¡Cuánta indignación produce cada atropello burgués contra los oprimidos y explotados!, tal como sucede hoy con los indígenas Kogui del sur de la Guajira y la región de la Sierra Nevada de Santa Marta, quienes, para no ver morir de hambre, desnutrición y enfermedades respiratorias a sus hijos, se ven obligados a darlos en adopción.
El capital imperialista es hoy el único responsable de esta situación. Los indígenas, luego de más de cinco siglos de opresión por las clases dominantes, han sido reducidos a minorías nacionales, en las que sus reclamos son desconocidos por el Estado y tratados como gente de segunda clase.
A esto se suma la corrupción, inherente al Estado burgués, que campea por todo el país y por la cual ni siquiera es capaz de cumplir con las mal llamadas ayudas para mitigar en algo la situación de la población indígena, puesto que se las roban.
El hambre y miseria, producto de la expoliación a los indígenas obliga a estos a entregar a sus hijos, a prácticamente regalarlos buscando que otras personas puedan ayudarlos a vivir, pues saben que en sus comunidades están condenados a la muerte.
Pero tampoco es que haya grandes filántropos por los niños Kogui o que organización alguna se haya acordado de ellos y muchísimo menos, el Estado, el cual se limita apenas a supervisar, de cuando en cuando, a través del ICBF el estado de salud de los infantes sin comprometerse con nada, y tampoco es capaz de ayudar a quienes quieren ayudar; como en el caso de Carmen, una grandiosa mujer campesina, quien por su propia iniciativa y en solidaridad con estas familias, ha resuelto recibir a estos niños, con tal éxito, que a pesar de sus dificultades económicas ha sacado adelante a varios niños de la comunidad Kogui.
El pueblo luchador y los indígenas en particular deben insistir en las reivindicaciones que aún no han sido resueltas para solventar parte de la tragedia que se vive: por alza general de salarios, subsidio a los desempleados y subempleados, empleo formal, cumplir los acuerdos firmados y las exigencias especiales de los pueblos indígenas, comunidades negras y demás etnias, respeto de su cultura, costumbres y autoridades; reivindicaciones que hay que hacer cumplir al Estado burgués, independiente del que esté administrando sus negocios en la presidencia.
Los sufrimientos de los indígenas, como los de todas las masas trabajadoras del campo y la ciudad, son propios de la sociedad capitalista, por lo que no se necesita desarrollar más el capitalismo, sino destruirlo; Colombia necesita una nueva sociedad en la que no prime la ganancia, donde la riqueza social sea entregada a los que la produjeron, una sociedad socialista donde ningún niño Kogui o de las clases productoras deberá morir de hambre.
Por eso hoy, el proletariado consciente, persiste en la construcción del Partido Comunista Revolucionario de Colombia (mlm), dispositivo indispensable para dirigir a las masas en la toma por asalto de la fortaleza enemiga, así como esfuerzos por construir la alianza obrero campesina, sin la cual no será posible vencer a los enemigos del pueblo.
