Dos noticias han alertado recientemente a los trabajadores frente al asunto de las pensiones: una es el aumento descomunal de los sueldos y la burocracia en Colpensiones, firmado por la Ministra «progresista» Clara López; la otra tiene que ver con la reforma pensional a punto de ser aprobada en el Congreso, que aumenta el gravamen a los pensionados disminuyendo su mesada.
Tanto la decisión de aumentar la burocracia y otorgar enormes sueldos a los directivos de Colpensiones (la entidad pública que maneja este rubro pensional de millones de trabajadores), como la de incrementar los tributos a los pensionados, convienen directa y abiertamente, tanto a los ricos propietarios del sistema financiero, como a los zánganos funcionarios estatales. Ambas medidas son antiobreras y ponen de manifiesto el carácter antisocial del gobierno de la falsa paz.
Pero lo que no es claro a simple vista, es por qué una Ministra que viene de un supuesto partido que dice defender al pueblo como el Polo Democrático, cuyos dirigentes alardean ser mejores que la derecha en el poder, venga a favorecer a unos cuantos burócratas con tan altos sueldos, mientras nada hace por la masa de trabajadores que serán gravados y tendrán que laborar muchos años más para recibir su pensión, agotada al máximo por los tributos puestos a favor de los ricos y su Estado corrupto.
La verdad es que la actitud de la Ministra no es casual, ni obedece a presiones políticas del presidente. No solo en el tema de Colpensiones favoreció a los de arriba. Ha dado muestras de que es de otra clase y sirve al interés de los patronos; el reciente aumento del salario mínimo decretado por el gobierno y firmado por ella es la prueba más grande de a quién sirve y qué intereses defiende. Esta es la izquierda que gobierna para la derecha.
¿Será que los activistas en el movimiento obrero que han hecho propaganda al Polo son tan de ingenuos para movilizar a sus compañeros hacia partidos tan corruptos y serviles a los intereses de los ricos y el gobierno? ¡Claro que no!, ellos han contribuido a confundir a sus camaradas y a desmoralizar a las bases de sus organizaciones, con el fin individualista de favorecerse para ascender en la burocracia, tanto estatal como en sus propias organizaciones sindicales, donde han reproducido la forma de organización y de manejo burgués.
Argumento ha ido y venido contra los revolucionarios que han impulsado a la masa de los trabajadores a conquistar la independencia de sus organizaciones de partidos como el Polo politiquero; intrigas y más intrigas contra los que han condenado los gobiernos supuestamente progresistas del Polo y ahí están los resultados de sus administraciones ladronas y de su Ministra antiobrera. ¿Quién ha dicho la verdad? ¿Quiénes realmente han estado con los trabajadores? ¿Los luchadores pueden favorecerse de administraciones «progresistas» como las que hemos visto? La respuesta es evidente, como la verdad que se revela a los ojos de cualquier persona honesta: esa es la izquierda que le sirve a la derecha.
¡Entonces el camino es el de la lucha directa y revolucionaria compañeros!, es el de las formas independientes de organización, el de la construcción de un auténtico partido revolucionario que represente los intereses del proletariado y proclame su total independencia de todo el poder del capital.
Lo que ha conseguido el movimiento obrero ha sido a pulso, contra el Estado y las clases dominantes, no mamando de sus partidos y su Estado. Esto ha costado enormes sacrificios a los luchadores desde el siglo pasado y los presentes luchadores no pueden ser inferiores al reto de lograr la independencia de clase de su organización, ir por el camino de la huelga económica como arma predilecta de lucha del movimiento sindical y por la tendencia revolucionaria hacia la Huelga Política de masas y la Revolución Socialista.
Porque la clase obrera está enfrentada cara a cara con el Estado y los capitalistas y debe decidir si acepta que la burocracia estatal se siga nutriendo con los puestos y los altos sueldos como los que les otorga la Ministra del Polo Democrático; decidir si continúa aceptando la dirección de partidos reformistas como el Polo que van a la cola de la burguesía aceptando los mandatos del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Las esperanzas de las organizaciones obreras y populares no pueden estar puestas en los partidos y representantes políticos tan cómplices de la corrupción y tan serviles al capital como el Polo y sus dirigentes (Clara López y Robledo), o sus exdirigentes (Petro, Navarro y Luis Garzón); ni pueden abrigar falsas esperanzas en toda la caterva de politiqueros que hoy enarbolan las banderas de la paz, la equidad y la justicia, bajo las cuales se ampara la más feroz y sanguinaria dictadura de clase de los enemigos.