El domingo 21 de abril las torrenciales lluvias ocasionaron un alud de lodo que sepultó varias casas y dejó un saldo de 33 muertos en Rosas, Cauca; cinco de ellos fueron niños y otro de los afectados perdió a 13 miembros de la familia. Una tragedia que con sus muertos puso en movimiento al aparato burocrático del Estado como nunca fueron capaces los vivos con sus quejas y reclamos dirigidos a la alcaldía. La maquinaria burocrática fue efectiva no para resolver los problemas de miseria de vivienda de las masas en Rosas, sino para “robar cámara” ante televisión. Por fin apareció el alcalde que anunció la tragedia pese a las fuertes críticas de negarse a reubicar a las familias en zona de riesgo. Apareció Iván Duque para implorar por los muertos y dar anuncios de “combatir la corrupción”. Aparecieron los medios de comunicación que son propiedad de los más grandes burgueses de este país para mostrar las lágrimas de los dolientes, ocultando la causa del por qué las masas se ven obligadas a vivir en esas miserables chozas, en cuchitriles que están en zonas de alto riesgo; escondiendo la causa más profunda porque de ella se nutre y vive este podrido sistema con todo el parasitismo de las clases dominantes.
No es el primer desastre natural que le cuesta al pueblo decenas y centenas de muertos, tampoco el anterior desastre ocurrió hace décadas. Son tragedias recurrentes, periódicas y anunciadas con mucho tiempo de anticipación, pero aun así el pueblo sigue colocando muertos y la burguesía y los terratenientes no desaprovechan las oportunidades para ganar popularidad mediática y maldecir por las inclemencias de la naturaleza y por lo “impredecible del destino”: Armero, Mocoa, etc. La tragedia de Rosas, Cauca duele doblemente porque muchas de las familias afectadas pertenecían a etnias y resguardos indígenas; esas mismas etnias y resguardos indígenas que fueron señalados por la prensa “oficial”, en especial por la propaganda venenosa del Centro Democrático de “querer todo regalado”, inclusive le pronosticaron “masacres sociales” a manos de la Policía, pero hoy con su doble moral la burguesía se coloca de lado de la tragedia.
La tragedia sirve para demostrar palmariamente el colapso del aparato burocrático del Estado capitalista colombiano para resolver las necesidades de las masas. Los impuestos que provienen de las mismas masas se embolatan y pierden en contratos y cadenas interminables de contratistas, una letanía de prorrogas, demoras e incumplimientos cuanto se trata de asuntos que benefician a los parias.
Pero no siempre el Estado de los ricos actúa así, hay que ser justos y colocar cada cosa en el lugar que se merece, su efectividad queda incontrovertible cuando se trata de entregar multimillonarios “subsidios” a ricos, ahí sí, ¡cuánta rapidez y eficacia! En Agro Ingreso Seguro se les dieron multimillonarios recursos a “reinas de belleza”, mafiosos y burgueses agrarios. La finca del Ubérrimo, propiedad del cavernario Uribe, la cual tiene una extensión más grande que Bogotá, recibió 3 mil millones de pesos de todos los recursos de la nación, ni la “gárgola” Fernanda Cabal se quedó sin su tajada porque recibió 600 millones de pesos para su “finquita”.
El Estado actual es una maquina perfeccionada que en sus 200 años de existencia ha operado siempre a toda marcha para defender los intereses de los burgueses, terratenientes e imperialistas. A la par del avance del conocimiento humano en materia científica para predecir la naturaleza y diagnosticar a tiempo las tragedias, este sistema es un obstáculo que se opone a poner en práctica planes de contingencia contra los desastres naturales o crear viviendas dignas para las masas oprimidas. Es un Estado ensangrentado por la reiterada negligencia en atender los problemas básicos de la mayoría trabajadora.
Pero no hay mal eterno y llegará el día en el que las masas decidan llevar a la picota toda esa podrida maquinaria burocrática con todos sus “funcionarios”; la sentencia será su destrucción y la construcción de un Estado propio, un Estado de obreros y campesinos, creado para defender los intereses de la inmensa mayoría de la población y necesario para oprimir a los que hoy viven de las tragedias del pueblo y condenar a quienes se atrevan a atentar contra el bien común.