Finalmente el gobierno de Santos aprobó la reforma tributaria que empezó a aplicarse desde este 2017 y que tiene medidas muy lesivas que afectan los pocos ingresos de las familias obreras, campesinas y de los pequeños y medianos propietarios. Entre lo aprobado se encuentra el incremento en tres puntos porcentuales del I.V.A. pues pasó del 16% al 19%, lo que implica un aumento real ¡del 18,75% en dicho impuesto!, mientras que el salario mínimo aumentó nominalmente el 7%, lo que sumado al paquete de medidas de la reforma tributaria se traduce en una rebaja real del salario para la clase obrera.
La reforma del gobierno Santos responde a las necesidades de los capitalistas por tratar de recuperarse de la crisis que vive el capitalismo en general, tapar el llamado hueco fiscal ocasionado por el latrocinio de la burocracia estatal corrupta, así como responder a los compromisos de la burguesía explotadora con el capital imperialista extranjero. Es una reforma cavernaria que rebaja el impuesto a los ricos holgazanes para aumentarlo al pueblo trabajador, con lo cual se agrava la situación de por sí calamitosa de quienes sostienen la sociedad con su trabajo.
Frente al nuevo abuso decretado por el gobierno la respuesta del pueblo ha sido firme: «cacerolazo» el pasado 3 de enero en diferentes ciudades del país, el cual agrupó a un amplio sector de las masas en contra de esta reforma y que fue el punto de partida para otras movilizaciones que el pueblo está preparando como las manifestaciones del 22 de enero. El «cacerolazo» fue significativo, pues logró unir a representantes de diferentes sectores afectados por la reforma tributaria como obreros, estudiantes, pequeños comerciantes, recicladores, profesionales… que hicieron sentir su indignación en las calles.
Estas expresiones de rebeldía son justas y ponen de presente el descontento contra la reforma y la indignación popular frente a la corrupción estatal. Un motivo más para unir al pueblo en la lucha por frenar la arremetida del Estado de los capitalistas, destacando las reivindicaciones comunes: por alza general de salarios y rebaja en los impuestos; por vivienda digna, educación y salud para el pueblo; por contratación directa y por el derecho de asociación y huelga; por la restitución de las tierras y la reparación de los desplazados; contra el terrorismo de Estado y el despojo de los pobres del campo. Reivindicaciones y banderas a conquistar con la unidad de las masas laboriosas, con la organización en Comités de Paro o de Huelga y la lucha directa ya no solo mediante «cacerolazos» o manifestaciones, sino con el paro nacional indefinido.
Pasar del «cacerolazo» a la Huelga Política de Masas, al Paro Nacional Indefinido, debe ser la consigna de lucha de los afectados por la reforma tributaria y todas las medidas antipopulares del gobierno. En esta lucha es necesario identificar las diferentes clases sociales en que se divide la sociedad colombiana, pues no se puede negar que en ella existen, de un lado, la burguesía y los terratenientes, clases parásitas y socias de los imperialistas que viven a costa del trabajo ajeno, y del otro lado de la sociedad se encuentran los obreros, los campesinos pobres y medios, y los pequeños y medianos propietarios de la ciudad, que deben unirse para la lucha haciendo causa común contra sus comunes enemigos, como enseñaron los hermanos indígenas en su minga: ¡Un Solo Pueblo, Una Sola Lucha!