El régimen uribista de Duque ya casi tiene preparadas las nuevas tanquetas para reforzar el Esmad y reprimir la protesta social en Colombia. Lo poco que se sabe de estos nuevos aparatos de muerte es que serán controladas de forma remota, poseen lanzagranadas, aturdidoras y cañones de gas y agua, y cuentan con un sistema de desbloqueo de barricadas. Según dice la prensa burguesa, van a manipular “armamento no letal”, el mismo con el que asesinaron a Dylan Cruz el 23 de noviembre del año pasado en Bogotá y con el que han asesinado a tantos y tantos en todo el país. Cada tanqueta tiene un costo de $600 millones.
El Estado burgués actualmente encabezado por la mafia, no invierte en investigación científica para combatir el Covid-19, pero sí destina un millonario presupuesto para mejorar su maquinaria de guerra contra el pueblo. Mientras incrementa su poderío militar y celebra la entrega de unos cuantos respiradores comprados a los monopolios, no le interesa invertir en los respiradores que propusieron los estudiantes de las universidades públicas o de la misma vacuna contra el Covid– 19, porque al fin y al cabo, la mayoría de los muertos, como siempre, los está poniendo el pueblo.
Estas nuevas tanquetas garantizarán la impunidad cuando la Policía Nacional asesine a los obreros, campesinos, indígenas o estudiantes que salen a protestar por sus derechos. Si así sucede actualmente cuando los agentes de la muerte se encuentran identificados y demás, ¿qué ocurrirá el día en que una tanqueta de estas atropelle manifestantes o dispare de forma letal contra un luchador? Lo mismo que sucede hoy: se abren investigaciones que terminan en nada.
Sin embargo esto solo es un síntoma del miedo que tienen las clases dominantes porque saben que su reino de opresión y explotación tiene los días contados. Saben que se están ahogando en una crisis económica y social brutal que, muy probablemente desemboque en una situación revolucionaria que pondrá a tambalear su statu quo. Debido a eso antes de que se desplome su castillo de naipes, la burguesía y los terratenientes se preparan para hacer todo el daño posible a las clases revolucionarias de la sociedad capitalista: los obreros y los campesinos pobres quienes dirigirán la revolución social.
Pero la opresión genera resistencia; desde ya los revolucionarios llamamos a los técnicos e ingenieros del pueblo a desarrollar tecnologías que inhiban la señal remota con que serán controlados los nuevos artefactos, para lograr neutralizarlos y, ¿por qué no?, poder revertirlos en su contra.
El poder del Estado de los ricos no es todopoderoso ni eterno, poderosas son las masas populares cuando se unen, organizan y luchan de forma directa, combativa y revolucionaria.
¡Contra el terrorismo de Estado, lucha revolucionaria de masas!