La Corte Constitucional le dio muerte definitiva al proyecto de ley que desde 2016 buscaba que las mujeres que recibieran menos de dos salarios mínimos, se pensionaran en el régimen de Prima Media (Colpensiones) con 1150 semanas de trabajo y no con las 1300 como sucede hoy en día. El proyecto fue rechazado por el gobierno Santos en 2017 por “inconstitucional”, entre otras razones, porque supuestamente no existe “sostenibilidad financiera” para cumplir dicha ley y que a pesar de que busca “subsanar las dificultades de acceder a una pensión, por parte de las mujeres, (…) no sería conveniente porque implicaría un desequilibrio financiero del sistema”, por lo que pasó a decisión de la Corte, la que finalmente tumbó el proyecto dándole la razón a los argumentos presentados en su momento por el gobierno de Juan Manuel Santos.
La esencia de la Corte Constitucional, al igual que la de las demás “honorables” Cortes, es la defensa de los intereses de los monopolios económicos, y esto quedó demostrado en este fallo que favorece a la burguesía y a los terratenientes, en abierto detrimento de la clase obrera en general y de las mujeres más superexplotadas por el capital en particular.
Las masas populares no pueden hacerse ilusiones en las promesas o proyectos de ley populistas impulsados por politiqueros de diferentes colores, pues hacen parte de la demagogia, la mentira y el engaño propio de los representantes de las clases dominantes en el parlamento burgués. Deben confiar sí, en su organización con independencia ideológica y en la unidad de clase para la lucha directa, que logre presionar la aprobación de leyes y reformas a su favor que le permitan conquistar mejores condiciones para luchar por un cambio radical de la sociedad.
Ese es el carácter de la democracia de los ricos y de su “honorable” justicia que no es ciega: falla a favor de los monopolios, contra el pueblo trabajador y en detrimento de las condiciones materiales de las mujeres proletarias.
Es necesario desconfiar de todas las instituciones de la democracia burguesa en caso de acudir a la lucha jurídica, pues se sabe que los fallos judiciales, por principio van a favorecer a los dueños del capital, pero, sin embargo, pueden ser favorables a los intereses de las masas, no porque así lo quieran los “honorables” magistrados, sino por el efecto de las contradicciones interburguesas o por la lucha popular de las masas explotadas y oprimidas que así lo presionan.
Mientras los representantes de los partidos políticos de la burguesía, como Mauricio Lizcano ponente del proyecto, tratan de apaciguar la lucha de las masas por medio de falsas promesas populistas que de antemano saben que no serán aprobadas por cualquier tonto formalismo; y mientras los partidos pequeñoburgueses incentivan en las masas la confianza en las “distinguidas” Cortes que protegen los intereses de los monopolios; la clase obrera sufre en carne propia los efectos del capitalismo imperialista que después de superexplotarlos por décadas, al final, por medio del Estado en alianza con los capitalistas, le roban descaradamente la pensión, que es salario acumulado y que por medio de reformas y engaños embolatan ese dinero que ya han pagado los obreros a los diferentes recaudadores privados y públicos pensionales. ¡Ese es el capital financiero, el rey del capital en el imperialismo!
Las masas trabajadoras ya no aguantan más superexplotación por parte de los capitalistas, ni engaños de parte de los defensores de la dictadura de los ricos, ni opresión de ningún tipo ejercida por las instituciones que imparten justicia para salvar a los monopolios y los privilegios de la costosa burocracia estatal.
La clase obrera exige que no le roben lo cotizado a pensión durante años ni las semanas trabajadas; exige mejores pensiones que van de la mano de un alza general de salarios; exige que la edad y las semanas de cotización sean rebajadas de forma sustancial –principalmente para la mujer- para poder disfrutar de una vejez con calidad. Y dichas reformas serán conquistadas en la medida que se organicen Comités de Huelga que preparen el Paro General Indefinido, que paralice la producción a nivel nacional y en las principales ramas de la producción, sólo así, el Estado de dictadura de los ricos y las parásitas clases dominantes se verán obligados a ceder ante las exigencias de un pueblo unido, organizado y movilizado en las calles.
Y definitivamente es necesario construir el Socialismo para que se instaure un verdadero sistema de jubilación que favorezca a las masas obreras y a sus familias, como por ejemplo existió en la URSS. Un sistema en el que la seguridad social era una realidad y se correspondía con las leyes del Estado de los obreros y campesinos, que incluían seguros sociales; subsidios por incapacidad temporal para trabajar; pensiones por edad, invalidez y en caso de la muerte de la persona que sostuviera el hogar; trabajo garantizado para toda la población incluida la población discapacitada…todo esto, sin que a los obreros se les realizara ningún descuento de su salario, pues estos rubros estaban cubiertos con los fondos estatales que eran producto del trabajo de toda la sociedad, lo que se garantizó desde el triunfo mismo de la Revolución de Octubre de 1917, cuando el Poder soviético aprobó cerca de 100 decretos en torno a la asistencia y el seguro social, lo que incluía la creación del Comisariado del Pueblo (ministerio) de Caridad Social y que rápidamente fue cambiado de nombre por el de Comisariado del Pueblo para la Asistencia Social, cuya primera titular fue Aleksándra Kolontái, la cual tuvo que ejecutar sus funciones en medio del asedio armado de 14 Estados imperialistas contra la naciente URSS (1918-1920), la guerra, la ruina y el hambre, pero que logró, a pesar de estas terribles condiciones, sentar las bases para que el Estado de los Soviets pudiera desarrollar un potente sistema de programas sociales que igualó y superó en mucho a los países imperialistas más desarrollados.
En Colombia es posible alcanzar esto y mucho más si el elemento consciente cumple su misión de ponerse a la cabeza de la lucha del pueblo, no solo por conquistar reivindicaciones concretas de tipo económico, político y social, sino, a la cabeza por construir el Partido político del proletariado que dirija a las masas luchadoras hacia la destrucción violenta del Estado burgués-terrateniente para construir sobre sus ruinas el Socialismo, que le garantice un retiro en las mejores condiciones, a los obreros que ya han dado toda su fuerza de trabajo a la sociedad.
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