En el CAI de Soacha, jóvenes asesinados por la sevicia del sistema

En el CAI de Soacha, jóvenes asesinados por la sevicia del sistema 1

El 4 de septiembre del año pasado, fueron asesinados ocho jóvenes que permanecían detenidos en el CAI de Soacha; y no hay nada que justifique su asesinato por parte de la policía.

Los hijos del pueblo siempre están expuestos a terminar en un CAI; porque se volvieron ladrones (algunos incluso asesinos), porque estaban en el parque fumando marihuana, en una riña con vecinos, o estaban expresando en las paredes sus sentimientos de odio hacia esta sociedad, porque estaban protestando por la defensa de un humedal, o estaban en una manifestación en contra de los feminicidios, exigiendo empleo, educación, salud y otras “tonterías”.

Por cualquier motivo, puede estar alguna vez uno de nuestros hijos en estos centros de terror que son los CAIs; y por eso no se equivocó la juventud cuando el 9 de septiembre les prendió fuego. NO hay nada que justifique semejante crimen cometido por Aleida del Pilar González y Jorge Suárez, quienes actuaron no como “manzanas podridas” sino amparados precisamente en la institución de la policía, constituida para reprimir al pueblo, para someterlo e impedir que se rebele contra el orden establecido en el que los ricos explotan y expolian al pueblo llevándolo a la degradación física y moral pero al que debemos “respetar y aceptar sumisamente”.

Duele profundamente el dolor de esas madres al ver que sus hijos se quemaban sin que las autoridades, -que según su pueril constitución dice que están en la obligación de velar por el cuidado de los presos- no hicieron absolutamente nada. Por eso, y porque pudiera haber sido “mi hija”, no puede menos que alegrarnos el gran levantamiento de la juventud el 9 y 10 de septiembre y por eso, vale la pena soñar con el día en que ya no solamente los jóvenes, sino todo el pueblo sea el que se insurreccione y destruya todas las instituciones del Estado burgués y de quien se oponga a los designios de un pueblo que se levantará después de sufrir y soportar tanta ignominia de las clases parásitas.

Las llamas volverán y esta vez serán más fuertes y más luminosas mostrando el camino del futuro brillante que tendrá la humanidad, cuando seamos los obreros y campesinos los que dirijamos la sociedad.

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