidad que seguramente aumentará mientras sigan en pie las relaciones capitalistas de producción.
A saber, las configuraciones de grandes sellos editoriales han ido ocasionando la creciente de los precios de suscripción y la subsecuente cancelación de dichas suscripciones por parte de las bibliotecas públicas e incluso de universidades e institutos que hasta han financiado la investigación de forma directa. En el 2012 Harvard informó a la comunidad estudiantil la cancelación de suscripciones para el acceso gratis a la información por elevados costos en las membresías anuales. Mientras tanto el papel del Estado, fiel a los intereses de los capitalistas, por un lado, destina presupuestos, pírricos por cierto, para financiar la investigación y por otro favorece a privados, legislando (leyes de patentes y derechos de autor) para que vuelvan a cobrar por resultados que ya están pagos desde el proceso; a la sociedad le cuesta dos veces la experimentación científica: primero, financiando el proceso en la educación y formación de profesionales, y luego, en la obtención de los resultados que pasan a ser propiedad privada. A los obreros se les obliga a tributar simultáneamente que se les restringe el conocer lo que ya pagaron.
La cuestión procedimental de producir ciencia, al igual que mercancías es social, mientras que la de distribución de conclusiones científicas, al igual que las riquezas, es un asunto privado. El fenómeno aparece como un rezago de la sociedad esclavista, donde los esclavos tenían la tarea exclusiva de sostener materialmente a los esclavistas, mientras estos, exclusivamente también, se dedicaban a pensar, con el agravante de que en la actualidad todo el conocimiento social, además de no proporcionar libertad a la inmensa mayoría, además de generar una desigualdad ofensiva entre un puñado de oligarcas ociosos y miles de millones de trabajadores, además de esa aberrante y absurda situación, esa minoría está destruyendo la naturaleza con su apetito desaforado de ganancias.
La información adviene en el sistema de producción capitalista como una mercancía que si bien está en venta, para la mayoría de la población mundial, perteneciente a la clase obrera es una mercancía imposible de comprar. La información naciente bajo las relaciones asalariadas de producción, viene con el tumor cancerígeno de tener dueño, las patentes y los sellos editoriales con sus derechos de autor no son derechos de reconocimiento o referencia del productor particular de ideas, son garantías de explotación de mano de obra intelectual y manual. Garantías que, por un lado eliminan la competencia, en cuanto se hace ilegal reproducir ideas que ya tengan dueño y, por otro, el margen de ganancia se levanta en aparato donde los investigadores o desarrolladores están obligados a vender la mano de obra, siendo aplastados, perseguidos y apartados del escenario internacional aquellos que se reúsan, caso conocido es el aporte de Manuel Elkin Patarroyo, perseguido por los monopolios farmacéuticos desde que manifestó la intención de donar a la humanidad el tratamiento contra la malaria. Según datos de la OMS: “Cerca de la mitad de la población mundial está expuesta al paludismo. En 2015 hubo unos 212 millones de casos de la enfermedad, que, según las estimaciones, costaron la vida a 429.000 personas”. (Ver: 10 Datos Sobre el Paludismo, diciembre de 2016).
La industria constituida en sellos editoriales, en manos de la burguesía, es por tanto un caso particular del gran conjunto de medios de producción que el proletariado debe expropiar con la fuerza revolucionaria, aniquilando la propiedad privada sobre la información como sobre cualquier otro medio.
Es correcto entonces unir las voluntades y los esfuerzos de quienes aspiran a un mundo libre de verdad; de quienes desean sinceramente la igualdad social y salvar el planeta de la destrucción a que está siendo sometido por la voracidad de los monopolios.
Por ello la UOC hace un llamado a todos los especialistas que se mueven en medios digitales, experimentadores científicos, hackers, programadores para que:
- Unan sus banderas de lucha con las nuestras, expuestas en gran parte en el portal www.revolucionobrera.com
- Abandonen las esperanzas en las reformas superficiales del acceso semi-abierto a la información ya que no puede haber libertad, ni igualdad mientras exista el capitalismo parasitario.
- Promuevan proyectos tan significativos como Ligen/Schi-hub, sin perder de vista que el principal objetivo es atacar el problema de raíz, acabar con el capitalismo generador real y obstructor del acceso libre a la información.
- Conozcan y se empapen de las luchas que llevan a cabo personas como Alexandra Elbakyan fundadora de Sci-hub o Aaron Swartz, quien murió en extrañas circunstancias mientras levantaba su voz contra la ley SOPA.
- Contribuyan ideológicamente a construir organizaciones comunistas en todo el mundo, a difundir, discutir y alimentar la ciencia del marxismo.
- Aporten al entendimiento que dé respuesta a las formas más efectivas de distribución de nuestros contenidos web, en las redes sociales, foros, blogs u otros que esperamos nos compartan y enseñen a utilizar. Como también a las prácticas que evitarán ataques futuros, los contrarresten o funcionen de alternativas después de cierres de alguno de estos medios.
- Apoyen económicamente en las tareas que se propone la UOC y aporten su conocimiento para la consecución de recursos financieros desde las distintas áreas de trabajo con los medios digitales.
Este es nuestro mundo ahora…
El mundo del electrón y el switch, la belleza del baudio.
Hacemos uso de un servicio que ya existe sin pagar, porque podría ser ridículamente barato, si no estuviera en manos de glotones hambrientos de ganancias, y ustedes nos llaman criminales.
Nosotros exploramos…
y ustedes nos llaman criminales.
Nosotros buscamos detrás del conocimiento…
y ustedes nos llaman criminales.
Nosotros existimos sin color, sin nacionalidad, sin prejuicios religiosos…
y ustedes nos llaman criminales.
Ustedes construyen bombas atómicas,
ustedes hacen la guerra,
asesinan, engañan y nos mienten
y tratan de hacernos creer que es por nuestro bien,
ahora nosotros somos los criminales.
The Mentor, La Conciencia de un Hacker