A propósito del escándalo sobre la “educación sexual” en los colegios
Declaraciones de politiqueros, curas, ministros, presidente, comunidad LGBTI, debate en el establo parlamentario, manifestación de católicos y cristianos en «defensa de la familia» y hasta golpes entre funcionarios, es el resultado de un debate sobre la educación sexual en los colegios, suscitado por las intrigas y manipulaciones del uribismo.
Un debate que ha sacado a la luz no solo el estilo del uribismo de hacer política en su campaña por el NO al Plebiscito, sino además la mojigatería de la iglesia católica, la xenofobia de la reacción encabezada por Alejandro Ordóñez, la ineptitud y el derroche del podrido Estado de los explotadores.
Uribe y su séquito de paracos y mafiosos urdió una intriga y logró manipular a un gran sector de religiosos haciéndoles creer que la Ministra de Educación iba a acabar con la institución de la familia, utilizando una creencia popular para su campaña por el no al Plebiscito. Una maniobra inspirada en el manual de propaganda del ministro fascista Joseph Goebbels, quien entre sus 11 principios, decía: «Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave… Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.»
Escogido el blanco perfecto en una ministra lesbiana, el uribismo encontró en la iglesia el instrumento perfecto de la maniobra: apelar a la defensa de la «sagrada institución de la familia» para movilizar millares de creyentes desinformados y fanáticos contra el gobierno.
Y remató la maniobra el cavernario inquisidor Ordoñez alimentando el prejuicio xenofóbico, transformándolo en odio, con la pretensión de convertirlo en rechazo al Plebiscito, induciendo a una reflexión simplista: «Si el Gobierno impopular atenta a escondidas contra la familia, ¿qué habrá firmado en La Habana y qué hará si le dan el SÍ en el Plebiscito?»
Pero toda esta intriga y manipulación del uribismo sirvió para poner sobre el tapete algunos problemas de importancia para el movimiento obrero y mostrar la podredumbre del Estado burgués.
Sin ir muy lejos, todos los implicados, acusadores y acusados son hipócritas:
Ocultan que la «sagrada institución» que dicen defender, en el capitalismo es y solo puede ser en la familia obrera, la célula que reproduce la fuerza de trabajo. Como dice el Manifiesto Comunista, la familia actual, la familia burguesa, se fundamenta: «En el capital, en el lucro privado. Sólo la burguesía tiene una familia, en el pleno sentido de la palabra; y esta familia encuentra su complemento en la carencia forzosa de relaciones familiares de los proletarios y en la prostitución pública.»
No son los padres de la familia obrera, que trabajan 12 o más horas en las fábricas y empresas, quienes educan a sus hijos, sino precisamente el Estado mayoritariamente, pero también los curas y pastores quienes monopolizan la educación de la sociedad. ¿Cuál es la explicación de la Iglesia sobre sus curas pederastas y sobre el homosexualismo en sus monasterios y conventos? ¿Cuál es la explicación de los pastores, políticos y funcionarios estatales a sus orgías y esas sí depravaciones?
Los sermones oscurantistas sobre el sexo no pueden evitar las causas genéticas, económicas, sociales y políticas que ocasionan la diversidad de género.
Pero además, la admisión de la diversidad de género y el supuesto respeto hacia la comunidad LGBTI bajo el capitalismo y en cualquier Estado burgués, solo puede ser formal y jurídica, como son los derechos de la mujer, y como son en general el de la igualdad y la libertad. Formalidad que para los explotados y oprimidos significa esclavitud, persecución, discriminación, segregación… llegando a las golpizas, la tortura y el asesinato.
Solo el proletariado, que es enemigo de toda forma de opresión y explotación, cuando gobierne la sociedad puede garantizar la plena igualdad de género y asegurar que ninguna persona sea discriminada por razones de sexo, raza, idioma, religión o creencia. Pero abolir toda forma de opresión solo es posible acabando con la causa más profunda de las desigualdades: la propiedad privada sobre los medios de producción.
La maniobra del sector mafioso y paramilitar representado en el uribismo, parte del Estado y del gobierno mismo, muestra la inmundicia de la política burguesa y la podredumbre del viejo aparato de dominación de los explotadores:
Un vil cavernario oscurantista como el Procurador ocupa el cargo gracias, entre otros, al voto de personajes destacados de la supuesta izquierda. Así justificó Gustavo Petro su apoyo y el de seis más de sus compañeros del Polo politiquero al inquisidor Ordoñez en el 2008:
«Nuestro compromiso con los derechos humanos, el medio ambiente, las reivindicaciones de las mujeres, los derechos de minorías en su condición de población más vulnerable, incluidas minorías sexuales, fueron razón fundamental que animó a siete senadores del Polo Democrático a votar por Alejandro Ordóñez como nuevo procurador.» (Gustavo Petro, El voto por el nuevo Procurador, El Tiempo, 18 de diciembre de 2008).
El proletariado rechaza la persecución a la Ministra por su condición de género, al igual que apoya a la comunidad LGBTI en su lucha contra la discriminación, pero no puede callar frente a la condición de Gina Parody como parte de un gobierno criminal y del Estado burgués. Un Estado y una Ministra que derrochan miles de millones en cartillas inútiles, porque al Estado solo le interesa formar individuos obedientes, funcionales al sistema como mano de obra barata, mientras cierran instituciones educativas, persiguen al movimiento sindical del magisterio y desmejoran las condiciones de vida y de trabajo de los educadores.
Toda la hipocresía de los politiqueros, la podredumbre estatal y las maniobras de los ricachones que gobiernan y utilizan al pueblo en su rebatiña por el poder, deja en claro que los trabajadores no pueden terciar, ni con Santos, ni con Uribe, ni con ningún politiquero, así se disfrace de izquierda y se diga amigo del pueblo. Nada pueden esperar los explotados de sus enemigos, ni del Estado y el gobierno que defiende sus intereses.
Y en particular sobre el Plebiscito, frente al cual las clases dominantes quieren dividir al pueblo para legitimar el acuerdo que legalizará el despojo de los pobres del campo, el proletariado llama al pueblo trabajador a tomar una actitud independiente. Tanto si gana el SÍ de Santos, como si gana el NO de Uribe, proseguirá la guerra contra el pueblo. No puede haber paz entre ricos y pobres, entre explotadores y explotados. De ahí que la posición correcta sea ¡NO VOTAR!
¡Ni por el SÍ, ni por el NO! ¡Santos y Uribe Asesinos del Pueblo Son!